Hay algo que está claro: nunca hubo piel entre ellos. La química que mostraron adentro de la cancha para llevar a Boca a la gloria máxima era la antítesis fuera de la raya de cal. Cada cual con su grupo, con sus formas y hasta con su estilo para declarar. Juan Román Riquelme nunca quiso desnudar las verdades de un vestuario que no era para nada unido como parecía. Del otro lado, Martín Palermo, cada tanto, dejaba en evidencia algunos cortocircuitos.
La división entre ellos, como nunca, se dejó ver en la última elección. Con el 9 bancando públicamente al rival político de JRR, la fórmula de Mauricio Macri junto con Andrés Ibarra, en su búsqueda para ser entrenador. Ahora, con la victoria del 10, el exdelantero espetó sin vueltas: “No creo que Riquelme me llame para ir a Boca. Si lo hace es por algún interés”.
Y abrió la puerta una vez más de esa intimidad a la luz de los flashes que los tuvo siempre en veredas opuestas: “Somos distintos con Román. Nos respetamos dentro de la cancha. Cuando es así, no conectás, por más que lo quieras hacer por Boca. Para que mentirle al hincha de Boca, la convivencia con Román no durará nada”. “Yo me veo sentado en el banco, como técnico de Boca, aunque tendré que esperar 4 años para ser DT de Boca”.
Goles y rencores
Cuando Palermo llegó a La Boca, en 1997, con 24 años, proveniente de Estudiantes de La Plata, ya famoso por sus locuras, Román ya estaba en Boca, estaba cerca de cumplir 19, y era titular en un equipo de Carlos Bilardo repleto de figuras. La historia es conocida: al 9 lo ubicaron en la concentración con Guillermo Barros Schelotto, su archienemigo de Gimnasia, aunque luego se hicieron amigos.
Las diferentes personalidades que mostraron en esos primeros tiempos se traspolarían al futuro: Palermo desenfadado, de festejos alocados y peinados raros, de fotos polémicas y exposición pública constante. JRR siempre fiel a su perfil bajo, callado, reticente a dar notas o hablar de su intimidad. Fueron tres años y medio -aunque el punta estuvo seis meses afuera por su primera rotura de ligamentos cruzados- de convivencia pacífica, pero lejos de ser ideal.
Hubo infinidad de versiones sobre cómo su enemistad fue creciendo partido a partido y sobre todo gol a gol. Los dos son ídolos indiscutidos, esto está claro: uno es el máximo anotador en la historia y el otro el de mayor cantidad de presencias en la Bombonera. ¿Cuándo se desencontraron?
La Intercontinental y el DT
El primer rumor de fuerte sobre la relación fallida entre ambos fue antes de la final de la Intercontinental 2000. “Él le dijo a Bianchi que me sacara en la Intercontinental, le dijo que ponga a Guillermo porque no se entendía conmigo, cuando hacía nueve meses que veníamos jugando juntos”, dijo Marcelo Delgado en el 2010. Para aquel partido ante el Real Madrid, según cuenta la historia no oficial, Palermo quería que Bianchi eligiera a Guillermo por delante del Chelo.
Daniel Fagiani, quien en aquel partido se quedó afuera del banco, reconoció algo de aquel conflicto: “La bomba explotó allá, porque hubo un quilombo muy grande en el hotel, que no se pudo tapar. Porque estábamos solos en un mismo piso. Un piso exclusivo para el plantel. Y Carlos (Bianchi) se enteró“, dijo en Olé.
“Estuvieron mal aconsejados los dos, porque les decían que eran más que el otro. La disputa no era de ellos. Hay un rumor que dice que Palermo le dijo a Bianchi que tenía que jugar Guillermo en lugar del Chelo y Bianchi puso al Chelo porque estaba imparable. Eso fue mentira. Martín nunca le pidió a Bianchi eso. A mí me lo contó uno de los integrantes”, explicó Cristian Traverso. Cada uno con su versión, lo cierto es que algo se rompió en aquel entonces y nunca más fue igual.
