Fútbol. Fútbol todo el día. Primero con la radio pegada al oído para saber los resultados de todos los partidos. Escuchar Todo con Afecto con Alejandro Apo y sus historias de potreros. Cuando comenzaron las transmisiones por las señales deportivas de cable, había que ver todo lo que daban en la tv: viernes a la noche, el sábado se salía más tarde para disfrutar de 90 minutos más. El domingo a la popular a ver a Newell’s. Y los lunes fútbol también.
Armar el Gran DT con el viejo, elegir los jugadores que se destacaban. Admirar a Caniggia y dejarse el pelo largo. “Todos tenían un talentoso: Márcico, Silas, Palma, Martino”, dice y ahora se podían ver. Analizar fútbol, no había otro tema de conversación. “Fanatismo por el juego”, lo define. Sin embargo, Sebastián Andrés Beccacece tuvo que asumir a corta edad que su pasión por la pelota no se plasmaría en sus pies.
“Tuve esa madurez de aceptar que no era lo suficientemente bueno para seguir insistiendo y pensar en poder abocarme a lo que también me gustaba que era comunicar, transmitir, gestionar, liderar”, dice el entrenador. Había empezado su idilio con la pelota a los cuatro años con su hermano mellizo Aníbal y su hermano menor Federico.
Primero en el club Luchador, en Rosario. Después en Lavalle y más tarde en Juan XXIII. Ya en el fútbol 11 lo pararon de lateral derecho. “Tempranamente me di cuenta de que no tenía ese talento para trascender y destacarme jugando”, admite. Pero, ahí en el barrio La República, o se hablaba de fútbol o de música, que tampoco era lo suyo.
Se encontró con ese desafío: el de insertarse en el mundo del fútbol desde otro lugar. Mientras su hermano y sus amigos seguían en ese camino, él tenía que reinventarse pero sin dudas cerca del fútbol. Hubo un personaje que lo inspiró. Con el que luego generaría un vínculo fraternal.
En aquellos años 90, Marcelo Bielsa había llevado a su equipo, a Newell’s, a ganar dos títulos y a una final de Libertadores. “Marcelo tampoco tuvo una carrera destacada como futbolista y así empezó el despertar por esta profesión”. BKCC ya había dejado de entrenarse con sus compañeros y despuntaba el vicio jugando torneos zonales. Hasta probó con el básquet y jugando al paddle. Pero el trabajo del Loco en el club de sus amores fue el que le hizo entender que trabajar desde ese lado le abría la posibilidad de seguir ligando. Y trascender, algo que siempre buscó también.
Primeros pasos como DT
Para darle rienda suelta a su reluciente amor por la dirección técnica, Sebastián trabajaba por la mañana, de 7 a 14.30, en el reparto de la distribuidora de alimentos y artículos de limpieza con su papá, a la tarde se iba hasta el club Renato Cesarini para dirigir a las categorías menores y por la noche estudiaba educación física en el Instituto Brigadier López (de donde se llevó el título y conoció a Pato, la madre de sus dos hijas).
Su pasión -y obsesión- por el fútbol estaban encontrando al fin su camino. Además de su trabajo en un club formativo como Cesarini, Beccacece -de jóvenes 22 años- se encargaba de analizar y visualizar jugadores. Le asignaban un partido y debía presentar un informe en el que detallaba la táctica, la estrategia del partido, seguimiento de cambios, cómo se adaptaba el jugador a las diferentes situaciones, detallaba las acciones e intervenciones del jugador a seguir y eso lo presentaba para que fuera editado con imágenes.
Y le llegaba a Marcelo Bielsa, entrenador de la Selección Argentina en aquellos tiempos. Lo hacía a través de otro rosarino criado en Newell’s y sin pasado como jugador de Primera: Claudio Vivas, ayudante del Loco. El fue quien le abrió la primera puerta: lo conectó con Jorge Sampaoli -también de las Inferiores leprosas- que si bien había dirigido en Argentino de Rosario y en la Liga Casildense, había llegado a Juan Aurich de Perú y buscaba un ayudante de campo para su próximo trabajo.
