Una, dos, tres, cuatro, muchas más. Decenas de niñas llegaron al estadio Azulgrana acompañadas de sus padres. Vestidas con playeras de la selección mexicana o clubes de la Liga MX Femenil, las pequeñas ingresaron al inmueble con una ilusión común: ver a sus futbolistas favoritas en vivo. Con cartulinas, pancartas o los nombres de sus ídolas estampados en sus camisetas, reafirmaban que su naciente pasión tiene como motivo a una, o varias, de las integrantes del equipo nacional. 

Mamás y papás pidieron permiso en sus respectivos empleos no solamente para cumplir la promesa de llevar a sus hijas a un partido del Tri femenil, sino además para vivir esa experiencia junto a ellas porque les resulta igual de novedoso. “A nosotros nunca nos tocó ver juegos de esta selección porque no le daban interés, o no le dábamos interés. Eran otros tiempos. Ahora, por ellas (las hijas) es que también vamos aprendiendo”, comentó un padre que pidió cambiar el día en su trabajo para que su pequeña fuera al estadio con él.

 

Entre ese nuevo aprendizaje han tenido que ubicar a las futbolistas para dialogar con sus hijas, modificar su lenguaje para explicar cuestiones futbolísticas a las menores y erradicar la idea de que el balón es exclusivo de los hombres. “Desafortunada o afortunadamente muchos cambiamos de parecer hasta que tenemos una hija. Y si a ella le fascina el futbol, pues hay que apoyarla en todo”, expresó otro papá que se regaló la tarde para que su nena viera a su jugadora favorita, Licha Cervantes.

Y así como Licha, otras seleccionadas más son el imán de niñas y adolescentes. Chicas de entre 12 y 17 años de igual forma asistieron al Azulgrana para sentirse cerca de las futbolistas que admiran o ven como ejemplo a seguir en las canchas. Aquellas que juegan en equipos de sus escuelas o de Fut7 iban con plena consciencia de apreciar a quienes visualizan como cracks en su posición. Por ejemplo, quienes se desempeñan como defensas fueron para ver a Kenti Robles, Rebeca Bernal, Cristina Ferral o Greta Espinoza. En el caso de las centrocampistas, Stephany Mayor y María Sánchez son sus referentes. Alison González y Alicia Cervantes en la delantera.

Muestra palpable de esa idolatría hacia sus favoritas fueron las porras, cánticos y gritos de aliento hacia ellas en la tribuna. A nivel coral, clamaron sus nombres cada vez que tocaban la pelota o participaban en una jugada. En lo individual, cada niña y adolescente desgastó su voz para para decirles “vamos Cris, eres la jefa”, “Rebe, no la dejes pasar”, “Kenti, eres la mejor”, “mete muchos goles, Alison”, “corre María, corre”, “bravo, Stef, así se juega”. Con los casos de Alicia y Greta, que salieron al banco de suplentes, las exigencias fueron hacia Mónica Vergara para que les diera minutos: “ya metan a Licha, por favor”, “quiero ver a Greta, métanla”.

Esa manifestación de aprecio se extendió al finalizar el partido con vítores, aplausos y peticiones de selfies/autógrafos. En respuesta, las futbolistas respondieron a esos gestos tomándose el tiempo necesario para atender a sus admiradoras. Licha Cervantes hizo llorar de felicidad a una nena al obsequiarle su playera y Cristina Ferral no se movió hasta que saliera bien la foto que le solicitaban. “¡Ahí viene Alison, papá!”, exclamó emocionada una menor en cuanto vio que la delantera del Atlas lideró el acercamiento de sus compañeras con la tribuna.

Fuera de la cancha, durante la llegada y salida del estadio, Kenti Robles prometió obsequiar un banderín firmado y cumplió su promesa. En tanto, la jugadora más demandada para selfies fue Greta Espinoza; ‘la dama de hierro’ alegró a sus fans hasta que debió retirarse junto al resto del plantel.

El resultado (0-0) fue lo de menos para muchas aficionadas. Esa simbiosis entre algunas seleccionadas y la tribuna hicieron notar una conexión que va en aumento dentro del futbol femenil mexicano. Cada vez más el público infantil y juvenil siente plena identificación con las jugadoras, especialmente con sus favoritas. Carisma, ángel, atención a los espectadores y estilos de juego son factores que encumbran a estas futbolistas al grado de trascender como ídolas de nuevas generaciones de niñas y adolescentes. Llegaron para quedarse en la memoria de una afición creciente.