Desde 2017 a la fecha, jornada tras jornada el futbol femenil en México debe padecer al enemigo del calendario. Los días y horarios de juego son un obstáculo al que se enfrentan tanto los propios equipos como sus respectivas aficiones, por no decir que el público en general. Así, por culpa de una calendarización fallida, las futbolistas pierden mucho previo al silbatazo inicial de cada partido.

Han habido juegos programados a las 10 de la mañana en viernes. ¿Quién puede verlos a esas horas? Por demasiado interés que tenga una persona en hacerlo, sus posibilidades son limitadas debido a las responsabilidades u ocupaciones que tenga en dicho horario. Y esa ausencia de espectadores termina por empujar las acciones de dichos partidos a la estadística, lo que es injusto e ingrato para las jugadoras, esto debido a que lo importante es verlas.

Recientemente aficionadas y aficionados se han visto afectados por la programación de partidos a la misma hora, es decir, empalmados. Ante esa situación, se obligan a elegir un solo juego, que de manera ponderante suele ser aquel que tenga un club protagonista del torneo en la cancha, reprimiéndose entonces la posibilidad de apreciar cómo juegan otros equipos sin tantos reflectores, daño colateral que abona todavía más el desprecio que tienen algunas instituciones por sus planteles femeninos.

“El calendario de la liga femenil está a merced del futbol varonil. La organización de los partidos de equipos femeninos depende de lo que pase con los equipos varoniles. ¿En qué sentido? En que no jueguen el mismo día los planteles, que tengan libre el estadio y no coincidan en horarios con juegos de Liga MX por cuestión de transmisión. En pocas palabras, no les importa el futbol femenil, no le ven éxito, por eso programan los partidos de esa manera. El argumento sigue siendo que las futbolistas no venden”, comenta Adrianelly Hernández, periodista que colabora en Diosas Olímpicas y conductora de Cancha y Aparte.

En su conversación con Bolavip México, Adrianelly ahonda en que la calendarización va de la mano con la percepción que las propias instituciones tienen acerca de sus representativos femeninos. Matiza que si los clubes no difunden, promueven y animan en torno a sus equipos, la asignación de horarios estelares seguirá sin ser considerada. Por el contrario, hay aficiones que desconocen información de sus jugadoras porque los clubes no les dan importancia.

“Hay muchos clubes que siguen sin entender que el arraigo es necesario para transmitir, por eso hace falta invertir en sus equipos y generar asistencia en estadios, así como mejorar los canales de comunicación. Ejemplos hay de que sí se puede, ahí está Tigres femenil, una institución que lo ha hecho muy bien y la afición quiere ver sus partidos. Rayadas, Chivas, América, Santos y Tuzas son otros planteles que tienen demanda y van en ese camino. Las aficionadas y los aficionados sí quieren ver sus partidos. No es excusa que digan que al futbol femenil nadie lo ve”, refiere.

Adrianelly está consciente de que falta demasiado para llegar a un trato equitativo en la calendarización y transmisión, por lo menos prevé media década más, sin embargo, invita a ver los avances que ha tenido la liga femenil en cuatro años de existencia como para que las futbolistas reciban un mejor trato en horarios y sedes de juego.

“Es notable que cada semana haya más aficionadas y aficionados que disfrutan el futbol femenil. Se puede ver en la interacción que existe en redes sociales. Hay futboleras y futboleros que se saben los nombres de las jugadoras, que están al pendiente de lo que hagan Allison González o Licha Cervantes, que quieren ver a Stephany Mayor. Si eso fuera de dos o tres personas, okey, te diría que no funciona, pero no es así. Esto va creciendo, solamente falta que las instituciones lo vean”, puntualiza.

¿Partidos a las 10 de la mañana? ¿Sábados a las 9 de la mañana en campos de entrenamiento y no en estadios? De entrada, un buen comienzo, tal como sugiere Adrianelly, es dignificar a las futbolistas permitiéndoles jugar en las sedes oficiales del escudo que representan y en horarios que no tengan como propósito mantener alejada a la afición.