La carrera de Mirjana Lucic-Baroni es digna para aplaudir de pie. Marcada por un ascenso meteórico, un prolongado paréntesis y un inspirador regreso la tenista alemana de padres croatas irrumpió en el circuito profesional a finales de los años 90 con un talento precoz, pues ingresó al circuito WTA con tan solo 14 años tras un dominio absoluto en el circuito junior.
Un año después ganó el Abierto de Australia en dobles junto a Martina Hingis en 1998, convirtiéndose en una de las campeonas más jóvenes de la historia, y ese mismo año alcanzó las semifinales de Wimbledon, confirmando su potencial como futura estrella. Sin embargo, detrás de sus éxitos tempranos se escondía una dura realidad.
La carrera de Lucic-Baroni se vio fuertemente interrumpida a comienzos del 2000, tras confesar ser víctima de abusos físicos y económicos por parte de su padre, lo que la llevó a alejarse del circuito durante años. Y es que la deportista tuvo que huir a Estados Unidos junto a su madre y hermanos, lo que la llevó apenas a disputar dos partidos en torneos ITF entre 2004 y 2006.
La necesidad de reestructurar su vida fue más grande y es que los problemas económicos tras huir de Europa la obligaron a reinventarse. “Pasaron cosas inimaginables para la gente. Era un peligro para mí quedarme en Croacia”, reconoció Lucic Baroni al escapar de la violencia de su padre, a quien acusó de robarle gran parte de sus premios obtenidos en los ‘90.
Lo más impactante fue la justificación de su padre ante las acusaciones: “Si alguna vez la golpeé fue porque su comportamiento no era el adecuado y yo quería lo mejor para ella”, declaró, quien fue un decatleta olímpico yugoslavo.
La impactante redención de Lucic-Baroni
Tras años en la oscuridad del tenis, su regreso pleno se produjo recién en 2010, y en 2017 protagonizó una de las historias más emotivas del tenis moderno al llegar a las semifinales del Abierto de Australia, 18 años después de su primera gran actuación en un Grand Slam. “Algún día contare toda mi historia con detalles. Nunca hubiera soñado con estar de nuevo en semifinales de un gran torneo. Esto es una locura”, dijo en aquella oportunidad.
Actualmente, con 43 años, Lucic-Baroni vive junto a su esposo, dueño de restaurantes en Florida, Estados Unidos, y tras dejar años de violencia logró una vida feliz junto al tenis y la familia.“Me divierto cocinando junto a mi marido pero no en el restaurante. Allí solo voy a comer”, confesó.
