En épocas donde los amantes del boxeo alaban a ‘Canelo’ Álvarez por los logros que está consiguiendo en la actualidad, también es necesario reconocer el trabajo de otros representantes mexicanos en dicho deporte. Y lo hecho por Julio César Chávez a lo largo de su carrera no debería pasar desapercibido: entre 1980 y 2005 se mantuvo vigente al ganar títulos en divisiones como superpluma, ligero y superligero.

Con un récord a su favor de 107-6-2, el nacido en Culiacán siempre se mostró en su máximo nivel. Solamente mordió el polvo ante Franke Randall, Óscar de la Hoya, Willy Wise, Kostya Tszyu y Grover Wiley, pero sus victorias son las que todavía están en la retina de los fanáticos. Sobre todo la de 1992 ante Héctor ‘Macho’ Camacho, en Las Vegas que quedará para la historia también por el post de la lucha.

El día que le ganó había como mil años de cárcel. Estaban los Arellano Félix, el Güero Palma, AmadoCarrillo, Chapo Guzmán, el Azul y el Mayo Zambada. Todos querían conocerme. Yo estaba loco, porque fue el día que me drogué, todos hablaban de la pelea de ‘Macho’ Camacho hasta que me enfadé, yo lo que quería era perico. Había como 300 cabrones armados pero nadie traía y dije ‘como nadie trae, váyanse a la chingada’. ‘No, espérate, ahorita te conseguimos'”, relató el Gran Campeón enplática con Yordi Rosado.

Aquel círculo que fue llevando a Julio César Chávez a las adicciones tenía un gran respeto por el exboxeador sinaloense. “Ellos sabía que yo era amigo de todos. La relación era muy buena con ellos. Me regalaban la droga, diamantes, relojes, me decían ‘es un regalo, cabrón’. Tengo joyas, todavía tengo unos guantecitos que me dio Pancho Arellano, que cuestan unos 80 mil dólares, agregó la leyenda.