Jornada hermosa la del último sábado en Ñuñoa, si hasta el sol y el calor un tanto esquivos en esta época, fueron testigos presenciales de un día esperado por todo el mundo azul.
Y comenzó de la mejor manera, con una (nuevamente) solvente actuación de Universidad de Chile Femenino goleando a su simil de la Católica por cuatro tantos a ceroen el arranque de la segunda rueda en donde están los equipos que van por el título 2022.
Y es que fue una demostración de buen fútbol, criterioso, de velocidades y lo mejor de todo, que nunca se vio presión del equipo y si el primer gol se demoró en llegar, fue netamente porque en frente hubo un cuadro que defensivamente hizo bien las cosas y aguantó hasta donde pudo.
Individualizar a las jugadoras parecería repetitivo porque todas anduvieron bien, nadie restó, más aún que reemplazar a las lesionadas es siempre un tema y Carlos Véliz junto a su cuerpo técnico han sabido cómo superar esas visicitudes que se les plantea y vaya de qué manera.
Pero vamos a lo medular, fueron cuatro goles para sellar la goleada, pero me quedo con el primero, porque ese grito de gol de aquellos hinchas que sí llegaron temprano para verlas en acción y que se pararon de sus asientos para valorar el gol de Rebeca Fernández, porque no es una conquista cualquiera, gritamos un gol de las campeonas, de nuestras leonas nada más ni nada menos que en el Estadio Nacional. Lo habíamos hecho, sí y hace tres años incluso, pero luego del CDA, lo vivido en Pudahuel, Santa Laura, La Pintana, en fin, lindos momentos, pero faltaba en el recinto ñuñoíno y fue demasiado emotivo.
Luego vinoel de Paloma, La Chama y la Dani para redondear una actuación ejemplar, que tuvo fotografías de todo el equipo, técnicos, asistentes para inmortalizar una jornada maravillosa. Parecía que la fiesta estaba armada, como que todo estaba escrito para que la familia azul disfrutase y se motivasen los que venían después, no fue así. Y si bien ellas sufrieron por sus compañeros y los alentaron hasta donde más no poder, la sensación que me queda es que no hubo justicia.
La tarde siguió soleada, pero en nuestros corazones la tempestad se hizo presente, ya no hubo música, ni baile y nos fuimos tristes del Nacional.
Gracias Leonas, por ser el alma viva de este club que a veces pareciera no tener signos vitales, gracias por hacernos gritar goles, gracias por permitir abrazarnos entre camaradas y no pelearnos entre nosotros y sobre todo, perdón porque la pena de la derrota del masculino como que nos da la sensación que se antepuso a la alegría que ustedes nos brindan.