Sebastián fue con su carpeta, con sus informes, con la metodología que utilizaba en Novena División. Fueron dos horas y media de una charla amena en la que coincidieron en varios puntos. Esa primera experiencia no fue fácil: era 2003, el pelilargo había comprado un pasaje de avión para volar hacia Perú, pero el llamado de Sampaoli lo detuvo: había perdido y creyó que el viaje sería en vano.
No eran tiempos de internet ni de tanta telefonía celular. “Cuando Jorge me llamaba, tenía que ir a un teléfono de larga distancia. Me contó que había perdido un partido y que lo iban a echar, que devuelva el pasaje. Yo estaba muy ilusionado, era una oportunidad que venía esperando hace tres años… Fue un golpe duro saber que no se iba a dar, pero no me quedé con el no, me rebelé”, contó en Olé.
Decidió cambiar el costosísimo pasaje de avión por uno en micro: el problema era fue que el viaje iba a durar tres días. Algo así como 3800 kilómetros por tierra, debiendo pasar por Chile. Allí, después de un día y medio de viaje y con otro día y medio por delante, habló con Jorge. Dijo que lo iban a estar esperando. Pero no, llegaron tarde: después de tres días sin bañarse y con bolsos repletos. Tampoco sabían dónde se iba a alojar. El no aflojó. Y la jugada le salió bien.
“La verdad es que, si lo pensaba, no iba. Es lo lindo de la juventud, de la rebeldía, de la que me siento identificado y es muy transformadora si es usada de buena manera”. La pasión se manifiesta de muchas formas.
Fueron tres años que le dejaron experiencia, sabiduría y una decisión: él quería acompañarlo hasta llegar a lo máximo, a la cima. Crecer juntos y llegar juntos. El comienzo fue de ensayo y error, y algunos aciertos claro. Pero en sus 12 años llegaron nada menos que a dirigir a la selección de Chile primero y a la de Argentina, después. Con un final difícil y el final también de su camino juntos.
Su relación con Bielsa
Durante su tiempo en Perú, trabajando en Sport Boys, Coronel Bolognesi y Sporting Cristal, su trabajo con Bielsa se sostuvo en los comienzos, observando y siguiendo a los argentinos que jugaban en aquel país y enviando los VHS (aún no había formato digital para los videos) por correo. Se habían saludado un tiempo antes a través de un conocido que los presentó y el DT le había enviado una camiseta de la Selección en agradecimiento por su trabajo de observador.
Pero su primer contacto cara a cara fue recién en el 2004, en Lima, cuando Argentina viajó y ganó 3 a 1 por las Eliminatorias del Mundial 2006. Beccacece viajó a la capital peruana y se dio ese primer encuentro. Bielsa ya conocía su forma de pensar y sobre todo su forma de trabajar. Y es por eso que tiempo después llegó el llamado.
“Cuando nos echan de Sporting Cristal, Marcelo lo llama a Jorge y le pregunta si puede llamarme a mi para conocerme de manera más directa”, cuenta Sebastián. Bielsa siendo Bielsa: primero le consultó a Sampaoli. El entrenador estaba armando su proyecto para hacerse cargo de la selección chilena, ya sin Claudio Vivas a su lado necesitaba rearmar el cuerpo técnico. Y pensó en él.
Fueron 15 días de trabajo arduo, de mucha charla de fútbol, mucha visualización, mucho sub 20. Pero le dijo que no a la propuesta. “Hay un afecto, a mí me inspiró, me despertó lo de repreguntarme cosas, me invitaba a pensar, a la reflexión. Y cuando lo conocí mucho más. El es muy abierto, muy sensible
y a mi me tocó transitar lo de mi viejo (su padre falleció por esas épocas), él me propone ir y yo venía trabajando con Jorge, nunca nos habían echado, no era el momento de dejar de acompañar”. Un viaje casual en avión en el que hablaron del momento personal del pelilargo fue otro contacto afectivo más entre ambos.
