Luego de unas elecciones complejas, en las que se entrometió hasta la justicia nacional y las dilató hasta las últimas instancias, Juan Román Riquelme se impuso como presidente del Club Atlético Boca Juniors en los comicios más votados en la historia del fútbol argentino. La primera gran decisión de JRR en dicho cargo fue la de asignar a Diego Martínez como entrenador para las temporadas de 2024 y 2025, y bancar a los grandes referentes del plantel.

En aquel entonces, era inimaginable el presente que tendría hoy el club de la Ribera, a nueve meses de aquellas cuestiones futbolísticas e institucionales que entusiasmaban a todo el Mundo Boca.

Lejos en el campeonato local, eliminado de la Copa Sudamericana en octavos de final, de la Copa de la Liga en semifinales, sin la clasificación a la próxima Libertadores garantizada y una nueva derrota en un Superclásico son algunas de las tantas cuestiones que forman parte de la crisis de Boca en este 2024.

La realidad es que el contexto es aún más grave y tanto los jugadores (con los referentes a la cabeza) como Diego Martínez en su rol de DT y la dirigencia entera -sobre todo Riquelme y el Consejo del Fútbol- tienen su nivel de responsabilidad. Entre estas partes, ¿Quién tiene la responsabilidad más grande?

Encuesta Para vos, ¿quién es el máximo responsable del mal momento de Boca?

Para vos, ¿quién es el máximo responsable del mal momento de Boca?

Riquelme/Consejo del Fútbol
Jugadores/Referentes
Diego Martínez y su cuerpo técnico

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Riquelme, el Consejo del Fútbol y la dirigencia, en deuda

Fallos administrativos, como la tardía inscripción de los refuerzos en los playoffs de la Copa Sudamericana, más la debilitada imagen de los integrantes del Consejo del Fútbol frente anteriores decisiones tomadas hacen que el sector dirigencial encargado del fútbol profesional esté en el ojo de la tormenta.

De yapa, el último mercado de pases, que si bien no fue malo, se dio de manera desordenada, ya que se pobló la zona del mediocampo con jugadores como Tomás Belmonte, Ignacio Miramón y Agustín Martegani, pero quedó escueta la rotación en zona defensiva. De hecho, Martínez pidió un lateral derecho a principios del mercado y terminó arribando Juan Barinaga en la recta final del libro de pases.

Más allá de eso, Boca terminó incorporando en cifras cercanas a los 15 millones de euros, pero tuvo ingresos superiores a los 50 millones por las ventas de Aaron Anselmino a Chelsea, Equi Fernández a Al-Qadsiah y Luca Langoni a la MLS. A criterio del Mundo Boca, lo hecho en el último mercado, en relación a los ingresos, resulta insuficiente. Y ahí la responsabilidad es del CdF.

A nivel administrativo, también se encuentran en la mira por el manejo de las sanciones disciplinarias, como la reciente a Sergio Romero por el escándalo en el que quiso agredir a un grupo de hinchas tras el Superclásico.

El plantel y los referentes, en la mira

Más allá de las cuestiones extrafutbolísticas como las que han tenido Marcos Rojo, Sergio Romero, Guillermo Fernández y Cristian Lema, entre tantos otros, dentro de la cancha aparecen planteos hacia las dudas que despiertan algunos futbolistas por sus rendimientos en esta temporada.

Ciclos ya cumplidos como los de Frank Fabra y Juan Ramírez, así como también los que se avecinan a su final como los del propio Pol y el pedido de los hicnhas de la salida de Romero, Rojo y otros denotan el desgaste que muchos futbolistas tienen en el Mundo Boca, lo cual repercute en el rendimiento diario.

Además, muchos puntos altos en el primer semestre quedaron en deuda en esta segunda mitad de año, con la merma en el rendimiento de Kevin Zenón, Miguel Merentiel, Cristian Medina o los mencionados referentes. La sensación respecto a los jugadores es que resulta necesario un cambio de rumbo y de liderazgo.

Diego Martínez y su cuerpo técnico, en la cuerda floja

El hilo más fácil de cortar. Ante un mal momento, muchas veces el movimiento para descomprimir es la salida del entrenador y su cuerpo técnico. Pese a haber mostrado cuestiones deportivas interesantes durante el primer semestre, la segunda parte del año tuvo una notoria merma futbolística y poco a poco fue perdiendo pergaminos.

Su imagen partido a partido cayó y tras el Superclásico parece haber tocado fondo. Manifestó seguir con fuerzas, pero la realidad refleja que su ciclo está a un mínimo tropiezo de llegar a su fin. Y con esa sensación constante de miedo a perder el cargo, resulta imposible dirigir con comodidad.

Párrafo aparte para su cuerpo técnico, sobre todo en el apartado de los preparadores físicos. A sabiendas que Boca acostumbra a poseer problemas recurrentes de lesiones, Martínez y su CT tampoco pudieron mejorar esta cuestión, y las lesiones le condicionaron diversos partidos importantes de su ciclo.