Sacrificio, esfuerzo, talento y algo de suerte, todo eso es necesario para llegar a ser tenista profesional. Pedro Cachín demostró tenerlo todo, pero sobre todas las cosas el hecho de nunca bajar los brazos lo pusieron en situaciones inolvidables: ganar un título a nivel ATP, enfrentar a Novak Djokovic en la cancha central de Wimbledon o jugar contra Rafael Nadal -y ponerlo en aprietos- en el polvo de ladrillo de la Caja Mágica del Masters 1000 de Madrid.  

En cuanto abre la boca, le sale esa tonada cordobesa inigualable, es simpático, sincero y, sobre todas las cosas un apasionado por el tenis. Pedro Cahín habló mano a mano con BOLAVIP y repasó todos los temas: desde mudarse prácticamente solo a los 14 años, hacerse un camino en un deporte tan exigente y de tante presión, los años en los que tenía que lucharla para competir, su ingreso al top 50, el título de Gstaad, cómo fue jugar contra Djokovic en la central de Wimbledon y el pánico que eso puede producir, el gran gesto que tuvo Nadal tras enfrentarlo en Madrid y el por qué decidió alejarse momentáneamente del tenis.  

 -¿Cuándo aparece el tenis en tu vida y en qué club te formaste?  

 -Por lo que dicen, mi comienzo en el tenis fue cuando todavía no era consciente y ahí es cuando me pregunto si es algo que hice porque quise o porque me lo impusieron, pero a la larga te vas dando cuenta que es lo que sabés hacer. Dicen que arranqué en la costa, creo que era en Monte Hermoso, me vieron paletear con las paletas de playa con cuatro años y dicen que pasó alguien con conocimiento de tenis y les dijo a mis papás que jugaba bien y que podrían llevarme a practicarlo. Ese fue el primer paso, pero después me formé en el club Bell, yo soy de Bell Ville y hoy en día tengo el orgullo de tener una cancha con mi nombre.  

-¿Cuándo el tenis deja de ser un juego para ser una pasión?  

 -A mis 30 años estoy ayudando a un chico de 11 en Barcelona -ciudad en la que Cachín vive- y a otro de 14 en Bell Ville. En el chico de once me veo reflejado, yo era adicto al tenis y en él veo eso también, se la pasa en el club. Creo que pasión arranca desde muy temprano y te elige solo, es una cuestión que ves que lo hacés bien, algo te gusta y no podés parar. Recuerdo el salir del colegio San José e ir directamente al club. No era un buen estudiante y el tenis me ayudaba a escapar de los estudios.  

Pedro Cachín nació en Bell Ville y su formación tenística la hizo entre su ciudad natal y Villa María, Córdoba. (Foto: Getty).

 -¿Cuándo te das cuenta que podés ser tenista profesional?  

 -Hay un momento en el que yo me voy de Bell Ville a Villa María y ahí creo que fue. Yo tenía 12 o 13 años, yo empecé a viajar para entrenar a Villa María, a veces me iba en bondi y otras me llevaba mi abuela, entrenaba y me volvía con mi viejo que trabajaba en Villa María. Estuve unos meses así y en un momento dijimos con la familia que era necesario que me mude para poder entrenar doble turno y dedicarme al 100% al tenis.  

-Eras muy chico, ¿cómo fue eso de mudarte a Villa María solo?   

-El tenis es una escuela que es espectacular porque genera ciertas presiones y compromisos a temprana edad, pero da fortaleza y te forja de una muy buena manera. La decisión de ir a Villa María fue para dedicarme de lleno al tenis. A los 13 años viví en una residencia al lado de una academia bastante fuerte, ahí estuvieron Pablo Cuevas y Zeballos. Yo me entrenaba ahí con varios chicos y armamos un lindo grupo de un nivel parecido y éramos bastantes. Un año después nos mudamos de a pares y vivíamos dos por departamento y ahí sí que estábamos solo, yo viví con Joaquín Amaya me acuerdo y después con Calderón. Yo tenía como comodín que mi viejo trabajaba en el centro de Villa María y no se sentía tanto la soledad.  

-¿Ya sentías la presión a los 13 o 14 años?  

