Nuestro fútbol ha tenido a miles de jugadores recorriendo canchas a lo largo de Chile y muchos han quedado en la memoria del hincha. Unos, por buenos futbolistas. Otros, por todo lo contrario. Y otros, por sus hermosos apodos que han pasado a la historia.
Hay algunos que son inolvidables, lo suficiente para que ni siquiera sepamos el nombre del jugador. Cuando te preguntan por él, tú de inmediato dices el apodo y el apellido. Es lo que importa.
Tras esos rótulos hay historias chistosas, tristes, increíbles y/o incomprobables. Todas suficientes para que el futbolista se ganara una nominación para la eternidad.
20- Misterio: Marcelo Muñoz.
Un volante que quizás no recuerdas, pero vale mencionar que ascendió a Primera División con Iquique en 1997 tras ganar el Clausura de Primera B. El apodo, es tal como se lee. La mitología cuenta que se debe a que cuando juvenil, la gente no sabía si era bueno o malo. Por ende, todo era un misterio. Historia inigualable para comenzar este listado.
19- Hormona: Mauricio Gómez.
Campeón con Universidad de Chile en el Apertura 2009. Su apodo se debe a que en las inferiores su estatura y su físico era superior al de sus compañeros. Ahí marcaba las diferencias suficientes que le permitieron llegar al primer equipo de los azules en 2006. Ya en el fútbol profesional militó en ocho clubes nacionales y en el Universitario de Sucre boliviano.
18- Caballero del gol: Marco Olea.
Campeón con Universidad de Chile en el Apertura 2004. Cada vez que anotaba, independiente del club en el que estuviera, festejaba con una corbata en el cuello. El problema era dónde se guardaba la corbata: entre el calzoncillo y el short… o dentro del calzoncillo. Por ende cada vez que se ponía la corbata el olor debe haber sido inolvidable.
17- Jalea: Miguel Hernández.
Un delantero que como profesional jugó en Santiago Morning ocho años y en Universidad de Concepción un año. Generalmente estamos acostumbrados que los atacantes tengan apodos que metan miedo, pero aquí no se cumplió el patrón. No hay referencias del origen del rótulo “gelatinesco”. El apodo es bueno, sin embargo, le falta consistencia.
16- Cimbi: Cristián Cuevas.
Campeón con Universidad de Chile en el Apertura 2014. ¿Dónde nace el apodo? Cuenta la leyenda que un técnico de la cantera en O’Higgins le puso así, porque jugaba con garra y para no decirle “Simba”, le decía “Simbi”. Aquí hubo una modificación ortográfica, dado que en ninguna parte se lee con “S”. Algunos incultos por momentos le decían “Cindy”.
15- Mariachi: Jonathan Núñez.
Campeón de Primera B con Curicó en 2008. Este volante heredó el apodo en honor a su padre, así de simple. Catorce años de carrera en siete clubes de nuestro país y es de esos futbolistas que la gente no sabía su nombre, sino su apodo. También es de esos jugadores que nacieron en un club (Rangers), pero tuvieron su mayor logro en el clásico rival.
14- Torta: Óscar Opazo.
Dos veces campeón de Chile con Colo Colo: en el Transición 2017 y en el 2022. La historia del apodo, contada por Joel Soto: “Yo jugaba con un tío de Óscar, al que le decíamos el ‘Care’torta’. Cuando Óscar pasó al primer equipo le pusimos como al tío. Él nunca se molestó”. En este caso hubo una alteración en la denominación. Por suerte para el jugador.
13- Zombie. Fabián Núñez.
El apodo nació en Coquimbo Unido cuando el delantero estuvo en la escuela de fútbol a los 15 años. Según contó alguna vez el jugador, un amigo del barrio fue el que le empezó a decir así. Las razones nunca se han hecho públicas, si son por algo físico o por sus apariciones fantasmales jugando como extremo izquierdo en seis clubes de nuestro país.
12- Arcángel: Gabriel Vargas.
Bicampeón de Primera División y campeón de Copa Sudamericana con Universidad de Chile. Todo en 2011. “Estaba partiendo en Concepción y le hice tres goles a Lota Schwager. Era Semana Santa y un relator me puso ‘el arcángel’”, contó el artillero en alguna ocasión. Un gran apodo que nació gracias a una festividad.
11- Manteca: Ricardo González.
Tricampeón de Copa Chile entre 1992 y 1994: las dos primeras con Unión Española y la tercera con Colo Colo. “Cuando jugaba en San Felipe mi compañero Eduardo Nazar me decía ‘Manteca’ por la manera de jugar, de gesticular, por la manera de pegarle al balón. Me decía que le ponía mucha manteca al tema”, dijo el defensa en su momento.