Los mismos valores que lo llevaron a la admiración absoluta fueron los que de alguna manera lo obligaron a rechazar una propuesta tentadora y única. El vínculo, sin embargo, no se cortó. Al contrario. Cuando el joven entrenador se instaló en Rancagua para trabajar con el O’Higgins chileno, los intercambios se sostuvieron.
“En esa época cambiábamos mucha información. Bah, él daba información y yo la recibía. Me sirvió para entender muchas cosas que pienso del juego, sobre todo estrategia. Y de lo que es transmitir. Porque más allá de los conocimientos, lo más importante es transmitir lo que siente a un colectivo, a un grupo. Tener claridad en lo que tiene”. Todo ese aprendizaje lo fue aplicando. Primero dentro del cuerpo técnico. Y después en soledad.
Los primeros títulos
El pasaporte ya tenía sellos de Perú, Chile y Ecuador. Con Emelec ya habían estado cerca del sueño, finalizando en la segunda ubicación. Pero la consagración sería en tierras trasandinas, ahora dirigiendo a un grande como la Universidad de Chile. Y lo llevaron a la gloria. Los azules se quedaron con los dos torneos del 2011 y el Apertura 2012. Y obtuvo lo que fue el primer título internacional en la historia del club, la Sudamericana 2011. Logrando sostenerse invicto 12 partidos en torneos internacionales.
En aquellos tiempos, Becca decidió conseguir otro título, pero ahora el de entrenador. Ya era profe de educación física, ya llevaba casi 10 años trabajando como ayudante, empezó a moldear la idea de hacer camino por separado. Y ya tenía la edad mínima, razón por la que estando en Rosario no había podido cursar.
Sacó el carnet profesional estudiando a distancia, a través del programa que ofrecía el campus virtual de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA). Fueron 25 meses, con 16 materias y un costo mensual de US$ 230. Para septiembre de 2012 ya estaba recibido.
El salto a la selección
Lo logrado en la U de Chile lo llevó a Sampaoli y a su cuerpo técnico a ser candidatos a dirigir a la selección chilena. En enero del 2013, debutaron ante Senegal en La Serena reemplazando a Claudio Borghi. Con cinco victorias en siete partidos, clasificó al país al Mundial de Brasil 2014 . Se clasificó segunda en su grupo pero cayó ante el local, en octavos y por penales, tras igualar 1 a 1.
Sin embargo, la reivindicación fue en la Copa América del año siguiente, con otro hecho histórico: la Copa América 2015 y de local. Esta vez, los penales no los agarraron desprevenidos y fue victoria ante la Argentina de Messi luego de igualar 0 a 0. Estaban en lo máximo. Fueron 44 partidos disputados (21 oficiales) con 27 victorias y 9 empates, con un promedio 69,84%, de los mejores en la historia.
Antes de su salida, Chile era considerada la quinta mejor selección del mundo, mientras que Sampaoli estaba ternado como mejor entrenador junto con Luis Enrique y Pep Guardiola. “Consagramos a Chile, estaba en una terna con Guardiola, tuvimos todo ese camino desarrollado y ahora podía empezar a trabajar desde mi espacio”, planteó Sebastián. A Sampaoli mucho no le gustó que su ayudante quisiera su carrera solista, pero lo aceptó. Igual, no duró demasiado…
Un primer intento en solitario
Fueron casi dos años de su primera incursión como DT, como cabeza de grupo. Y el primer club que le abrió la puerta fue la U, en donde ya había trabajado. No fueron tiempos fáciles y los resultados no lo acompañaron. El equipo no rindió, tampoco se dieron los resultados y el entrenador fue blanco de muchas críticas, para anunciar su salida en el último semestre del 2016.
Sin embargo, el joven director técnico regresó a la Argentina y no pasó demasiado tiempo sin trabajar. Defensa y Justicia, el equipo de Florencio Varela ascendido a Primera a mediados del 2014, buscaba reemplazante para Ariel Holan -que había logrado la histórica clasificación a la Copa Sudamericana- y en noviembre fue presentado y comenzó su camino en aquel torneo, que continuó en el 2017.
