River es el equipo más convocante del mundo por tercer año consecutivo. Chapeau, Napoleón. La mística de Marcelo Gallardo en Madrid lo hizo. La reforma de Jorge Brito lo hizo, transformando al Estadio Monumental de Núñez en el Maracaná argentino.
Yo creo que a los hinchas de Boca, esta derrota, o mejor dicho, esta victoria de River, les duele tanto o más que aquella final en la Copa Libertadores de América del año 2018 en el Santiago Bernabéu.
Hoy Boca es un gigante dormido. Sigue siendo un gigante, pero a la sombra de River. ¿Hasta cuándo? Hasta que gane la séptima Libertadores con un proyecto futbolístico serio y hasta que haga una cancha más grande que la del Millonario.
Boca tiene que agrandar la Bombonera con el “Proyecto Esloveno Plus”, que es el único viable hoy en día, o llevar adelante la construcción de un estadio completamente nuevo, para más de 100.000 personas.
En definitiva, ganando la séptima y teniendo un estadio más grande que el de River, Boca volverá a ser el equipo número 1 de la Argentina. Hoy es River y hay que reconocerlo.
Si los hinchas de Boca se golpeaban el pecho cuando eran los que más entradas vendían, hoy lo puede hacer River, que tuvo un presidente que dejó un estadio extraordinario que puede ser techado de la mano de Stefano Di Carlo.
Mientras tanto, Juan Román Riquelme festeja que cambió la puerta de Brandsen 805, que trae un Hard Rock Café y que pintó la Bombonera. Con eso, no alcanza.
