Las lágrimas de Cecilia Carranza son las lágrimas de todos. La de todos los deportistas que fueron parte de la fiesta inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La de los atletas que se quedaron en la Villa Olímpica. Y la de miles de personas que a 18.000 kilómetros de distancia quedaron impactados y conmovidos por las palabras de la abanderada (junto con Santiago Lange) de la delegación argentina presente en el estadio Olímpico de Tokio. “Justo estaba comentando que en este momento debería estar Braian Toledo con nosotros. Me estuve acordando de él y me emocioné”, dijo la medallista de oro en los Juegos de Río 2016 en la clase Nacra 17.

“Todo es muy especial, poder estar con todos estos grandes compañeros de equipo que tenemos. Con todo el respeto y admiración que siento por muchos. Estoy muy feliz. Esto nos tiene que dar un shock de energía a todos para salir a dejar todo en la cancha cada uno en su deporte, como bien sabemos hacer los argentinos, bien luchadores que somos”, sostuvo la deportista de 34 años que en Tokio participará en sus cuartos Juegos Olímpicos (Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016). Lange se sumó al recuerdo y apuntó: “No se puede creer, estamos súper emocionados. Es lindo compartir este momento con un montón de deportistas y atletas que admirás profundamente”.

La referencia a Braian Toledo fue uno de los momentos más emotivos. El atleta, especialista en lanzamiento de jabalina, era uno de los máximos exponentes del deporte olímpico argentino. Su historia quedó trunca el 26 de febrero de 2020. Pasadas las 23 sufrió un accidente en su motocicleta, cuando volvía de su querido y entrañable Marcos Paz a Capital Federal. Una cena de su novia Sofía Lamarque lo aguardaba. Un mensaje, como tantos otros, le pedía que se cuidara, que volviera tranquilo que lo esperaba para cenar. Tenía 26 años y toda una vida por delante.

Braian, con solo 16, se convirtió en el primer medallista de oro para la Argentina en la primera edición de los Juegos Olímpicos de la Juventud que se realizaron en Singapur 2010 y luego se presentó en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. A nivel olímpico, el verdadero atleta del pueblo debutó en los Juegos de Londres 2012 y también estuvo presente en los de Río 2016, a donde llegó a la final de su disciplina.

Braian Toledo, al infinito y más allá (Getty Images)

La mención de Cecilia Carranza no hace más que engrandecer el legado que dejó Braian Toledo. Uno de los verdaderamente buenos. Una persona de a pie, sensible y empática que era capaz de sacarse un par de zapatillas para regalárselas a una persona en situación de calle. O su permanente colaboración con diferentes comedores y ONGs de su zona. Incluso, con los colegios de Marcos Paz a donde, cada vez que podía, llevaba libros y útiles. Sobran los ejemplos que lo pintan de cuerpo entero. Como esa costumbre que ideó, en silencio, cuando salía a recorrer las calles de su barrio para llevar comida a quienes más la necesitaran. Pasó hambre, durmió en el piso, pasó frío. Dibujó en incontables madrugadas, a escondidas de su madre, para ganarse unos centavos en el colegio y, así, poder llevar un kilo de pan a su casa. Sintió tanto esas carencias del pasado que, cuando logró tener una casa digna, comida, calefacción y agua caliente, no se olvidó sino que inició un camino de solidaridad y amor.

Las lágrimas de Carranza, sin dudas, trascendieron las pantallas. Y llegaron, como las de miles que aún lo recuerdan como fue. Un tipo pícaro y noble. Con una sonrisa infinita. Como cada vez que lanzaba su jabalina, al infinito y más allá.