Bajo el marco de la segunda jornada del Grupo A del Mundial de Qatar, la Selección de Ecuador igualó 1-1 frente a su par de Países Bajos. El elenco dirigido por el argentino Gustavo Alfaro incomodó a los europeos, y lo puso contra las cuerdas, pero no logró superarlo en el resultado.
El empate benefició a los ecuatorianos, ya que les permitió matener el liderato de la zona, la cual comparte con su último rival. Y si bien ahora para meterse en octavos de final deberá rescatar al menos un punto ante Senegal, el próximo martes 29 de noviembre, Alfaro dejó de lado su rol de director técnico y sorprendió a todos los medios presentes en la conferencia de prensa con un análisis de lo que está viviendo.
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La historia del ex entrenador de Boca y Huracán comenzó hace 30 años en Atlético Rafaela, el equipo de su ciudad al que dirigió tras su retiro como futbolista profesional. Pero también hubo un niño que soñó, y cumplió varios de sus objetivos.“Te agradezco la pregunta y te la contesto como Lechuga. Es muy emotivo, es muy lindo“, inició el DT.
En medio de su declaración, a la que sorprendió a propios y extraños al afirmar que respondería en base a su apodo, al cual utilizó para hablar de los sentimientos que lo llevaron hasta Qatar, a disputar su primera Copa del Mundo, y formar parte de la historia grande del fútbol: “Le dije a los jugadores que no me importaba el resultado, que me importaba la demostración de actitud que tenían que tener. Queríamos que fuera una noche épica, de dejar una página linda en la historia”, afirmó.
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“Después de clasificar a la Copa del Mundo y volví a Rafaela, a mis raíces, para conectarme con mi propio ser. Me había pasado que no pude festejar, no saqué afuera ese ser emocional que uno necesita para estar a la altura en esta cita. Era como el profesional se había apoderado de la escena. Y había mandado a ultratumba al ser emocional, al ser que vive, que palpita, que sufre, que sueña. Que ve como esto un sueño cuesta arriba imposible de alcanzar”, relató.
La palabra del DT continuó con una anécdota del momento en que se cruzó a un enorme grupo de niños: “Y me acuerdo que había no menos de 150 chicos de entre 8 y 12 años, a los que les dije que nunca permitan que nadie les diga que no hay un sueño que no se pueda intentar, que no hay una lucha que no se pueda dar. Porque muchas veces cometemos el error de tener temor, que en este ámbito tan impiadoso, a veces cruel, injusto, despiadado en algunos costados que suele ser el fútbol, decir que uno puede soñar puede ser tildado de cualquier cosa. Y yo digo lo que me mantiene en pie, y me permite disfrutar, porque obviamente dentro de la cancha quiero ganar y lo vivo con intensidad, es porque ese ser emocional se apoderó de mi. Porque hoy Lechuga está a la par del entrenador, y ese niño que yo soñé la primera vez que pateé una pelota y me enamoré del fútbol está al lado mío, y está viviendo este sueño. Y es la demostración que se puede lograr“, completó Gustavo Alfaro en medio de la conferencia de prensa, y ahora irá en búsqueda de seguir haciendo historia con un seleccionado ecuatoriano con muchísimo recambio y con una de las mejores generaciones de futbolistas de dicho país.
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