-Jamás tuve presiones por parte de mis viejos, todo lo contrario. Es más, te puedo decir que mi gran ejemplo fue mi viejo, yo siempre lo veía que iba a trabajar sin importar nada y ese era mi espejo para yo no dar ningún día por perdido, si llovía tenía que ir a entrenar, porque él me enseñó el esfuerzo, fue un aprendizaje silencioso. Aparecían presiones en mi cabeza, el tenis es un deporte caro, los familiares hacen un gran esfuerzo y la cabeza funciona así de manera automática. También hay presiones deportivas, pero eso es más superficial, el tiempo todo ubica en su lugar.  

-¿Quiénes eran tus ídolos del tenis cuando eras chico?  

-Tuvo suerte porque crecí con La Legión, así que podría decirte en todos ellos, tuvimos mucha suerte la verdad, me encantaban Coria, Gaudio y Nalbandian. Ellos me enseñaron a creer en un sueño y es muy difícil bajar un sueño a tierra. Cuando me viejo me daba el beso de las buenas noches y me decía que sueñe en grande, mi única referencia era la final de Roland Garros de 2004 entre Gaudio y Coria.  

Pedro Cachín en 2013. (Foto: Getty).

-¿Cuándo sentís que podés llegar a profesional?  

-El camino te va llevando, son etapas y uno quiere hacerlo lo más rápido posible, tanto en Futures, como en Challengers y en ATP. Los resultados se fueron dando y es un deporte que no engaña, sin consistencia no llegás. Puedo poner el año 2014 como un gran salto porque es cuando decido venir a vivir a España, arranqué el año entre el 600 y el 700 del mundo y cuando vuelvo a Sudamérica en octubre, hice semi en Córdoba y semi en Montevideo y ahí me di cuenta que me daba, porque terminé el año 250 del mundo. En esa etapa me di cuenta que siempre la iba a tener que luchar porque no era crack, pero sí podía tener buenas victorias.  

-Durante varios años oscilaste entre en 300 y 500 del mundo y recién me dijiste que no te considerás un crack, ¿no crees que es muy bueno ser el 300 del mundo de un deporte tan exigente?  

-El deporte en sí te pone en ese lugar. Yo sé que claramente si sos el abogado 200 del mundo seguramente estés tranquilo tomando sol en Bahamas. Este deporte tiene eso, es muy competitivo y para muy pocos. Lamentablemente y, en cierto modo, por suerte hay que pagar un derecho de piso que, si te sale bien, la recompensa es tan grande que te sentís con tal libertad de pararte ante el mundo y saber que no le debes nada a nadie. Me parece que vale la pena que sea así, que en este deporte seas el 300, 400 o 500 del mundo y seas “nadie”, que no se malinterprete, me refiero al esfuerzo que lleva hacer todo el camino y cuando las cosas se dan, es demasiado satisfactoria la recompensa.  

-Pareciera que para la ATP el 300 del mundo también es un nadie, ¿vos lo ves así?  

-Sí.   

-¿Cómo crees que el 500, 600 o 1000 del mundo pueda vivir tranquilamente del tenis y qué tendría que hacer la ATP?  

-La ATP creo que está sacando algunos programas y está mostrando a nivel Challenger que está aumentando los premios, pero falta y mucho. Yo estuve en el Consejo de la ATP y uno de los objetivos era que las primeras rondas de los Grand Slams paguen 100 mil dólares. A mí me parece perfecto que los 100 mejores del mundo tengan una alta recompensa económica. Mirando para atrás, para el 300 y el 350 creo que hay una mejoría, yo no soy un defensor ni crítico de la ATP, así que no tengo compromisos con nadie, digo lo que pienso. Ojalá que siga creciendo, los datos dicen que está creciendo mucho. También tengo que decir que he visto a muchos 350 o 400 del mundo que no se matan por este deporte y si el dinero en premios crece mucho, va a pasar que cada vez más gente intente insertarse y el problema va a ser el mismo. En mi punto de vista, creo que no está tan mal cómo está repartida la torta, pero puede mejorar.  

Cachín es de la generación posterior a La Legión. (Foto: Getty).

-¿Crees que el 2022 fue un punto de inflexión en tu carrera?  

