Su debut en Primera Divisón llegó a los 27 años, pero su historia en el fútbol comenzó a los 16. La peleó en los torneos federales, llegó a vestir las camisetas de Boca y la Selección Argentina y terminó siendo un pilar en equipos históricos del país. Hoy, con 43 años, Mariano Echeverría espera una nueva oportunidad como DT, tras haber triunfado en el exótico fútbol de Asia.
Desde su Mar del Plata natal, el Flaco dialogó en exclusiva con BOLAVIP e hizo un balance de toda su vida futbolística. Sus inicios en Independiente (MDP), la casi convocatoria a la Selección de Honduras, el llamado de Diego Maradona, la oscura final de Sudamericana ante San Pablo y la influencia de Gustavo Alfaro y Pedro Monzón en su carrera son solo algunos de los temas que el ex marcador central repasó a lo largo de la entrevista.
-Tu estreno en Primera llegó con 27, pero tuviste un largo recorrido antes. ¿Cómo fue ese camino?
-Sí… A mí me dicen que debuté a los 27, pero yo jugaba desde los 16 con gente que había jugado en la Primera de Argentina. Cuando llegué a Chacarita ya tenía jugados 400 partidos y venía de ascender con Deportivo Maipú de visitante contra Alvarado, con 30 mil personas. Yo debuté a los 16 y fue un gran desafío porque todavía no tenía cuerpo ni conceptos de futbolista.
–Empezaste Mar del Plata, pero antes de llegar a Chacarita pasaste por Honduras, ¿cómo llegaste ahí?
-Christian Otero (fundador de la heladería Lucciano’s), un gran amigo, trajo una empresa italiana y reclutaron jugadores de Mar del Plata, que por edad tenían proyección. Cada vez que salía un pedido de jugadores para el extranjero, íbamos. En un momento salieron cuatro jugadores a Honduras y terminamos ahí. Ahí decidí dejar de lado la educación física al 100% para intentar ver el fútbol como algo profesional. También era una forma de viajar por el mundo sin pagar y jugando la pelota, que era lo que amábamos.
–¿Es verdad que te quisieron llevar a la Selección de Honduras?
-Se dio la llegada de Bora Milutinović a Honduras, que era el primer entrenador que nacionalizaba extranjeros. Yo estaba en Municipal Valencia y una persona muy cercana al presidente iba a ver nuestros partidos. Tuve la posibilidad de nacionalizarme, pero después Bora renunció a la selección, se terminó yendo y yo me volví para Argentina. Quedó solamente en charlas de café.
-Y años después te convocaron a la Selección Argentina. ¿Conocías a Maradona antes de esa etapa?
-Lo conocía de vista porque que había acompañado a un amigo a un programa que conducía el Goyco. Julián Chavero, el famoso del cartel de Maradona de “Dios es Argentino” en su partido despedida, es íntimo amigo mío y me invitó a acompañarlo y lo pude ver. En ese momento yo estaba en Chacarita, pero no pude ni siquiera hablar.
–¿Cómo fue la experiencia en la Selección?
-Fabulosa. El día previo entrenamos en el predio de AFA. Antes de empezar, Maradona ya da el once y yo estaba de titular. En mi cabeza no lo creía. En mi casa me preguntaban si iba a jugar y respondía: “Creo que sí”. Me parecía bastante surrealista. Estás por primera vez en la Selección y te dicen que vas a jugar el titular. Aparte jugábamos en Mar del Plata, era el aniversario de la ciudad, iba a estar mi familia… No quería crearle falsas expectativas a los demás. Capaz que yo había entendido mal.
–Y al final era todo verdad…
-Fue fantástico, una experiencia única. Viajamos a Mar del Plata y yo acá conocía todo, era local. En ese momento yo me miraba al espejo y tenía puesta la del Ratón Ayala, mi ídolo. Le pedí prestada ese día a la camiseta.
–¿La tenés todavía? ¿La guardaste en algún lugar especial?
-Tengo toda la ropa de la Selección, pero lo más valioso son las camisetas. Por todos los procesos de mudanza de mudanza, andaban en valijas. Hay una que la tengo muy a mano, que me la pongo solamente en los partidos del Mundial. Ese día se estrenaba la azul, que ahora es recordada por el gol de Martín (Palermo) a Grecia.

Echeverría fue titular en un amistoso ante Jamaica, el 10 de febrero de 2010.
