El 2025 de Boca es un año totalmente para el olvido. Y en absolutamente todo lo negativo que sucedió, la responsabilidad es 100% de Boca. La derrota con Belgrano parecería ser una más en un torneo normal, pero la realidad y la acumulación de caídas similares no hacen más que aumentar la tendencia autodestructiva que tiene el Xeneize últimamente.
Recapitulemos un poco: el año comenzó con un Fernando Gago que ya no había cumplido los objetivos que tenía para cerrar la temporada anterior, y lo hundió todavía más en los primeros meses de esta campaña. Eliminado en el repechaje de la Copa Libertadores ante Alianza Lima por penales y en La Bombonera, para sumar un segundo año consecutivo sin copa, y en este caso sin competencias internacionales.
Luego, la derrota en el Superclásico. Cuando Gago había encontrado un rendimiento regular en su equipo, eligió cambiar defensivamente para enfrentar a River y lo pagó caro, con una derrota y su posterior renuncia. Tras un interinato de Mariano Herrón, tampoco se cumplió la meta de ganar el Apertura, ya que Independiente eliminó al Xeneize, en Brandsen 805, en la instancia de cuartos de final.
Llegó Miguel Ángel Russo para el Mundial de Clubes, y tanto ante Benfica, con el memorable empate, como la derrota (digna, pero derrota en fin) contra Bayern Múnich parecía haberse despertado un nuevo gen en Boca. Un gen de entrega, sacrificio y de hambre de victoria. En cambio, el espíritu autodestructivo volvió a brotar y el equipo de la Ribera realizó un papelón ante Auckland City, empatando cuando tenía la posibilidad de golear y soñar con una clasificación a octavos de final.
En el regreso a Argentina, se gestó la tan ansiada vuelta de Leandro Paredes. Cuando la emoción por semejante retorno todavía estaba a flor de piel, otro cimbronazo sacudió al equipo: con él en cancha, Boca quedaba eliminado de la Copa Argentina en 16avos de final, lo que dejaba al Xeneize solamente con el torneo local como competencia para lo que restaba del año.
Acomodado en el Torneo Clausura, y sobre todo en la tabla anual, Boca tenía aún tres objetivos por delante en el 2025: ganar el Superclásico, salir campeón y clasificar a la próxima Libertadores. El camino a este último parecía allanarse mediante la tabla acumulada, pero los últimos partidos disputados empezaron a truncar la historia.
El Xeneize dependía de sí mismo para meterse en la copa por la anual, pero sacó 5 de los últimos 15 puntos posibles y hoy debe especular con los resultados de sus competidores -River, Rosario Central, Argentinos Juniors y Deportivo Riestra- para conseguir esta meta.
La derrota ante Belgrano no solo ingresa en esta mala racha de Boca, sino que engloba otras cuestiones. Era un triunfo que resultaba fundamental para el público xeneize, ya que era brindarle un homenaje completo a Miguel Ángel Russo en el primer encuentro desde su fallecimiento. En cambio, el equipo no pudo ganar e incluso perdió el invicto que tenía en el año en Brandsen 805, algo que, quizás, era lo único con lo que podía sacar chapa en el 2025. Y justo en la previa del Superclásico.
De manera consciente o inconsciente, este año para Boca ha sido completamente autodestructivo. Cada vez que se le presentó una oportunidad para conseguir algo (clasificación a la Libertadores, ganarle a River, ganar el Apertura, clasificar a octavos del Mundial de Clubes, pelear por la Copa Argentina, volver a la Copa Libertadores en 2026 y luchar por el Clausura), el propio equipo no estuvo a la altura y dejó decepcionantes actuaciones y resultados.
La única buena noticia es que Boca aún está a tiempo de revertir la situación cumpliendo las tres metas que restan para este año. Perder con River, no ganar el Clausura y no clasificar a la Libertadores serían cuestiones que, sin dudas, generarían que todo vuele por los aires. La tendencia aún es reversible, y como esta propia autodestrucción que lleva el club en el 2025, depende de sí mismo para lograr el cambio.
