Más allá de mejores y peores rendimientos, no ha tenido suerte Carlos Tevez en los que, según dicen, podrían ser los últimos meses de carrera.

Le tocó ser parte de un equipo timorato, que no contagia y que muchas veces ha sido demasiado mezquino en relación con la historia de Boca.

Tuvo que escuchar a un entrenador enarbolarlo como bandera en su llegada, pero ver cómo luego decidía mantenerlo al margen de cada uno de los partidos más importantes que se jugaba.

Le tocó, otra vez, morder el polvo ante el clásico rival, que una vez más le marcó la puerta de salida de la Copa Libertadores cuando, años atrás, la normalidad a la que él se había acostumbrado como Xeneize era otra.

Sufrió, para colmo, una nueva lesión que al parecer lo dejará sin poder jugar hasta que finalice el año. Y una vez que eso suceda, ya nada es concreto para él.

Por eso es que la postal del último entrenamiento le rompe el corazón a muchos hinchas de Boca, a quellos que sí consideran un ídolo al Apache.

Verlo ahí sentado sobre una pelota, al costadito de donde sus compañeros preparan el próximo partido, es demasiado doloroso como para pensar que podría ser esa una de las últimas imágenes de Tevez en Boca.