Es la gran revelación de la Superliga. No sólo por sus looks extravagantes, también porque es el único equipo al que, por ahora, River mira desde abajo.
Aunque recién ascendido, Arsenal viene con un plan muy acertado que le permitió volvera a Primera y que hoy sigue produciendo alegrías: espera que el rival proponga y cuando lo lee pega fuerte y certero. Ataca lo más rápido que puede y rearma sobre la marcha y desde lo táctico para sostener.
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Arsenal tiene orden, es solidario y entiende que la desigualdad económica se compensa con trabajo y esfuerzo. Creo que por eso está siendo arrollador con todos los equipos que enfrenta.
Sergio Rondina, el de Merlo, ese que curtió las menores y se hizo pillo en el ascenso, no se enamora del marketing y la prensa. Prefiere mantenerse con los pies en la tierra y hablar de conceptos tácticos. Da cátedra a la hora de jugar y se vale de sus futbolistas, la mayoría provenientes de categorías menores, algunos de ellos desaseados por otros entrenadores. El huevo tiene el objetivo claro; pasar los 40 puntos teniendo en cuenta el promedio con el que cuenta cualquiera de los que recién sube.
La sensación de la Superliga no se desvía del objetivo, no se cree el cuento y sabe que una bofetada le puede costar muy caro. Rondina sabe que tiene jugadores humildes que han entendido a la perfección su mensaje. ¿La próxima batalla? San Lorenzo, que viene cerca, se reforzó bien y tendrá hinchada en la cancha del Arse.
Si me detengo en el medio entre lo que pasó y lo que viene veo a Arsenal aplastando al mejor estilo “Huevo Rondina, dejando su sello ofensivo lleno de profundidad, pensando el momento justo para lastimar al rival, como una guerra donde hay un solo ganador.