Sin embargo, las fichas estaban puestas en el primer torneo internacional que disputó el club. Y no pudo empezar de la mejor manera: dos empates ante el San Pablo, el segundo 1-1 en el Morumbí (pasó por gol de visitante), que lo dejaron en la siguiente fase, aunque luego perdió ante Chapecoense por penales. En ese momento, el teléfono volvió a sonar. Era Jorge Sampaoli.
El hombre de Casilda estaba en Sevilla cuando lo llamaron para tomar las riendas de la Selección Argentina tras la salida de Edgardo Bauza y en mitad de camino para llegar a Rusia 2018. “En el momento que surgió la posibilidad para ir a la Selección estábamos en un momento increíble en Defensa, con un montón de posibilidades concretas, por la amistad con Jorge es que fui a hablar con el presidente del club para explicarle la situación y poder asumir el compromiso pese a que tenía un contrato vigente con esta institución de la que me siento parte. Consideré que era oportuno seguir esos valores, sobre todo el de la lealtad y responder a esa persona que en ese momento me dio una oportunidad”.
El club decidió dejarlo ir, entender el contexto -Argentina necesitaba un DT y jugar la Copa del Mundo- pero le pidieron la prioridad para cuando su vínculo con la Albiceleste finalizara. La historia con el Halcón tendría otro capítulo.
Argentina al Mundial
“Creo que la urgencia del resultado y el poco tiempo que estuvimos hicieron que no se pudiera desarrollar la idea. Había que clasificar rápido al Mundial y lo logramos al límite. Si no lo conseguíamos, hubiese sido algo terrorífico para el país pero sobre todo para los chicos que llevaban 16 años en la Selección”, contó Beccacece en Olé.
El corto proceso en la Selección Argentina del cuerpo técnico que integraba con Sampaoli dejó mucho más que sinsabores. Se llegó al Mundial, pero en Rusia todo fue cuestionamientos, rumores, situaciones incómodas, volantazos en la conformación del equipo y sobre todo malos resultados, cuatro años después de haber llegado a la final del Mundial en Brasil.
Pocas veces decidió romper el secreto de vestuario, siempre defendiendo sua valores. Sí quedó claro que la relación con Sampaoli, padrino de una de sus dos hijas, no era la misma. Quizá el tiempo en solitario le había cambiado la visión, que ahora tenía valor por si misma. Pero además, no coincidía tampoco en las formas y en la mirada con quien había sido un hermano. Ya no estaban alineados y se notó. “Construimos una manera, una forma, cada uno tuvo su mirada, su forma de conducir, después surgió algún tipo de diferencia”.
De la relación con Lionel Messi también se habló bastante: “Con Leo tuve una relación profesional. Yo me sentía muy cómodo con él y con todos los chicos. Después pasaron cosas, que prefiero que queden en la intimidad. Se las comenté a Jorge y prefiero que queden ahí”, contó Becca. Dice que a Leo le envió un mensaje después del título en Qatar.
Luego de 13 años trabajando juntos, tras caer ante Francia 4-3 en los octavos del Mundial, la relación llegó a su fin. No sólo la laboral: el vínculo, después de la tormenta, ya no fue el mismo. “La intimidad y la discreción son sagradas. Tal vez, lo debería explicar el conductor. Yo fui un simple acompañante. Tengo valores que considero fundamentales. Eso yo no lo negocio. Hablo y me expreso donde tengo que hacerlo, en el campo de juego”, aseguró el rubio.
Volver para triunfar
Tal como había ocurrido en la renuncia de la selección chilena, Beccacece anunció su salida de la Argentina antes que el propio DT. Junto con Nicolás Diez y Martín Bressán arreglaron la desvinculación con Claudio Tapia. Sebastián tenía una promesa que cumplir. Y la cumplió.
En apenas unas horas ya había aterrizado en Florencio Varela y estaba encabezando otra vez un proyecto. El primer torneo fue una panacea: sostuvo una larga racha sin perder y llegó a liderar la tabla de posiciones. El equipo, además, ya tenía una identidad definida, un estilo, un juego de construcción, de pelota en velocidad, de sprint final cerca del arco. Un equipo humilde luchando entre los grandes.