“Lo de Martín y Román fue un problema tonto que se fue distanciando y quedó así”, contó Roberto Abbondanzieri, quien reconoció además la existencia de varios grupos antes de aquella final.
La coexistencia continuó al menos hasta el 2000, cuando el Loco se fue al Villarreal de España. “No tenía relación ni con Guillermo, ni con el hermano (Gustavo Barros Schelotto), y con Martín hablábamos poco. Pero en la cancha dejábamos todo por el bien de Boca, terminaba el partido y cada uno a su casa, porque así lo quisieron”, dijo hace algunos años Hugo Ibarra, consultado por esa amistad que el Mundo Boca soñaba y que no se dio.
A la distancia
“En una época, cuando uno estaba en Villarreal y el otro en Barcelona, se llevaban bien. Es más, Román alquiló la casa de Martín cuando llegó a Villarreal. En ese momento tenían comunicación, pero después cambió por diferentes motivos”, contó otro ex compañero, Rodolfo Arruabarrena. Tras la salida del delantero, en el 2002 le tocó a Riquelme irse al Viejo Continente. Un año después, llegaría también al Submarino Amarillo, ya con el 9 en el Betis. No se llegaron a cruzar.
El Vasco, al igual que Traverso, descree de las versiones que hablaban de una ruptura antes de que ambos abandonaran el club. Aseguran que se juntaban a jugar a las cartas en una habitación. Sin embargo, cuando les tocó volver y cruzarse otra vez, en Boca, ahí la mala relación sí fue evidente.
Palermo había sido figura en la era Basile, ganando varios títulos. Y con Miguel Angel Russo, en el 2007, JRR tuvo la chance de regresar al club desde España y vivir otra época triunfal: con los dos ídolos otra vez en el plantel, Boca logró la Libertadores de aquel año. En aquel plantel otra vez comenzaron a evidenciarse con claridad quiénes eran más amigos de uno y quiénes se relacionaban más con el otro. Asados de acá y de allá.
Boca luchó en aquel momento para que pudiera retornar para el Mundial de Clubes, pero no lo logró. Recién se dio su regreso definitivo en enero del año siguiente a la vuelta olímpica. “Cuando llegué en el 2008 a Argentina, ahí sí ya no había esa afinidad. Recuerdo que quise organizar un asado con ex compañeros, algunos de River, pero tuve que hacer dos diferentes porque no había una sintonía entre ellos”, contó Arruabarrena.
La muestra más clara de la poca onda que había entre ambos quedó a la vista de las cámaras el 12 de abril del 2010, cuando enfrentando a Arsenal Martín Palermo convirtió su gol 219 en Boca, superando a quien ese entonces era el máximo goleador Roberto Cherro. A sus 36 años, y tras una asistencia de Román -que había armado una jugada bárbara y tenía todo para definir él, pero eligió darle el pase-, el Loco lograba anotar una vez más su nombre en la historia xeneize.
Sin embargo, en el festejo, en una Bombonera exultante, Riquelme se fue por su lado a celebrar y Palermo, que lo esperaba para el saludo, quedó esperando en vano. Hasta sus compañeros se quedaron atónitos ante la situación.
“A mi no me salió festejar el gol atrás de ese arco, por eso corrí para el córner para festejar con la platea”. “En ese momento me quedé sorprendido porque era un gol muy importante para mí”. “Era el gol del récord, yo me sentía más feliz que nunca por haber ayudado a Martín”. Las declaraciones se cruzaron desde aquel día. Por un lado la explicación racional -sí haciendo alusión a su relación particular con la barra de Boca- y por el otro la sinceridad del delantero.
La intimidad, divino tesoro
Si algo caracterizó a Riquelme en cada ocasión que surgieron rumores sobre la relación entre el 10 y el 9 fue su protocolo para responder. Siempre lo ponderó como goleador, como ídolo del club. Fiel a su estilo para decir sin decir, intentó siempre gambetear la posibilidad de conflicto o al menos de exponerlo a los medios. La ropa sucia se lava en casa.