-Te diría que el punto de inflexión fue en 2021, post Covid. En enero de 2021 arrancó algo así como 360 del mundo, estaba todo bastante cerrado. Yo me fui jugar seis semanas a Turquía y en ese momento los Futures cerraban casi hasta conmigo, era muy duro todo. Recuerdo que escribí en un cuaderno que me propuse jugar qualy de Australia en 2022, era largo el tiro, pero no era demasiado pretencioso. En ese momento era muy difícil sumar en el ranking, así que fui bastante conservador con el objetivo. El tema es que en agosto de 2021 me lesiono y la cosa se complica un poco. Yo en 2019 me había fracturado ese tobillo y en 2021 vuelve. Paré seis semanas y cuando vuelvo todavía me seguía doliendo y encima no tenía mucha plata, entonces acudí a una persona y me ayudó con los pasajes para la gira de Sudamérica y en Brasilia hice semis y ahí logró meterme a Australia, me acuerdo que entré último en la lista. Hice una pretemporada muy buena, pero el tobillo me seguía molestando y seguía. Mi cabeza ya había cambiado para ese entonces y eso se vio reflejado en 2022, de hecho, terminé top 50 del mundo. 

-¿Cuál es la diferencia entre un 100 y un 250 del mundo? 

-La diferencia es que, sobre todo el 150 que vienen ganando partido al 50 que viene perdiendo partido y está 100. Un dato clave es que vos notás en ese 100 o 150 que viene ganando partidos es que entró en el club y el 250 es uno más y ya empieza a ganar ahí partidos. Yo gané muchos partidos con eso, por eso siempre digo que hay que ser un poco egocéntrico sin falatrle el respeto a nadie, pero hay que hacerse notar y que te vean que entraste al club y que te vean que sos el que calienta y está en los detalles. Esa es la mayor diferencia que hay entre uno y otro, pero una vez que entran a la cancha, la diferencia está en la consistencia. El tenis es el deporte más justo que vas a ver en la vida, lo que hiciste en un año es lo que sos. 

-En el US Open 2022 hiciste tercera ronda, ¿qué recordás de aquel torneo? 

-Un poco fue asociado a hacerme notar. Unas semanas antes me había metido en el top 100 en el Challenger de Todi y llegaba con confianza. Después de esa gira decidí ir a jugar en polvo de ladrillo y dejé de lado la preparación en canchas duras, pero quise llegar con rodaje. De ahí me fui a Miami y me preparé solamente cuatro días para el US Open, pero tenía buenas sensaciones y creo que mis rivales lo notaban al verme en el club. Tuve suerte en el sorteo, pero también jugué bien y fui con la sensación de saber que iba a ganar partidos. 

-¿Cómo fue jugar contra Djokovic en la central de Wimbledon en 2023? ¿Es verdad que era cercano con los jugadores? 

-Fue un gusto que me dio el tenis y yo lo tomé como una devolución de todo lo que yo le di al tenis más que pensar que fue mala suerte que me haya tocado Djokovic. Él es cercano, tuve la particularidad que un integrante de su equipo es íntimo amigo mío, de mi pareja y de mi cuñado, es de las primeras personas que conocí cuando llegué a España, que es Carlos Gómez, que hoy en día es su agente. En cierto modo esa cercanía te la hace sentir. Es muy distendido, es un crack y en todos los ámbitos saben qué hacer. Ahí me di cuenta de la magnitud que tienen estas figuras, no solo en su vida, sino en la de todo su entorno.  Enfrentarlo es miedo absoluto, es pánico escénico, vos sentís que podés hacer el peor partido de la historia. A mí me ayudó mucho que no arranqué mal, en el segundo game le quiebro, después me quiebro yo solo, pero me juega a favor que se suspende el partido por lluvia y tardó más de lo habitual en volver y ahí los dos salímos a la cancha y se hicieron virales algunas fotos de él secando el césped. Ahí me relajé un toque, pero sí notaba era que cuando pisaba el acelerador me sacaba mucha diferencia, pero yo me agarraba que en 2023 no era el Djokovic killer de las primeras rondas, entonces me iba a dejar jugar y hasta podía pecar de no jugar al 100%, a tal punto que en el tercer set y llegué al tiebreak. 

Tras la lluvia, Nole toca el césped de la central de Wimbledon ante la atenta mirada de Cachín. (Foto: Getty).

-¿Vos tuviste ese pánico que me dijiste recién? 

-Ehhh no, pero el pensamiento de hacer un pésimo partido está, es automático. Te aparecen los dos pensamientos, el positivo que dura segundos y el negativo que es más difícil de salir de ahí. En un momento pensás en salir a disfrutar y no salir a ganarle, porque salir más distendido te hace jugar mejor, pero eso es muy personal. 

