Aquel partido no fue su juego. En redes sociales llovieron las críticas por su desempeño. Opiniones pedían una sanción severa hacia su persona tras el choque que tuvo con Katty Martínez y que ocasionó la salida de la delantera por lesión. También fue muy señalada por el error que derivó en una falta sobre Fernanda Elizondo en el área y que se sancionó con un penalti bien cobrado por Nancy Antonio para el gol de las Amazonas.

Damaris Godinez fue la futbolista más mencionada a lo largo de los 90 minutos durante el empate a un gol entre Chivas Femenil y Tigres Femenil. Pero su nombre cobró mayor fuerza luego del silbatazo final. Las cámaras se enfocaron en ella porque lloró, se le veía desconsolada. La portera Blanca Félix corrió para abrazarla y animarla. Esa imagen se viralizó y los enojos se transformaron en empatía; la afición comprendió que la propia lateral del equipo rojiblanco se reprobaba a sí misma por haber tenido una mala noche.

Después de esa situación, Damaris Godinez se puso en el mapa visual de aficionadas y aficionados que empezaron a acercarse al futbol femenil mexicano, especialmente para ver a Chivas Femenil. A su vez, la jugadora aprendió demasiado de ese partido consolidándose como titular con una evidente madurez futbolística en su posición. Ubicarla también les permitió descubrir que a diferencia de muchas de sus compañeras en la Liga MX Femenil, ella es mamá.

Ese rasgo ha contribuido para que no sea hostigada o acosada por los hombres, tal como sí ocurre con otras futbolistas. “Cada vez hay más gente que sabe que soy mamá. Me respetan. Incluso me preguntan por cosas de mi hijo y dicen que me admiran por ser jugadora y madre”, comenta en entrevista con Bolavip México.

El ascenso y la evolución de Damaris Godinez en la cancha ha ido a la par del crecimiento de su pequeño hijo Thiago, un niño de cuatro años que está en una etapa de comprensión acerca de lo que motiva la ausencia de ella en algunos momentos. En este sentido, Damaris ha encontrado una manera lúdica de hacerle notar que cuando no está presente es porque juega para Chivas, uno de los clubes más grandes de México:

“Es complicado que él entienda que tengo que salir todos los días a entrenar, que los fines de semana tenemos que salir de viaje, o que lo tengo que dejar dos días completos con otras personas. Siento que es complicada esa parte. Él trata de entenderlo. Siempre que regreso a casa está contento y me pregunta a dónde fui. Entonces le respondo que me fui a Chivas a jugar y él me dice “ay, mamá, otra vez a Chivas”. Así jugamos. Es un proceso que está tratando de entender”.

Lograr este equilibrio de consolidar su carrera en un campo de juego con su maternidad no ha sido fácil. Hay puntos de quiebre, de confrontación. Uno de ellos fue precisamente en el partido mencionado frente a las Amazonas. Una desconcentración de juego propició que se detonaran sus emociones internas, o mejor dicho el cúmulo emocional de todo lo que le había costado llegar hasta ahí sin descuidar a su bebé, que es su principal motivación: “En ese partido contra Tigres Femenil me sentí muy mal porque estaban ahí mi hijo y mi familia. Sé que son cosas del futbol, pero a nadie le gusta equivocarse. En mis equipos anteriores (León, Puebla) había batallado, había sufrido por no estar cerca de mi hijo. Por eso cuando llego a Chivas fue cumplir un sueño y además podía estar cerca de ellos”.

Y es que Damaris estuvo a nada de claudicar en cumplir su ilusión. Su embarazo coincidió con el lanzamiento de la Liga MX Femenil. Por un instante se deprimió debido a que creyó que ese chance de saltar al profesionalismo se le iba a esfumar, especialmente por la incertidumbre de saber si recuperaría o no la condición física tras los primeros meses de haber tenido a su hijo.

“Me faltaban tres meses para tener a Thiago y se anunció la creación de la Liga Femenil. En ese momento me dolió muchísimo porque era algo que siempre soñé. Yo venía formándome en otros equipos pero quería ser profesional y de repente pensé que por ser mamá eso ya no iba a ser posible. Sí fue difícil ponerme en forma después de que nació mi hijo, pero un antiguo profe que tuve me consiguió una oportunidad de irme a probar al León, que fue mi primer equipo. Fui, hice la prueba y les gustó cómo jugué. Así se presentó mi sueño de ser futbolista profesional”.

Vestir la camiseta de Chivas y ser titular es una meta personal que se propuso como mujer. Se siente orgullosa pero también se exige mejorar cada vez más porque quiere ser campeona con este equipo y trascender como futbolista. Para trazarse estos objetivos individuales, Damaris ha hecho buen equipo con su familia, su hijo Thiago y su pareja, un hombre invisible para la afición que hace su parte con el cuidado del niño y como cómplice en su desarrollo como jugadora.

Mirando hacia atrás, agradecida con el presente, Damaris resume así lo que es su experiencia como mamá futbolista: “Al principio creí que todo iba a ser muy difícil porque tampoco veía mamás en la cancha y la liga apenas iniciaba. Cada vez he conocido más mamás que son jugadoras, que juegan bien, tratan de salir adelante y se dan el tiempo de disfrutar a sus hijos. Hay muchas que juegan y llevan a sus hijos a los partidos. Eso me pone contenta. Sí se puede ser mamá y futbolista”.