Ángel se subió a la Scaloneta cuando ya estaba en marcha. Después de quedarse afuera en el último recorte de 26, algunas lesiones aparecieron y el fútbol se acordó de él. Del pibe que perdióa su viejo a los diez años, que se rompió el lomo por ser profesional, que sigue ayudando a los suyos y que ¡hasta la peleó conun problema cardíaco para llegar a ser campeón del Mundo!
Tras ser parte de todo el proceso, a Ángel Correa parecía que iban a taparlo Julián Álvarez y Nico González, ambos con una recta final sorprendente. Pero allí se quedó el rosarino, aferrado a su ilusión y con su familia como pilar. Finalmente, el llamado de Lionel Scaloni llegó y hace más de una semana volvió a su casa con el orgullo de poder gritar “¡Soy campeón del Mundo!”
Sencillo, humilde y buen compañero. Todos los miembros del plantel le tienen un gran cariño, es uno de los más cercanos a Lionel Messi, por más que no lo muestre frente a las cámaras, y desde muy chico la vida lo sacudió fuerte. Nació en Las Flores, “un barrio muy jodido” donde le tocó “perder amigos por estar en el lugar equivocado”,lloró la partida desu padre siendo apenas un niño y a la de su hermano dos año más tarde.
Así, desde la primaria le pelota dejó de ser un juguete para Angelito, que siempre confió en que su gambeta podría darle de comer a su familia.Hizo Inferiores en San Lorenzo, vivió en la pensión contento porque “ahí tenía comida” y poco a poco fue creciendo como futbolista. Cada viático o dinero que lograba conseguir, claro está, era para su familia.
De la mano de Juan Antonio Pizzi debutó en Primera, se afianzó con Patón Bauza en el banco y en un abrir y cerrar de ojos apareció Atlético de Madrid. El Colchonero pagó 8 millones de dólares por el 60% del pase y el pibe que se levantaba gambeteando el hambre pisó Europa como toda una figura.
Aunque claro, la vida tenía una batalla más para Correa. Un tumor benigno lo llevó a que en España salte una anomalía cardíaca ytuvo que ser operado a corazón abierto en Nueva York. “No tenía miedo de morirme, sí cagazo de no volver a jugar”, le confesó luego el punta a el diario El País.
Pero en 6 meses volvió. Resciliente y con hambre de gloria. Como ante cada adversidad, Angelito puso el pecho. La peleó, se convirtió en una estrella para el Cholo Simeone en el Atlético de Madrid y, sin tener muchos minutos pero siendo una pieza clave en el ciclo, festejó la tercera Copa del Mundo de la Argentina. ¡Ya era campeón antes, ni hablar ahora!