Pedro Cachín cayó ante Djokovic en la primera ronda de Wimbledon 2023 por 6/3, 6/3 y 7/6.

-En 2023 fuiste campeón del ATP de Gstaad, ¿qué se te pasó por la cabeza? 

-Se me vino todo el esfuerzo de los años. Yo a ese ATP fui solo, nada más con sobrino de Alex Corretja que tenía 18 años y le interesaba ir a Gstaad. Mi cabeza en ese momento no estaba mal, pero tampoco excelente. Estaba sin entrador, arranqué mal el torneo, pero todo se fue encaminando a tal punto que jugué mi mejor tenis. Estaba tan bien que me daba igual contra quién jugaba y la hora. En la final me veía ganador, pero sí que es verdad que fue el partido que más nervioso entré, pero también en el que más confié en el plan de juego. Fue contra Albert Ramos, él no venía con buen presente y sabía que iba a dudar y así fue. 

Pedro Cachín fue campeón a nivel ATP en Gstaad, Suiza. (Foto: @pecachin).

-En 2024 jugaste contra Nadal en Madrid y le ganaste un set, ¿qué me podés decir de eso? 

-Mucha emoción, lo sentí más que al partido de Djokovic en Wimbledon. Jugar contra Nadal en polvo de ladrillo, que sea en Madrid, tenía un tinte especial todo. Si bien era Nadal, en ese año estaba más errático que lo habitual, si bien te metía esas bolas imposibles, también tenía algunas que no pegaba del todo bien y eso se notaba. Pero también es verdad que uno entra con todo eso en la cabeza y cuando ve que mete esos tres saltos te preguntás a vos mismo qué hacés ahí. Si lo comparo con Djokovic, con Nadal sí sentís el miedo, no pánico escénico, pero sí miedo. El partido se fue dando un poco raro, él no estaba en su nivel más alto, el mío tampoco y sabés que todo puede pasar. El primer set me lo ganó 6/1, pero seguí confiando porque veía que él no me ganaba, yo lo perdía y así fue como luché y le gané el segundo set. En el último ya pasé a relajarme de tal manera que me lo empecé a disfrutar y fui más por ese lado que por el lado de haber ido a matar. No me arrepiento de haberlo tomado así. 

Cachín y Rafa se enfrentaron en el Masters 1000 de Madrid 2024 y se impuso el español por 6/1, 6/7 y 6/3. (Foto: Getty).

-Intuyendo que era su último año en el circuito, ¿tuviste algún gesto especial con Nadal? 

-En estos torneos, los vestuarios están diferenciados. Yo no compartía vestuario con él, así que era difícil que cruzarnos, pero sí cuando terminó el partido le pedí algo. Me había quedado con la espnina de hacerlo con Djokovic y lo hice con Rafa. La verdad que fue impresionante, me regaló su remera y obviamente la tengo enmarcada acá en mi casa. 

Cachín con la remera que le regaló Rafa. (Foto: Gentileza Pedro Cachín).

-¿Qué pasó después de esa victoria con tu carrera? ¿Hoy en día estás retirado? 

-Tengo que ir un poco más atrás en el tiempo. Después de ganar Gstaad algo cambió. Voy al US Open y pierdo razonablemente con Shelton en primera ronda, después juego unos Challengers que iba a ganarlos y pierdo, entonces ahí mi cabeza tiene un punto de inflexión. Mi cabeza no fue nunca más la misma, hice mucho esfuerzo por conseguir logros y al cumplirlos me vacié. Nadie te enseña a hacer ciertos cambios. Mi cabeza ya no era competitiva y yendo al partido contra Nadal, lo tomé como un regalo que me dio el tenis. Desde ahí vi una pequeña luz al final del túnel, pero muy inestable y duró muy poco. Competí hasta el US Open de 2024 y la verdad que no me acuerdo mucho más. Me dije a mi mismo que necesitaba un parate, me di un tiempo de unos cinco meses y volví este año a unos Challengers con la intención de no exigirme al 100%, pero me di cuenta que es incompatible con la alta competencia. Ahora no estoy compitiendo más y si el deporte me apasiona, así que voy a seguir aliado al tenis toda mi vida. Ahora estoy en un parate sabático, estoy disfrutando de estar en casa. Mi meta es en octubre de este año encarar mi futuro vinculado al tenis que seguramente sea ser entrenador. 

Cachín en 2024. (Foto: Getty).