Hace unos meses, para Maitena Riffel el mundo se le puso patas para arriba. Con apenas 20 años entendió que la vida puede ser tan cruel como desleal. Eso sintió en mayo pasado, cuando su novio Ivo Herbel, con quien salía desde los 14, murió en un accidente en la ruta.

A esa altura del año, ya tenía todo listo o estaba ultimando los detalles finales para viajar a Qatar a trabajar. “La idea inicial era estar allá, mejor dicho acá, para trabajar y ahorrar plata durante el Mundial. Pero en mayo de este año mi novio desde los 14 años falleció en un accidente. Realmente quería cancelar todo. Pero estaba todo muy avanzado y era complicado hacerlo. Mi familia me decía que tenía que venir, pero yo sentía que no iba a poder con tanta angustia”, le cuenta Maitena a Bolavip, desde Qatar, a unos 13.300 kilómetros de General Ramírez, en Entre Ríos, la ciudad en la que nació y a la que ama volver para estar muy cerca de los suyos.

Todavía le dura la felicidad. Todavía su voz suena rasposa, como si tuviera la garganta con arena. Maite, como tantos miles de argentinos, estuvo en el Estadio Lusail para ver la final entre Argentina y Francia. La final a la que no podría haber ido si no fuera porque alguien le envió un ángel de la guarda.

Angelada, así se sintió, así se siente hoy, Maite contó en una nota que se había gastado todo lo ahorrado en los partidos de la Selección. Tanto, que en la semifinal ante Croacia, lo que había juntado le daba como balance cero. “Quería juntar plata, pero me terminé gastando todo hasta la semifinal. Dudé, hablé con mis papás y decidimos que comprara la entrada para la semi y si pasábamos, después veía. Y mirá cómo se terminó dando. Estoy feliz y agradecida, me gasté lo que había ahorrado en la entrada hasta las semifinales del mundo y no me importó, fue una de las mejores inversiones que hice”, cuenta la entrerriana. Fana de la Selección argentina y de Boca por herencia familiar, los partidos del Mundial oficiaron como piedra bautismal. Maite, hasta Qatar 2022, nunca antes había ido a la cancha.

Maite, con su entrada en el Estadio Lusail

Aquella nota previa a la gran final con Francia tuvo una interlocutora inesperada: Celia María Cuccittini, la mamá de Messi, que estaba en Qatar para ver cómo su hijo, al fin, coronaba su reinado en la Copa del Mundo. Conmovida con su historia, Celia le pidió a su hija María Sol que se comunicara con Maite porque quería invitarla a la final. “Pensé que era una broma. Me dije ´no puede ser, estoy viendo mal, esto no puede ser real´. Me tomó muy por sorpresa, ni lo imaginaba. No entendía nada. Le contesté porque entré al perfil y me di cuenta que era ella, María Sol, la hermana de Messi”, sostiene. “Ella estaba ocupada en otras cosas más importantes, estaba pensando en su hijo y tuvo tiempo de pensar en mí. Es increíble, eso los pinta de cuerpo entero”.

Maite contó, post partido, cómo pudo ver la final entre Argentina y Francia

El encuentro fue con Rodrigo Messi, otro de los hermanos del crack argentino. Le dio la entrada, obsequio de su mamá, y le confesó que estaba súper nervioso por la final. “Rodrigo fue súper simpático, amable, simple. Me la dio la entrada y no me pude contener: lo abracé. Con estas cosas te das cuenta lo que son, sin conocerme ni saber nada de mí pensaron en mí. Estaba re nervioso por la final, como todos”, señala con una gran sonrisa que puede palparse, por más que la comunicación sea por teléfono. Claro, hay emociones como la felicidad (la tristeza también, por qué negarlo) que traspasan cualquier dispositivo y, prepotentes, se imponen como si fueran en vivo.

Maite junto con Rodrigo Messi, el encargado de darle la entrada cortesía de Celia, la mamá de Lio

El viaje de sanación que emprendió Maitena tuvo un cierre a toda orquesta, con Messi y la Selección argentina en lo más alto del mundo. “Yo sé que me lo mandó él (por Ivo, su novio), estuvo presente desde el primer partido. Estuvo de otra forma, muy especial. Éramos muchos argentinos acá en Qatar, salieron notas de muchas personas que estaban buscando entradas y él quiso que fuera yo. La nota que disparó todo la hicimos el viernes, salió el sábado a la mañana y la mamá de Lio la vio a la tarde. Esto no puede ser coincidencia, estoy segura que él hizo algo para que me pasara esto. Esto es su alma y sus manos que están puestas en esta acción. Él me lo mandó definitivamente”, afirma y deja traslucir toda su esencia y gratitud para un gesto, una acción que, más temprano que tarde, la ayudará a cerrar (pero nunca olvidar) el dolor más profundo que puede sentir una persona: la pérdida de un ser querido y amado.

Maite retornará al país en febrero próximo para volver a juntarse con sus padres y sus abuelos, con sus primos y sus amigos. Con los suyos, los que más extraña y los que la impulsaron a emprender el viaje a Qatar, en medio de su mayor tragedia. Volverá con una premisa: comer y sentir los sabores y aromas argentinos juntos con sus seres más queridos. Esos que dejó por un puñado de meses pero que jamás olvidó. “Extraño nuestra comida -cierra la charla con Bolavip, nuestras costumbres, nuestras tradiciones. Acá se come con mucho picante y no es la misma comida. Descubrí el sabor y el olor árabe, tan particulares. Y, por momentos, no lo quiero sentir más, pero me queda un tiempito para cerrar esta etapa que, el domingo pasado, podría decir que tuvo un final feliz”.