En 2016 le escribía, lleno de impotencia y dolor, una carta abierta a Lionel Messi. En ella, le pedía al 10 que hiciera lo que quisiera pero que pensara en quedarse, tras perder la final de la Copa América Centenario ante Chile por los penales. Abatido, ese 27 de junio de 2016, Messi anunciaba lo indecible: “Se terminó para mí la Selección. Es increíble, pero no se me da”.

Conmovido, Enzo Fernández, un pibe -como hoy, como ahora- de 15 años (17 de enero de 2001) le pedía a su ídolo, a su Dios pagano, que no claudicara: “Cómo te vamos a convencer nosotros que somos unos muertos. Cómo te vamos a convencer nosotros que en nuestra vida tuvimos el 1% de presión que tenés en tus hombros, que te levantás a la mañana y te mirás al espejo y sabés que una multitud de más de 40 millones de habitantes no solamente quieren que hagas las cosas perfectas, sino que ridículamente se ha impuesto que pueden exigírtelas”.

El posteo en su cuenta de Facebook, hoy viral, mostraba la esencia de un jugador de inferiores que soñaba con cosas grandes, como las que hoy protagoniza Enzo a sus 21 años. “Hacé lo que vos quieras Lionel pero por favor pensá en quedarte. Pero quedate para divertirte, que es lo que esta gente te ha quitado. De pibe seguro soñabas con representar a este país y divertirte. Jugá para divertirte que, cuando vos te divertís, no te das una idea de lo que nos divertimos nosotros”, lo despedía.

De aquel día al domingo 18 de diciembre pasado transcurrieron 6 años, 5 meses, y 20 días. O, según el gusto, 2365 días, da lo mismo. Una y otra vez, Enzo Fernández entendió que el camino largo y pedregoso era la única opción para cristalizar los anhelos que de chico arropó en su corazón.

El jugador nacido en San Martín, en el conurbano Norte de la provincia de Buenos Aires, arribó a River cuando tenía apenas 5 años. Llegó proveniente del Club La Recova de baby fútbol, con su mochila de fantasías a cuestas para construir, para hacer. Siempre, dispuesto para aprender. Lo hizo al club que lleva en su corazón por herencia familiar. Su nombre, Enzo por supuesto, responde a la idolatría que sus padres tenían por Enzo Francescoli.

En La Recova, justamente, dio sus primeros pasos hasta que Pablo Esquivel, técnico que lo enfrentó cuando trabajaba en el club General Guido (y también en las divisiones menores de River), vio todo su potencial. Enzo era un nene que ya descolaba y, por eso, Esquivel se animó a recomendárselo a Gabriel Rodríguez, el coordinador general de inferiores del Millonario, que había un pibe que “la rompía toda”. Por eso, contó Esquivel, “empecé a investigar dónde vivía y llegué a la casa de Enzo para hablar con Raúl y Marta, sus padres. Él iba al jardín. Primero me dijeron que no, porque creían que era muy chiquito para jugar en cancha de 11. Tuvimos unas charlitas, pero ese año no lo llevaron. Por suerte, lo llevaron al año siguiente”.

Camino al andar:

Una vez que se calzó la camiseta de River, Enzo Fernández empezó a jugar siempre como titular. Al menos, en infantiles, donde se convirtió en el cacique de cada categoría en la que le tocó jugar. Luego, cuando subió de infantiles a inferiores, al menos al principio, el cambio no lo benefició.

Enzo perdió espacio en novena y recién en octava, con Jorge Gordillo como DT (campeón de todo con River, incluidas las Copas Libertadores, Intercontinental e Interamericana) confió en el volante que, para volver a ser tenido en cuenta, le pidió a sus padres entrenar en doble turno y contar con una nutricionista que lo ayudara a acomodar las comidas.

Detallista lúcido dentro del campo de juego, Fernández aprendió a comportarse como un gran profesional desde muy chico. Para él, entrenar era estar más cerca de lo que pretendía. Y sabía que, en ese camino, podría mejorar para recuperar protagonismo. Tal vez allí este su verdadero don, ese que, post final, afirmó tener por obra de Dios. A partir de allí, su evolución fue arrolladora. En séptima división, casi sin escalas, empezó a entrenarse con la Reserva hasta que debutó en Primera a comienzos de 2020, cuando Marcelo Gallardo decidió que saltara del banco a la cancha ante Liga de Quito, en un partido por la Copa Libertadores.

A mitad de ese año, pasó a préstamo por una temporada a Defensa y Justicia. En el Halcón de Florencia Varela logró tener continuidad y demostró su enorme potencial futbolístico. En poco tiempo, se hizo vital en el equipo de Hernán Crespo que se coronó campeón de la Copa Sudamericana 2020. Enzo disputó como titular la final del torneo continental, donde su equipo demolió 3-0 a Lanús. Luego, con Defensa, también fue parte clave para la obtención de la Recopa Sudamericana 2021 ante Palmeiras.

Sus actuaciones no dejaban duda alguna y, a mediados de 2021, Gallardo reclamó su retorno antes de tiempo. Una vez más, el Muñeco no se equivocó y el volante tuvo más minutos de juego hasta asentarse como un imprescindible del medio campo que aprovechó la experiencia de dos curtidos volantes como Enzo Pérez y Leo Ponzio.

Fernández absorbió todos y cada uno de los conocimientos que pudo. Como una esponja, se empapó de la sapiencia de sus compañeros, se dejó guiar y el efecto no fue otro que mejorar partido a partido. Fernández se convirtió en el termómetro del mediocampo de River que accedió Campeonato de Primera División 2021 y al Trofeo de Campeones de la Liga Profesional luego de derrotar 4 a 0 en la final a Colón de Santa Fe.

Tras sus buenos rendimientos en River, el 3 de noviembre de 2021 fue convocado por Lionel Scaloni para disputar la doble fecha eliminatoria para la Copa del Mundo 2022, en las que Argentina se enfrentó con Uruguay y Brasil.

A partir de su brillante rendimiento, a mediados de 2022 fue transferido al Benfica por 18 millones de euros, donde juega actualmente. El pase de Sudamérica a Europa no lo amilanó. Por el contrario, se animó a más y desde Portugal, por juego, lo obligó a Lionel Scaloni a pensarlo entre los convocados con posibilidades para estar en Qatar 2022.

Enzo supo esperar su turno, por detrás de Leandro Paredes y Guido Rodríguez. La derrota 1-2 ante Arabia Saudita en el debut mundialista de Argentina movió las estanterías de la Selección y ante México pudo jugar sus primeros minutos. Tan importante se hizo su ascendencia en el equipo que el golazo que le marcó a México, sumado al cambio de ritmo que le dio al medio campo argentino que Scaloni lo puso de titular desde el partido con Polonia. El revulsivo Enzo Fernández, junto con Rodrigo De Paul y Alexis Mac Allister, fue una pieza esencial para que equipo de Lio Messi se alzara, 36 años después, con la Copa del Mundo.

Enzo Fernández, un pibe que soñó y no claudicó. Uno de los tantos chicos que hace poco más de seis años le escribía una carta abierta a Messi, su gran ídolo. Uno que hoy juega con Messi y que enseña que a los sueños hay que acompañarlos con trabajo, entrega y mucho corazón. Una simbiosis perfecta para entender que el esfuerzo no se negocia. Ese es Enzo Fernández, el volante que reescribe la historia del fútbol argentino.