Luego de un nuevo fracaso en Copa Libertadores, vendría a la vuelta de la esquina una posibilidad de redención en la Copa Sudamericana. Si bien es cierto evidentemente es una competición de un tono menor que la Copa, no es una copa “de cartón” ni mucho menos, y vaya que nos dolió no poder ganarla con el mejor Colo Colo del siglo XXI el año 2006. Es momento de superar ese discurso acomodaticio únicamente fundamentado en que nuestro archirrival la ganó -muy merecidamente, siendo sinceros- el 2011.
El partido con Calera sirvió para lavarse un poco la boca luego de comer tanta mi*rda con la eliminación ante Pereira. Más allá del inaceptable error arbitral que salvó a Saldivia de cometer un autogol horroroso, el equipo se vio más liviano, volviendo al 4-3-3 con punteros a pierna cambiada y encontrando una gran versión de Palacios y Thompson. Por ello, la expectativa de este partido de ida ante América de Minas Gerais mutó, de la decepción post Pereira, a un modo algo más optimista de cara al encuentro ante un rival que está pasando penurias severas en su liga local, que en todo caso es infinitamente superior a la nuestra.
Uno a veces es crítico del público, que en general se ha vuelto más complaciente y menos exigente que en épocas pasadas y de mayor gloria del club. Pero no se puede negar que el colocolino está presente. Y eso empuja, igualmente, al equipo. Mucha gente ante Calera y casi lleno el Monumental en este encuentro ante los mineiros, además en un día de semana, en un horario difícil, y para más remate, con lluvia.
De todas formas el primer tiempo mostró, en buena parte, a un Cacique con intención, pero bastante irresoluto y con poco punch. No tuvo mucho más que una aproximación de Gil, una interesante derecha de Palacios que se fue cerca y un par de remates de bastante distancia de Bouzat y de Pavez. Por contrapartida, los brasileños, que entraron con varios suplentes, mostraban rusticidad en todas sus líneas, pero tal como con Pereira, con orden táctico, mantenían su área sin gran afectación e incluso se dieron maña para llegar en un par de ocasiones, encontrando excelentes respuestas de Falcón y De Paul.
Pero esa sensación decepcionante del primer lapso se disipó inmediatamente en el segundo tiempo, con ese pelotazo de Saldivia, y que Damián Pizarro arrastró su marca de excelente forma para dejar solo al Gil más cercano al del 2021 que hemos visto en el último tiempo. Extraordinaria ejecución del Colorado con su pierna menos hábil.
Ganar el partido ya era positivo, pero paradójicamente -porque igualmente se ganó-, al final quedamos con un gusto a poco que aún no logra salir de la boca. Esto porque el recontra golazo de Gil, como en sus mejores tiempos, que puso el 2-0, nos dejó en una posición más que concreta para poder ir a Brasil con la holgura de un resultado más que favorable.
El sabor amargo llega, por supuesto, con el descuento de América, pero quizás haya sido un castigo a un equipo que nunca logró mostrar decisión entre ir a buscar el tercero o defender el 2-0. Sin perjuicio de que América mejoró con el ingreso de varios de sus titulares, el gol vino en una juzgada aislada, fuera de contexto, y con deficiencias severas en la marca de un rival que tuvo tiempo para ubicar la pelota en el ángulo. Siempre pasa algo.
Por supuesto ganar es mejor que cualquier otro resultado en el fútbol y es algo que debe ser valorado. Pero por cómo se dio el partido y sobre todo por la forma en que llegó el descuento, no es un triunfo para marraqueta crujiente y té dulce, es para pan de molde y una leche tibia, que igual está bien, pero no tan bien. Veremos qué sucede en Brasil y con O’Higgins este sábado, un rival que viene complicado y que nos zarandeó inmisericordemente en Rancagua en la primera rueda. Ojalá se consolide este pequeño repunte, con dos victorias consecutivas, y que salgamos sonrientes sin condicionantes, de una buena vez, de un partido del Popular.