¿Por qué te tengo que disculpar? ¿Por decir que un hombre debe comportarse según las normas, ser coherente con su conducta y que no puede hacer excepciones para bastardear su juicio ético, su conciencia crítica y su criterio legítimo?
¿Por reprobar a sus enemigos y disculpar a sus amigos por que lo son? ¿Por sustraerse de afectos y pasiones? A ver, hablemos en serio, ¿de verdad quieres que te disculpe por apartarte del camino sin que los amores y odios rocen la lógica?
Por supuesto que te disculpo, y es más, no tendría que haber razones para no hacerlo. Porque nunca fuiste un benefactor de la humanidad, un santo varón y un valiente guerrero. Sólo te ganaste la vida pateando una pelota, y aunque eso sea reprobable para la policía de la moral y las buenas costumbres, tuviste tus defectos como todos, entonces, ¿para qué quieres que te juzgue?
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Con vos, la deuda está más que saldada, aunque jamás te la haya pagado y quiero que ahora lo sepas. Ahora que no estarás más en cuerpo presente y que no habrá forma alguna de que me la puedas cobrar, si es que alguna vez te animabas.
Yo no estoy tan seguro de que se acabe ese deporte tan argentino que es hablar de vos. Es más, desde el otro lado de la Cordillera, no debería tener la autoridad para ensalzarte o condenarte al infierno por siquiera invocar tu nombre y tu memoria.
Sin ese peso de más en mi consciencia puedo hablar de ti cuantas veces sea necesario, y no esquivar el bulto ni cambiar de tema. La paz está contigo y eso te eleva a un nivel más arriba de todos nosotros, los que te aman y los que te odian, incluso los que en estas horas se han dado volteretas al verte partir.
A partir de hoy, cada vez que te nombren no habrá un peso en mis espaldas que me impida amarlo o denostarlo, porque bien lo dicen todos, una persona no muere cuando su cuerpo pierde todos sus sentidos, se muere cuando se olvida y eso, quienes quedamos en este mundo pagano va a ser imposible que no lo hagamos.
Ya no habrá un pacto que haga que me acusen de patriotero, ni salvoconducto para ir al tiempo y lugar donde este amor germinó y floreció. Se acabaron las barreras físicas y mentales. Y eso me deja muy aliviado.
Pero habrá algo que aunque no nos guste va a ocurrir. Va a seguir estando la cancha, el fútbol, y va a seguir siendo ellos o nosotros. Va a seguir estando ese sitio mucho más terrible, mucho más hostil y mucho más irrevocable. Y vamos a tener que contestar en una cancha, porque no habrá otro lugar, porque seguiremos siendo pocos y pobre, y más encima seguiremos estando solos. A partir de hoy más solos que nunca. Pero con la deuda totalmente pagada.