El paso de Echeverría por Tigre: de la pelea por el descenso a la bochornosa final contra San Pablo
Tras su exitoso paso por Chacarita, el Flaco firmó tres años de contrato en un Tigre que peleaba el descenso. No solo cumplió el objetivo de mantener la categoría, sino que logró pelear titulos locales e internacionales. Entre ellos, la recordada final de CONMEBOL Sudamericana suspendida contra San Pablo, por la cual sigue esperando la medalla de subcampeón.
–En Tigre fuiste parte de una etapa histórica. ¿Cómo fue pelear el descenso y el campeonato al mismo tiempo?
Era época de 20 equipos, con 2 descensos y 2 promociones. El nivel del torneo era superior. Respetando el actual, si hoy a la liga le sacás 10 equipos, levanta muchísimo. Uno ve los suplentes que teníamos en nuestro equipo, nota que había buen nivel. En el último partido podíamos salir campeones o descender. Terminamos empatando de local y eso nos permitió entrar a la Sudamericana. Después, llegar a la final con San Pablo nos permitió jugar la Copa Libertadores.
–¿Terminaste disfrutando más esa temporada?
-Para mí el 2012/13 fue fantástico, porque ya no peleábamos el descenso como en los dos años previos y pude jugar las copas. Yo había tenido la opción de ir a San Lorenzo, pero había peleado tanto el descenso que quería disfrutar de las copas. Mi desafío deportivo era a ver si podía rendir como en Europa, que juegan más de 50 partidos al año, y lo cumplí. Ese año lo pude probar al nivel de Sudamérica y es realmente complejo.
–Cerraste el semestre con la final con San Pablo. Vos fuiste uno de los protagonistas de lo que pasó en el vestuario. ¿Cómo lo recordás a la distancia?
-Estábamos con el Lechu (Ezequiel) Maggiolo. Cuando terminó el primer tiempo estaba más enojado por lo deportivo, que perdíamos 2-0. Cuando nos metimos, recibimos la agresión de la seguridad privada, que en realidad que eran barras de ellos con ropa de club. En el vestuario tenías jugadores que se estaban suturando, otros que estaban en su mundo y que no podían entender lo que veían y muchos preocupados por avisarle a la familia lo que estaba pasando . Yo decía: “Si nosotros la estamos pasando así en el vestuario, ¿cómo deben estar ellos en la tribuna?”.
–¿Cuándo se enteraron que le daban el trofeo a San Pablo?
–Nuestros jugadores se estaban suturando y nos dijeron que, si en cinco minutos no entrábamos, el partido se suspendía. Las condiciones no estaban dadas. Si vos me preguntás a mí, yo ofrecía mi vida. En los antiguos federales esas situaciones eran más habituales, pero entiendo a todos los que han jugado en Primera. En una final de Sudamericana eso no era normal. Simplemente nos queda esa satisfacción de haber llegado al último partido.
–¿Sigue la bronca por ese momento?
-La mayor bronca mía fue no haber podido terminar la final en cancha. Nos lo merecíamos, independientemente de si salíamos campeones o no. Ellos iban ganando el partido 2-0 y la realidad es que eran mejores. Lucas Moura después del partido se tomaba un vuelo al Paris Saint-Germain por 43 millones de euros. Es un círculo que, al día de hoy, no cerró.
–¿Les dieron la medalla?
–La medalla no la tenemos. Hicieron una entrega al club, pero el club nunca vino y nos las entregó a los jugadores. Estarán en el club… Ojalá las estén cuidando, por lo menos. Estaría bueno reconocer a ese grupo para que podamos cerrar ese círculo. En mi caso, he salido campeón y he perdido finales y tengo las del primer y segundo puesto. No es ninguna deshonra. Después del fútbol, lo único que te quedan son las medallas, las camisetas y las fotos.
Boca Juniors: un paso corto, pero a la altura
La carrera de Echeverría continuó en Arsenal con Gustavo Alfaro. Su nivel siguió en alza y eso lo llevó al Boca de Carlos Bianchi en 2014. Increíblemente, solo fue dirigido un partido por el Virrey, pero continuó su ciclo con un viejo conocido como Arruabarrena.
–¿Cómo fue dar el salto a Boca?
