Con sufrimiento, otra vez el equipó culé se quedó con el tradicional trofeo en España. Primero lo echaron a Mascherano, luego se lesionó Suárez y sufrió. En el final también vio la roja Banega y los goles de Jordi Alba y Neymar en la prórroga le dieron un nuevo título.

Barcelona y Sevilla llegaban a la final de la Copa del Rey en alza en lo anímico: los catalanes habían ganado La Liga el fin de semana anterior, en tanto que los andaluces se habían quedado con la Europa League en la semana en Suiza. El primer tiempo en el Vicente Calderón fue a puro nervio: situaciones falladas de ambos lados, arqueros en una buena tarde y la roja para Javier Mascherano a los 38 minutos por último recurso cuando un rival escapaba solo frente a Ter Stegen.

A los 36 roja a Mascherano, a los 57 afuera Suárez lesionado, a los 90 expulsado Banega.

Allí cambió el encuentro y lo que era un claro dominio culé mutó en un desarrollo parejo hasta el final de esta etapa inicial. En el complemento se acomodaba mejor el equipo de Unai Emery, que tenía la más clara del juego con un remate del argentino Banega en el palo. Para colmo para los de Luis Enrique, a los 12 no pudo seguir Luis Suárez, lesionado, y en su lugar entró Rafinha. Después lo que siguió fue desesperación y poca claridad. De hecho, el juez amonestó a medio conjunto culé y echó también a Banega en el cierre, cuando Neymar se iba solo contra el portero. Y había alargue entonces…

La brillante asistencia de Messi lo definió.

Solamente siete minutos tardaría allí Jordi Alba para anotar el primero y desatar la locura de los 20 mil blaugranas que había en el estadio de Atlético de Madrid, que sufrieron hasta el final y celebraron de nuevo tras el segundo de Neymar en este tradicional trofeo local. ¡Salud, blaugranas!

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La lesión de Suárez:

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