El título, es cierto, fue para el Racing de Eduardo Coudet. Pero Defensa fue segundo. Y de esa manera llegó su primera clasificación a la Copa Libertadores 2020. Un momento bisagra en la historia del modesto equipo del Conurbano Bonaerense. Sin embargo, su segunda etapa llegó rápidamente a su fin. Tenía intenciones de quedarse bajo la condición de que mantuvieran el plantel, pero al no cumplir con lo previsto, finalmente se fue.
Dos veredas enfrentadas
Entre las curiosidades que rodean a la carrera de BKCC figura su paso por Avellaneda: en apenas un año y monedas, el rubio DT pasó tanto por Independiente como por Racing. Llegó al Rojo en junio del 2019, elegido -otra vez- para reemplazar a Ariel Holan. No eran tiempos sencillos en el club de la exDoble Visera y por eso se sostuvo apenas 141 días en el club.
Apenas 16 partidos, dos eliminaciones (Copa Argentina y Sudamericana) y en octubre ya estaba afuera del club, en el que nunca pareció hacer pie. “No me pude conectar”; dijo. Pero apenas dos meses después, el GPS cambió el recorrido por apenas unas cuadras, porque llegó a la Academia. Elegido por Diego Milito, su realidad fue completamente diferente, aunque su salida también tuvo algunos puntos en común.
Asumió antes del brindis de fin de año y el 26 de enero del 2020 ya estaba debutando. Fueron 26 partidos en total, comenzando con un invicto de 10 partidos y con una victoria en un clásico ante Independiente de esas que quedan en la historia: cuando el rival estaba con 9, Marcelo Díaz convirtió el gol de la victoria. Epico. Nada mejor para un DT que ganar el clásico.
Después llegó el parate, la pandemia, el mundo detenido y cuando todo se reinició comenzaron los altibajos. Mal en el torneo, en la Copa Diego Maradona, pero logrando en la Libertadores la clasificación ante el vigente campeón, el Flamengo, en el Maracaná y por penales y con un festejo que se hizo viral. La derrota con Boca en cuartos lo dejó afuera de la Copa.
Sin poder pelear ninguno de los dos torneos y tras algunos conflictos internos del club que generaron la renuncia de Milito como manager del equipo, él también se fue. Eso sí: lo dejó clasificado a la Libertadores siguiente, gracias a ser tercero en la tabla general.
“Tengo el deseo de continuar en este espacio tan cómodo, pero como todos saben Diego nos anunció que se va y voy a seguir ese mismo camino”, dijo en aquel momento el DT, otra vez poniendo sus valores por delante de sus deseos. Sin embargo, su salida le dejó las puertas abiertas por el trabajo hecho y por los juveniles que subió a Primera, entre otros datos positivos.
“Seba querido, quería saludarte y agradecerte todo este año de entrega, de amor por el fútbol, de pasión, de compromiso. Te mando un fuerte abrazo y te deseo lo mejor, donde quiera que sea y no tengo dudas de que con esa entrega y esa pasión con la que hacés las cosas te va a ir muy bien”, lo despidió Lisandro López, referente absoluto de Racing.
La primera vuelta olímpica
Su primer título como entrenador se hizo esperar, pero llegó. Y en un club que se siente como su casa: a comienzos del 2021 volvió a Defensa y Justicia para un tercer -y corto- ciclo. El Halcón había logrado su primer título internacional de la mano de Hernán Crespo. De aquella Libertadores a la que BKCC había clasificado al equipo derivó la llegada a la Sudamericana (como uno de los terceros en su grupo) y allí un camino triunfal hasta ganarla.
A Sebastián -Chefa para los amigos de la infancia- le tocó disputa la Recopa Sudamericana ante el Palmeiras, campeón de la Libertadores. Cayó en el Norberto Tito Tomaghello pero lo dio vuelta en Brasil y lo ganó por penales. Al fin llegó la Copa, al fin se pudo coronar, al fin se sacó la espina. Su primer título como DT. En el plantel tuvo nada menos que a un joven Enzo Fernández, campeón del Mundo en Qatar 2022, pero antes, con Defensa.
