Entre los talentos que el fútbol uruguayo históricamente se ha encargado de proyectar al mundo, dicen que alguna vez Zinedine Zidane dijo que Fabián O’Neill era el de mejores cualidades de entre los compañeros con los que convivía en Juventus. Surgido en Nacional de Montevideo, donde no tardó en sobresalir, el exquisito mediocampista no logró sin embargo disputar más de 19 partidos con el equipo de Turín y su carrera poco a poco se fue a pique, saboteada por su adicción al alcohol.
El Mago, como lo apodaban, murió durante la navidad de 2022, con apenas 49 años, y los charrúas continúan poniéndose melancólicos cada vez que el archivo recuerda algunas de sus gambetas. “Siempre quise entender qué era eso tan fuerte que sentías y no podías lidiar, que era eso que necesitabas ahogar literalmente cada día de tu vida en vasos de alcohol. Lamento mucho ese dolor pa, lo lamento en el alma desde siempre”, escribió su hija horas después de su muerte.
La adicción de Fabián O’Neill con el alcohol lo llevó también al mundo de las apuestas y la prostitución. Todo aquello afectó no solo su carrera deportiva, que se cerró en 2003 de regreso en Nacional, sino también la economía familiar y su salud. “Tuve 14 millones de dólares y los perdí. Pero a mí no me molesta ser pobre. No me cuesta. Yo teniendo para tomar y que mis hijos estén bien, ya está. Que mis hijos estén sanos es tener un platal para mí. Después comer, se come arroz con huevo igual”, reconoció en una entrevista concedida a El País en 2017.
“Caballos lentos, mujeres rápidas y timba, eso fue lo que hace que no te quede nada. Siempre timbeaba. Yo tuve 20 caballos en Maroñas. Cuando era jugador timbeaba más, porque tenía más plata. Ahora no puedo porque no tengo nada”, agregó El Mago que con la Selección de Uruguay fue al Mundial de Corea y Japón un año antes de su retiro, aunque no sumó minutos, y disputó la Copa América de 1993 en Ecuador.
Una batalla que nunca pudo ganar
“Tengo 47 años y tomé 38″, había reconocido O’Neill en otra entrevista realizada en 2020. “Era un gurí y ya pasaba en los bares con gente veterana. Empecé con un poquito de vino en el refresco. A los 10 u 11 años ya andaba de noche por todos lados, haciendo mandados en las whiskerías. Siempre había alguien que me decía que era un niño y que me fuera para mi casa, pero yo vivía con mi abuela y pasaba en la calle”, agregó.
Con la fama y el dinero que le permitió adquirir su talento como futbolista, esa adicción se hizo cada vez más difícil de manejar. Cuando jugó en Cagliari, fue figura, sufrió un descenso y fue clave para el regreso a la Serie A. Los mismos vaivenes tuvo su relación con los hinchas, que en las malas le recriminaron aquella condición que a esas alturas ya no era un secreto.
“Cuando bajamos a la B nos rompieron todos los autos. Teníamos que hacer siete puntos para no bajar, y nos tocaba jugar con Milan, Inter y Juventus. Era imposible. Yo paraba en la playa y pasaban los tifosi y me gritaban ubriaco, que quiere decir borracho. Al otro año subimos y esos mismos hinchas -porque yo les conocía las caras y no me olvido de los que me puteban- me pagaban las copas. El fútbol es así”, reflexionó.
Admiración por Zidane
En la misma entrevista que concedió a El País, Fabián O’Neill había dejado en claro su admiración por Zinedine Zidane, el mismo que lo había elogiado cuando convivieron en Juventus y que por aquel entonces era el entrenador del Real Madrid. “Era un fenómeno. Hoy soy hincha del Real Madrid por él”, reconoció.