Luis Mena le pone el pecho a las balas sobre lo que pasa con La Roja Femenina. El técnico de la Selección Chilena asume un riesgo a la hora de conformar la nómina para disputar los Panamericanos. Christiane Endler y Antonia Canales partieron a sus clubes en Europa, pese a que por esta última hubo un acuerdo con el Valencia, que dicen en la ANFP que no se respetó.
La osadía le salió cara a la Selección y a Mena, quien sufre un nuevo revés, pierde a las dos arqueras y, además, deja ir a Karen Araya y Camila Sáez, quienes también van a España.
“No lo dejo a la pasada. Siento que el gran pecado fue confiarnos del Valencia, del acuerdo que había. Si Antonia (Canales) siguiera acá, no no estaríamos en este escenario“, expresó Mena.
Además, Mena reconoce su error: “Lo habíamos visualizado de esta forma, nunca esperamos que no cumplieran el acuerdo y me hago responsable de haber traído de Karen y Camila, sabiendo que se iban antes”, agregó.
Igualmente, Mena fue categórico al decir que “confiamos en este plantel, sabemos que en este tipo de torneos todas son importantes y vamos a presentar con el objetivo de ir a ganar (…) Lógicamente, sí hay situaciones que hay que mejorar y corregir“.
No hubo presiones
Junto a un ofuscado Luis Mena, quien jugó al misterio sobre la futura arquera de La Roja ante México por el oro panamericano, estuvo el gerente de selecciones, Rodrigo Robles, quien ratificó que el Valencia no le cumplió el acuerdo previo para tener a Canales, quien sería la que debía atajar mañana.
“Se dialogó y gestionó con el club de nuestra segunda arquera, Antonia Canales, el club Valencia de España, la posibilidad de ajustar de común acuerdo la fecha de su estadía en los juegos. Sin embargo, el acuerdo fue distinto. Ella se presentó en tiempo y forma para el inicio de la Fecha FIFA, pero fue autorizada por su club a presentarse en una fecha posterior con el objeto de estar presente en la disputa de medallas“, indicó Robles.
Sobre una posible presión para que Canales se quedara pese a la petición de Valencia, Robles reconoció que “nos reunimos con su mamá en el restaurant del hotel, conversamos gratamente, del fútbol, de la carrera y de la situación que nos complicaba del cambio en la circunstancia del no cumplimiento del compromiso (…) Antonía tenía muchas ganas de disputar el oro, nos dijo que tenía que respetar el lineamiento de su club por el que está contratada, nos despedimos y la llevó al aeropuerto eso fue todo“.
Robles, además, argumentó que “previo al juego de semifinales, el Valencia informa que producto de la lesión de su portera titular este club no estaba en condiciones de llevar a cabo el compromiso adquirido por La Roja. Por ende, la jugadora debía retornar a su club al final del período de la reglamentación internacional, es decir, el 1 de noviembre”
Igualmente, el directivo agregó que “se insistió con el club que se mantuviese lo acordado ante la necesidad imperiosa, porque la planificación fue construida con los acuerdos establecidos con los clubes de ambas porteras. Si no se habría prescindido de una de las dos porteras”.