10- Pichunga: Iván Herrera.
Esta historia es hermosa. Dicen que cuando era niño le dijo a sus amigos “vamos a jugar una pichunga”, en vez de decir una “pichanga”. El error no se lo perdonaron y quedó grabado para siempre. Como dice el dicho: con esos amigos, para qué queremos enemigos. El volante jugó en nueve clubes chilenos en doce años de carrera profesional.
9- Carecacho: Arturo Torres.
Las hizo todas. Como técnico jugador fue tricampeón con Magallanes y campeón invicto con Colo Colo. Además jugó con la Roja en Uruguay 1930. Vamos al apodo. “Mi papá nació con un porotito en la frente. Los doctores querían extirpárselo y dejarle una cicatriz. Él decía que entre el poroto y la cicatriz, prefería el cacho, que era de su propia carne”, contó su hija.
8- Fifo: Luis Eyzaguirre.
Fue campeón en cinco ocasiones con el Ballet Azul y jugó en los mundiales de Chile 1962 e Inglaterra 1966. Su apodo tiene fecha exacta de nacimiento: el 23 de octubre de 1963. Ese día los ingleses celebraron los 100 años del fútbol con un partido con estrellas y jugó el chileno en Wembley. A partir de ahí los medios y la gente comenzaron a decirle Fifo.
7- Lomo liso: Benjamín Vidal.
Campeón de Primera División con O’Higgins (2013A), Universidad de Chile (2014A) y Universidad Católica (2019). El origen del rótulo en voz del protagonista. “Me dicen así porque no demuestro nervios. Ese apodo me lo pusieron mis compañeros en O’Higgins. A veces se tiene nervios, pero no se demuestran”. Humildad ante todo.
6- Pata bendita: Osvaldo Castro.
Es el máximo goleador en la historia de Chile (contando clubes y selección) con 376 goles en 662 partidos y el sexto máximo anotador en la historia de la Liga MX con 214 tantos. Su apodo es un homenaje a su tremendo zurdazo, con el cual se consagró en el América de México. Lo hecho en 1974 fue notable: goleador de Primera División y la Copa México.
5- Carecueca: Francisco Rodríguez.
Campeón de Primera B con Wanderers en 1995. La razón del apodo es hilarante. Según cuentan en la Quinta Región le empezaron a decir así por cómo le cambiaba la cara cuando lo hacían bailar cueca. Igual vale la pena la explicación, porque más de alguno, erradamente, lo relacionaba a un apodo por fiestero o amigo de la noche.
4- Parafina: Víctor Morales.
Campeón de Primera B con San Luis y La Calera. Quién mejor que el defensa cuente la verdad. “Cuando chico tuve un accidente: tomé parafina en vez de agua. Estuve bien grave en el hospital. Me tuvieron que entubar porque me había entrado a los pulmones”. Un buen apodo, pero que no quita que sea una burla a un momento complicado.
3- Pistola: Cristián Flores.
Campeón de Primera B con Wanderers en 1995. La verdad del apodo fue revelada por el volante. Él vivía con su madre, quien no tenía dinero para hacerle un regalo de Navidad. El sueño del niño era una pistola de juguete, tal como tenían sus amigos. Y la mamá le cumplió el deseo cortando un pedazo de madera y haciéndole una pistola. Una historia emotiva, que elimina mitos sobre el origen fiestero o delictual del apodo.
2- Candonga: Juan Carreño.
Si vamos a la RAE, existen muchas definiciones y la única que tiene sentido es “príncipe de los ángeles rebelados”. Un tipo gozador que no se vio afectado por ello para llegar a ser un gran delantero, donde brilló en Unión Española, en una campaña que le permitió llegar a México. Un tipo que no aguantaba que lo pasaran a llevar y hay dos ejemplos claros: cuando agarró a combos a Hernán Caputto y cuando dijo que Iván Zamorano lo dejó fuera de Francia 1998 para llevar a Manuel Neira.
1- Discoteca: Carlos Núñez.
El único extranjero del listado, el uruguayo que jugó en La Calera en 2018. “Al principio no me gustó (…) suena lindo cuando está todo bien, pero cuando no juegas o te lesionas todo el mundo piensa que andas de joda”, contó el delantero en alguna oportunidad. Obviamente el apodo nace de sus gustos nocturnos y que más encina han traído cola. Claro, porque a su hermano menor Facundo, le dicen “Matiné”. Esperemos que alguna vez llegue al fútbol chileno y a este listado. Hermosa herencia.