La experiencia que eligió vivir Sebastián Driussi hace ya varios años no es nada sencilla. En julio de 2017 dejó River para partir directo a Rusia, donde el Zenit lo esperaba. Vendido por 20 millones de euros, simbolizó la segunda venta más cara en la historia del club de Núñez hasta ese entonces, dejándole el 75% de los ingresos limpios. Casi tres años después, está completamente afirmado en el primer equipo, pero eso no quita que la gran distancia con su familia e amigos sea un peso cada vez más grande para pensar de manera reiterada en la vuelta a casa. En diálogo con Diario Olé, no tuvo problema en admitir lo que le cuesta de a ratos la situación.

"Se extraña mucho. El otro día un amigo me preguntaba qué tal llevaba el encierro y yo le decía que hace tres años que estoy en cuarentena. Y, más allá de todo, es la realidad: porque salimos poco, vemos poco a la familia porque son muchas horas de viaje, es muy lejos. Estoy acostumbrado. Es un sacrificio para todos, pero es para el bienestar de la familia, lo hago por eso. Acá antes de esta cuarentena cada tanto tratábamos de salir a cenar con mi esposa para distraernos un poco, porque vivimos encerrados, pero realmente el frío es muy incómodo", cuenta el delantero sobre el día a día en San Petesburgo.

Todo esto lo lleva a pensar, según sus propias palabras, de manera constante en un posible regreso al Millonario. Él sabe que va a volver, pero todavía no siente que sea momento. "Todas las vacaciones cuando vuelvo se me pasan mil cosas por la cabeza. Pienso: quiero volver a River, quiero volver a River, quiero volver a River, quiero estar en Argentina. Después de unos días de entrenamiento y con la cabeza un poco más fría se me pasa. Y estoy un poco más preparado, porque me pasa en todos los recesos: por ejemplo, esta última vez se me hizo más tranquilo, porque además sabía que mi familia iba a venir de visita después durante la pretemporada", reveló.

¿De las cosas que mas extraña? Sin dudarlo, la forma en la que el Muñeco Gallardo llevaba adelante las prácticas y cómo sacaba lo mejor del joven futbolista. "En River era muy distinto. Pero no sólo en los partidos: en los entrenamientos también. Esa competitividad en el plantel era tremenda, y nos pasó en todos los equipos de Marcelo. Podías hacer tres goles el fin de semana, pero si él te veía mal en un entrenamiento no jugabas, es así. Tenés que entrenarte al máximo, no te podés relajar un segundo porque los demás se mueren de ganas de jugar también".

Por último, dejó en claro que la presión constante del DT no era un peso para él, y que sueña con volver a tenerlo al mando de su equipo: "Yo no me permitía relajarme, y Marcelo tampoco te dejaba. Creo que era muy bueno que te estuviera encima permanentemente. Y eso no lo encontré todavía en ningún otro técnico. Por eso digo que me encantaría tenerlo de nuevo en algún otro momento de mi carrera, que me vuelva a dirigir, es algo que pienso muchas veces, ojalá pase. Me dejó muchas enseñanzas, como jugador de fútbol y como persona también. Sería muy lindo que la vida nos vuelva a juntar".