A la U se le respeta

Por Pablo Aravena

Hoy, Universidad de Chile no es un club gigante. No es un equipo invencible. No es una institución modelo.
Pero a la U se le respeta.

Hoy, los escenarios se funden y se confunden para que la U sea uno más en la tabla de posiciones, apenas se ilusione con capturar algún cupo en copa internacional y así, por obvia coincidencia, ni acordarse de la zona de descenso.

Y el equipo juega a esa altura. Con poco brillo y con harto ímpetu; con poco fútbol y harto esfuerzo. Sin encontrar los intérpretes idóneos para el 4-2-2-2 impuesto por el uruguayo Diego López.

Porque el triunfo sabatino tuvo más de azar que de consecuencia. Y se explica por destellos individuales (las tapadas de Campos, el equilibrio que impone Ojeda y los goles mágicos de Osorio y Bastián Tapia) y por impericia rival (U. La Calera expuso otra tarde de nefasto cometido ofensivo).

Universidad de Chile comenzó con el pie derecho la segunda rueda (Mirko Penha – Bolavip)

Pero a la U se le respeta. Y cuando los visitantes creyeron que era coser y contar, cometieron su gran error. Los caleranos lograron el empate apenas se reanudó el juego tras la expulsión del “Chorri” Palacios, y pensaron que podían noquear a la U. Pero el alma azul pelea hasta el final. Con los argumentos que se tengan a la mano. Y si esta vez no fueron futbolísticos, se apela a lo anímico.

Pero, como los caleranos, no son los únicos que deben reconocer la categoría azul. Lo del ecuatoriano Hernán Galíndez es una vergüenza. Llegó como uno de los refuerzos-estrella con un argumento incontrarrestable: integrante de una escuadra clasificada al Mundial de Qatar. Eso le otorgó un plus de confianza absoluta entre los forofos. Pero, poco a poco, su buena estrella se fue apagando. Sobre todo por sus titubeantes actuaciones en los clásicos. Así, Galíndez terminó enredado en una brumosa escena donde su representante aseguraba -en medio del silencio del golero- que las amenazas hacían imposible su permanencia en Chile.

Hernán Galíndez dejó Universidad de Chile para firmar en Aucas (Agencia Uno)

El acuerdo con el Aucas y su partida casi escondida dejaron al arquero en un escenario opacodonde nadie podrá recordar con cariño sus voladas portando la camiseta 1. Y, menos, su bochornosa salida.

Pero si se habla de respeto, debe hacerse extensivo a los hinchas. La lamentable medida de aumentar el precio de los tickets golpeó fuerte. Los 11 mil pesos que desembolsaron los fanáticos para ver a la U contra U. La Calera en el sector Galerías (y 22 mil pesos en Andes) parecen dignos de otra realidad. Y no de un equipo aproblemado, con pocas estrellas, y con un operativo de seguridad más preocupado de provocar que de contener.

Y hay un lamentable ejemplo sabatino. El cierre de las puertas del sector Galería Sur-Andes Sur, a falta de quince minutos del partido, fue una mala señal. No hubo explicaciones, no hubo soluciones, no hubo ayuda. Solo un gentío que se acumulaba ante el enrejado mientras guardias y carabineros miraban sin aportar un gramo de empatía.

El caos alcanzó tal punto que la solución fue la apertura de todas las puertas, sin ejercer ningún control, ratificando las pobres ideas cuando de esto se trata. Y eso es grave. Porque las autoridades -y los avales de estos inútiles planes- deben saber algo que en el fútbol es muy conocido: A la U se le respeta.