Palermo, mucho más frontal, al ser consultado siempre dejaba traslucir sus propias dudas respecto a su vínculo. Abría un poco la puerta cuando había algo que no le gustaba y daba pistas al respecto. “Hablé con los dos dos, de a uno, mirándolos a los ojos, mano a mano, y no tenían ningún problema. Dos grupos, no pasa nada”, minimizó Basile, que los tuvo en el 2009.
Hubo quienes intentaron exponer lo que ocurría mientras estaba pasando: fue el caso del paraguayo Julio César Cáceres, quien aseguró que Román era un compañero complicado. También algunos cruces del 10 con Pablo Migliore, muy amigo del 9. El 10 siempre intentó desactivar los conflictos y no darles relevancia.
Jugaron juntos 188 partidos con 123 goles del Titán y 38 de JRR. Lograron nueve títulos juntos (torneos locales 98, 99, 2000, 2006 y 2008, Libertadores 2000 y 2007, Intercontinental 2000 y la Recopa 2008). Su última vez juntos de forma oficial en un campo de juego fue el 18 de junio del 2011, en La Plata y frente a Gimnasia y Esgrima. Luego se encontraron en varios partidos homenaje: la despedida de Battaglia y los 100 años del Villarreal, en el 2023.
“No era una fábula, teníamos diferentes formas de ser. Quizá no éramos compatibles, nunca pudimos tener una amistad, nunca pudimos congeniar fuera de una cancha. Pero sí teníamos las mismas ideas adentro, que eran las suficientes para que el hincha de Boca se sintiera identificado con nosotros. Y nosotros fuimos inteligentes para entender que llevábamos la camiseta de Boca y debíamos representarla de la mejor manera”, dijo Palermo en el 2018, en La Nación.
“Porque no pensáramos parecido, no podía impactar en el rendimiento del equipo. Nunca llegamos a ese extremo. Nunca nadie pudo decir: ‘Boca está jugando un desastre y la culpa la tienen Palermo y Riquelme porque se están peleando como dos nenes’. Nunca se llegó a eso. Nunca se vio reflejado en el equipo, siempre lo pudimos llevar de la mejor manera”, agregó. Siempre asumiendo que su relación distaba de ser la mejor.
De hecho, para el partido despedida de Martín, el 10 no estuvo entre la lista de invitados. En la Bombonera estuvieron Bianchi y varios jugadores de la historia grande de Boca: Arruabarrena, Ibarra, Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Carlos Tevez, Diego Cagna, Jorge Bermúdez, Mauricio Serna, Óscar Córdoba, Roberto Abbondanzieri, Rolando Schiavi y Clemente Rodríguez. Pero no, el 10 no fue invitado.
“No lo invité porque no teníamos una buena relación. A la distancia sigo creyendo que fue una lástima, porque si afuera hubiésemos estado bien, adentro habría sido todavía mejor. Cada uno tuvo y tiene una forma de ser y yo respeto eso, pero estoy muy tranquilo”, explicó.
En la visita del 9 a Boca como entrenador de Platense (y él como vice de Boca), Román lo elogió: “A Palermo se lo recibirá como se merece. Es uno de los ídolos más grandes de Boca. Yo fui un afortunado de jugar con él, me ha hecho disfrutar mucho y me ha dado alegrías como compañero y como hincha. El domingo, sin dudas va a disfrutar de volver a su casa, porque la Bombonera es su casa”. Gentleman, diría el Coco.
Sin embargo, cuando en el 2023 Román organizó su partido, sí le envió el recordatorio. Sin embargo, tampoco asistió: ese domingo más temprano debía estar en el banco de suplentes dirigiendo a Platense ante Arsenal.
Así las cosas, las declaraciones se seguirán cruzando, más de un lado que del otro. Fueron dos de los hombres que más alegrías les dieron a los hinchas de Boca, dos indiscutidos ídolos del club, pero para sentarse a comer cada uno prefiere sentarse en su mesa.