La Guardia Civil allanó las oficinas de la Real Federación Española de Fútbol y detuvo a su presidente Ángel María Villar y otros directivos para que sean interrogados bajo acusación de administración desleal, apropiación indebida y falsedad documental en su gestión.

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La corrupción no conoce de fronteras y, como una bofetada al optimismo, vuelve a mostrar que es inherente al ser humano, o al menos a una gran mayoría, especialmente cuando forma parte, en mayor o menor medida, de las esferas del poder.

Y otra vez le tocó al fútbol vivir el sacudón de un operativo que tiene por finalidad demostrar la existencia de manejos oscuros. A primera hora de la mañana, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil allanó las oficinas de la Real Federación Española de Fútbol y la casa de su presidente Ángel María Villar, quien finalmente fue detenido junto a su hijo Gorka, exdirector de la Conmebol, y otros directivos.

El procedimiento tuvo como principal objetivo la recopilación de documentos y el posterior interrogatorio a los detenidos a fin de contar con las pruebas necesarias para hacer efectivas las acusaciones de administración desleal, apropiación indebida y falsedad documental en su gestión.

FIFA evitó comentar sobre la detención de Villar, que también es su vicepresidente, y aseguró que se trata de un asunto interno.

La investigación se había iniciado a principios de 2016, por una denuncia del Consejo Superior de Deportes que cayó en el juzgado central número 1, que coordinó un operativo junto a la Fiscalía Anticorrupción. Desde entonces se investiga la gestión de personas vinculadas a la Federación Española de Fútbol, en relación con delitos de corrupción entre particulares, falsedad en documento público, administración desleal, apropiación indebida y posible alzamiento de bienes.

También se ha puesto el foco en la organización de partidos internacionales del seleccionado español, estando bajo sospecha policial los disputados ante Bosnia y Corea del Sur, preparatorios para la última Eurocopa.

Las primeras pesquisas apuntan a supuestos tratos de favor de Villar a dirigentes territoriales, usando arbitrariamente dinero de la RFEF, para obtener apoyos incondicionales con vistas a su reelección como máximo mandatario del fútbol español