“La vida es demasiado corta para hacer cosas aburridas. No hago cosas que no disfruto“. La frase, lapidaria y sincera, no pertenece a un filósofo ni a un gurú de autoayuda. Pertenece a Tomas Brolin, el hombre sueco que en 1994 se codeaba con la élite futbolera y que, apenas cuatro años después, lo abandonó tras encontrar una mayor satisfacción vendiendo aspiradoras.

Los años pasaron y, desde el ojo de la opinión popular, el tiempo no le dio la razón. Por eso, en una reciente entrevista con La Gazzetta dello Sport, el ex futbolista sueco explicó la razón que lo impulsó a tomar una de las decisiones más desconcertantes del deporte. Y lejos de arrepentimiento alguno, demuestra que lo volvería a hacer una y mil veces. “Necesitaba algo más. Mi mente buscaba nuevas experiencias, y ser emprendedor me resultó útil“, sostiene.

Para comprender al máximo el cimbronazo que significó que Brolin cuelgue los botines, es menester retroceder en el tiempo. Alcanza con situarse en la gala del Balón de Oro 1994, el cual quedó en manos del búlgaro Hristo Stoichkov. En aquella edición, podio lo completaron Roberto Baggio y Paolo Maldini, mientras que en el cuarto puesto, empatado con el rumano Gheorghe Hagi, aparece un joven Brolin de 24 años.

Sí, se trataba de una estrella mundial que había sido goleador de la Eurocopa 1992 y pilar de la Suecia que alcanzó el tercer puesto en el Mundial de Estados Unidos 1994. Con la camiseta del Parma, lo ganó todo: una Recopa de Europa, una Supercopa de Europa, una Copa UEFA y una Copa Italia. Era un crack destinado a marcar una época.

Tomas Brolin celebrando el histórico tercer puesto de Suecia en el Mundial de 1994 (Ben Radford/ALLSPORT)

La llama que se apagó en Inglaterra

El punto de inflexión fue su traspaso al Leeds United en 1995. “Inicialmente, era divertido ir y entrenar cada día. Pero sobre el final ya no lo era“, confesó hace años a FourFourTwo. La chispa se había apagado. Intentó recuperarla en Zurich y regresando a Parma, pero tampoco hubo caso. Y así fue como, sin miedo alguno, dijo basta con 28 años.

“Estaba realmente cansado de entrenar a diario y tenía otros proyectos dándole vueltas en la cabeza. Siempre he sido muy curioso”, explicó en La Gazzetta. Y fue allí cuando se le encendió la lamparita con la idea menos pensada: vender aspiradoras. “Me sentí literalmente atraído y fundé una empresa. Fue ese impulso lo que me hizo no querer volver atrás nunca más“, justificó.

Y para responderle a todos aquellos que cuestionan su decisión, reafirmó: “En aquel entonces, todos me decían que a los 28 años era demasiado pronto para jubilarme, pero yo respondí: ‘Depende de lo que hayas hecho en esos 28 años’. Ya había logrado mucho“.

Tomas Brolin, de comandar a la Selección de Suecia a vender aspiradoras (Getty).

Hoy, Brolin ve los partidos que le interesan mientras se fija la meta de vender 130 mil aspiradoras por año, pero es honesto sobre su relación con su antiguo amor. “No puedo decir que no podría vivir sin el fútbol. Sería una mentira“. Su reflexión final resume una vida extraordinaria, vivida bajo sus propias reglas.