Son días de alta expectativa para Franco Colapinto en la Fórmula 1. Mientras todo parece indicar que su confirmación como piloto titular de Alpine para 2026 es inminente, la realidad deportiva de la escudería mantiene las alarmas encendidas. Es que atraviesa una temporada muy floja, marcada por un monoplaza con serios problemas de rendimiento. Por momentos, este déficit fue rival más para el argentino, cuyo talento supo verse condicionado por las limitaciones de su auto.
Sin embargo, si finalmente se mantiene en la categoría, en el horizonte se vislumbra un escenario que podría ser ideal para Colapinto de cara al año que viene. Consciente de su debilidad, Alpine ya tomó una decisión drástica: a partir de la próxima temporada, dejará de usar los motores de Renault y pasará a ser cliente de Mercedes hasta al menos 2030, en un acuerdo que no solo incluye las unidades de potencia, sino también las cajas de cambios
Pero el cambio de motor no es la única gran noticia. La movida coincide con la que es considerada la mayor revolución reglamentaria en la historia de la F1, un nuevo paradigma que podría ser la mejor noticia para Colapinto. A diferencia de hoy, las reglas de 2026 están diseñadas para premiar la habilidad del piloto por sobre la ingeniería del monoplaza, un factor que, sumado a un motor de primer nivel, podría darle al argentino la plataforma perfecta para brillar.
Las novedades que se vienen en la Fórmula 1 para 2026
La próxima temporada de la élite automovilística marcará el estreno de un conjunto de normas completamente nuevo. Los coches serán más livianos y pequeños para facilitar las luchas rueda a rueda, pero la mayor revolución estará en la unidad de potencia. Se buscará una división de energía casi 50/50 entre el motor de combustión interna y la parte eléctrica, lo que alterará por completo la forma de gestionar la energía durante una carrera.
Pensando en los espectadores, el cambio más visible será la eliminación del DRS (Drag Reduction System), que será reemplazado por un sistema de adelantamiento manual llamado “override“. En la práctica, funcionará como un botón “push-to-pass” que el piloto perseguidor podrá activar para obtener un extra de energía eléctrica cuando se encuentre a una determinada distancia del coche de adelante a más de 280 km/h.
Según los jefes de equipo, esto cambiará las zonas de adelantamiento habituales y hará que los sobrepasos dependan más de la estrategia del piloto que de una recta larga. Punto para Colapinto y aquellos pilotos inteligentes que prioricen un control total sobre el coche. Así lo confirmó James Vowles, jefe de Williams y ex mandatario del argentino. “Los pilotos estarán más ocupados en el habitáculo. Los que saldrán beneficiados serán los que piensen de manera diferente“, explicó.
Claro, para un conductor como el argentino, este nuevo enfoque podría ser una oportunidad de oro para destacarse. Pero a su vez necesitará que su monoplaza no le presente las mismas dificultades que en el actual curso. Entonces, la apuesta en Alpine será doble: no solo deberán adaptarse a un reglamento radicalmente nuevo, sino que lo harán estrenando una unidad de potencia completamente diferente.
El éxito de esta transición será clave para saber si el futuro de Colapinto en la F1, en caso de ser confirmado como piloto principal, será en un equipo protagonista o en uno que deba empezar, una vez más, desde cero. A todo o nada en búsqueda de una adaptación positiva en todos los sentidos.
El desafío, sin embargo, será difícil para todos los equipos. Al punto que Andy Cowell, jefe de Aston Martin, anticipó que las primeras pruebas de pretemporada no se centrarán en buscar rendimiento, sino simplemente en “unir todo y asegurarse de que el coche pueda dar la vuelta al circuito y regresar por sus propios medios”. Se viene una etapa de transición disruptiva en la Máxima.