Locura, personalidad y un amor
Si hay algo que fue dejando en el paso por los diferentes clubes fue imágenes: de sus looks sobre la línea de cal. De su euforia para dar indicaciones. De la pasión con la que vive cada instante. Aunque cuando habla deja entrever parte de su locura por la pelota (tiene tatuado un mundo hecho balón con gajos dedicados a sus seres queridos) lejos está del intenso entrenador que ocupa el banco.
“Soy descendiente de italianos, y es así un poco cómo nos expresamos, los gritos pero también el compartir con el otro”, explica. “En esos momentos soy ese y tal vez sea la versión que menos me gusta, pero no la niego. Todo lo contrario, la acepto. Me crié en una época de egoísmo y del ganar como sea, y también estoy arraigado a todas esas cosas… Me gusta más el estado reflexivo, el poder hablar, y no ese en el que estoy en modo competencia y, para afuera, doy lo peor de mí”, reflexiona.
Ese carácter lo expuso varias veces a críticas y hasta expulsiones, como en la primera fecha de la Liga 2022: ante River, se cruzó feo con Marcelo Gallardo. “¿Qué te pasa? ¿Quién sos? ¿A quién te comiste?”, le gritó al DT rival mientras se iba y el Muñeco gesticulaba. Aquella vez le dieron dos fechas.
Dice que en su casa, con Pato su mujer y sus hijas Vicky y Agustina no hablan mucho de lo que pasa en los partidos, prefieren compartir películas, teatro o cualquier otra actividad. También se lo ha visto jugar al ajedrez, con algunos jugadores. Y generar vínculos, siempre. Es parte de su manual de entrenador. Trabajar desde la palabra pero también desde el corazón. Beccacece entiende que su rol no es sólo el de hablar de la pelota.
“El trabajo del entrenador es infinito y cuando te involucrás desde el corazón, intentás dar vueltas las cosas, compartir y sacarles lo mejor a 30 personas”. Eso, dice, le permitió ampliar su horizonte como entrenador. Como cuando acompañaba a su viejo a repartir y quiso expandir el negocio familiar buscando nuevos clientes. Se trataba de convencer, estar cerca, relacionarse, confiar.
“El técnico debe conectar con esa energía que tiene el grupo, sentir qué le pasa al otro para poder empatizar, conocer cómo está integrada la familia, qué problemas tiene, qué situaciones está atravesando, cómo está en su plano emocional y material. No es solamente lo estratégico”. A eso apunta siempre que puede. A llegar al jugador desde muchas aristas.
Empatizar, conectar. Y ayudar. Siempre que puede lo hace. Como en el club Luchador, en el que empezó con sus hermanos (Aníbal llegó a jugar en Central Córdoba y Fede, el menor, el Juan XXIII): lo social lo conmueve. “He visitado cárceles también. Tengo una tendencia a lo social, supongo que debe ser por los clubes a los que fui, el barrio y la escuela pública que me tocó transitar…”, contó.
No tiene sólo el tatuaje de la pelota. También tiene una estrella con un número: el 74. El año del primer título de Newell’s. Dice él, “el amor de mi vida”. ¿Y si alguna vez le toca dirigirlo? “Si no toca que vaya bien… Sentir ese rechazo del amor de tu vida es algo que uno se plantea…”; dice con dudas. Es que cuando habla del club le brillan los ojos y aquellos tiempos de hincha, de ir a la cancha, de sus amigos y su barrio, no quiere perderlo.
Un pasaje a Europa
Cuando decidió abandonar el Halcón en el 2021, el destino -porque nunca se detiene, nunca- le tenía preparado un nuevo sello en el pasaporte: España. Llegó al Elche sabiendo que había grandes chances de que el club perdiera la categoría y eso mismo fue lo que sucedió. Sin embargo, decidió tomar las riendas a conciencia, pensando ahora sí en armar un proyecto a futuro. Es un hombre de fe. De fe en el fútbol.
“Creo que es posible o, por lo menos, intentarlo. En el fútbol hay que insistir e insistir”, dice. El parece estar dispuesto a hacerlo. Le sobra pasión.