La hora de los líderes
Por Pablo Aravena
Sí, Universidad Católica ofreció un recital.
Mauricio Isla hizo todo perfecto y fue la figura.
El demoledor 3-0 no admite discusión. Ninguna.
Por eso la felicidad de los cruzados era innegable.
En el otro lado, la oscuridad es total.
A un punto del descenso directo, cuando quedan 21 unidades por disputar, el momento de Universidad de Chile es dramático. El barco se mueve de un lado a otro, en medio de la tormenta, y nadie sabe quién tomará la voz de mando, quién dará las instrucciones para evitar el hundimiento.
Desde la dirigencia hacia abajo.
El trabajo de Sartor sigue directo al despeñadero , sumando errores sin parar. Los inversionistas -que todos esperamos que sean expertos en alguna otra materia porque, evidentemente, el fútbol no es lo suyo-, hoy ya no se aferran a planillas, documentos, power point o algún elemento de la tecnología del siglo XXI. Hoy solo se aferran a un milagro para que su millonaria inversión no sea lanzada de la serie mayor al torneo B. Quizá para ellos no sea doloroso ese descalabro deportivo. Pero si les decimos que sus bolsillos se van a resentir, tal vezlo tomen en serio. Incluso, la huida de los dirigentes cuando aún quedaba partido da cuenta de su escaso interés en el porvenir azul.
En la cancha, las dudas son igual de terribles. ¿Quién puede pensar que dejar a Darío Osorio en la suplencia puede ser una decisión acertada? No hubo periodista o hincha que la considerara una buena idea. La U de López suma seis goles en sus ocho partidos en el torneo local. El bueno de Osorio, un joven de 18 años, es el dueño de tres conquistas. Apenas cinco días antes del clásico, la U de López pasó a los cuartos de final de la Copa Chile gracias a un triunfo por 1-0 contra Cobresal. ¿Quién anotó? Sí, el mismo jugador relegado a la banca.
Pero el DT uruguayo vio otra cosa. Y fracasó rotundamente. El baile sufrido del sábado tiene mucho de su responsabilidad. Y hoy, mientras sigue sin encontrar el esquema y pensando cuál es el equipo ideal, la U baja y baja y baja. La tabla pone al elenco azul a un punto del descenso, que pudo ser peor si no fuera por los favores concedidos por Everton y O’Higgins, que vencieron a La Serena y Coquimbo Unido, respectivamente.
En la cancha, el equipo no funciona. Hay jugadores que parecen forzados en un esquema amarrete y poco dado a pararse en el campo rival. Si a eso se suman actuaciones individuales en un nivel discretísimo -que mal anduvo Yonathan Andía, por dar un nombre-, el futuro se ve oscuro.
El partido del miércoles 7 de septiembre ante los “piratas”, a las 18:00 horas, en el estadio Elías Figueroa de Valparaíso, va a ser, como dice el reportero Cristian Cavieres, “una final mundial”.
A ver si el DT encuentra el camino correcto. Es urgente. No hay más tiempo (ni puntos) que perder.