-Fue un semestre de cambios muy bruscos. Yo había llegado con el torneo empezado y Carlos (Bianchi) me pidió que jugara dos partidos en Reserva. Jugué contra Newell’s, hice un gol y ganamos 1-0. Yo nunca había jugado en Reserva en mi vida, era mi debut con 33 años. El utilero de Boca me terminó regalando la camiseta, porque todos los que debutan en Reserva les regalan la camiseta. Después esos partidos, debuté con Estudiantes y a la semana se fue Carlos. Ahí llegó el Vasco, que lo conocía porque lo había tenido en Tigre y él sabía lo que yo podía dar.
–Fuiste parte de la serie con Capiatá y un jugador (Irrazábal) se enojó porque dijiste que si quedaban afuera era “una catástrofe”. ¿Qué recordás de ese momento?
-Lo que recuerdo es que no lo dije. Ese día Angelici me felicitó porque era la primera vez que daban 100% dos canales una conferencia de prensa. Yo por dentro estaba contento porque evidentemente lo que dije había sido interesante. Yo decía que si Boca quedaba eliminado era una catástrofe, no dije “si queda eliminado con Capiatá”. Fue un garrón, porque yo nunca tuve conflictos.
–Te sacaron de contexto…
-La realidad es que Boca en Sudamericana no podía quedar eliminado antes de una semifinal o final. ¿Cuál es el objetivo cada año que empieza Boca? Ganar la a Libertadores. Si no la juega, el objetivo de Boca es ganar la Libertadores igual. La realidad es que yo no nombré nunca al rival y al chico le ponían los audios y no quería creerlo. Yo jugué en equipos que no eran ni Boca, ni River, ni la Selección Argentina y sé que estas declaraciones te las empapelan en el vestuario para darte combustible, pero la realidad es que no lo dije.
–¿Por qué te fuiste tan rápido?
-Yo había firmado seis meses, más 1 año. Le expliqué al Vasco que estaba la posibilidad de no agregar ese año que me quedaba, pero si me decía que me quedara a pelearla, mi prioridad era Boca. Él me dijo que la iba a pelear muy de atrás, entonces me puse a buscar una salida. En ese medio año jugué todo, me fue muy bien e hice dos goles. Una de las cosas que más gratitud me da es que la gente me recuerde con un buen paso, sin haber sido superlativo. Haber hecho dos goles en los 16 partidos que jugué me da la tranquilidad de haber pasado por un equipo grande y haber estado a la altura de las circunstancias.

Echeverría llegó a Boca en 2014 y jugó 16 partidos.
–Compartiste plantel con Gago. ¿Imaginabas que iba a ser técnico?
-En ese plantel estaban Agustín (Orión), el Cata (Díaz) y Fernando. Al que ves como técnico no siempre es el que lleva la cinta de capitán, sino al que lo moviliza tomar decisiones y ser parte de las consecuencias dentro de la cancha. Cada vez que había una modificación o del rival o propia, yo era uno de los que siempre hablaba con los técnicos y me preocupaba en ver qué modificábamos a partir de eso. En el caso de Fernando, quizás era de una forma más lúdica, porque él veía el fútbol de la posesión de la pelota. Desde ahí generaba sus espacios, sus movimientos, sus situaciones. Se lo veía como un potencial técnico.
El recorrido de Echeverría como entrenador
Después de su salida de Boca, Echeverría volvió a Tigre y finalizó su carrera en 2017 con la camiseta de Ferro. Meses después, regresó al Matador pero en el rol como director técnico, en un primer paso satisfactorio, pese a los resultados. Allí, intentó aplicar lo mejor de los técnicos que tuvo en su carrera.
–Seguramente sacaste cosas de todos los entrenadores que tuviste. ¿Cuáles fueron los que más te marcaron?
-De todos uno va tratando de robar capacidades o conceptos. A partir de ahí, es tratar de armar un mix que te dé resultados. En conducción, yo digo que es Alfaro conducción. El Vasco Arruabarrena vino con un formato deportivo muy actualizado, muy europeo, con un fútbol actual, muy rápido, transiciones rápidas, equipos muy atléticos y dinámicos. También me quedo con el Moncho Monzón porque cuando llegás a un plantel con 20 jugadores nuevos, lo más difícil es implantarle el mismo chip. Él lo hizo en cuestión de una pretemporada. Nosotros terminamos ascendiendo porque ese tipo nos dijo nosotros teníamos que a vivir, dormir, comer, descansar y entrenar como un campeón.
–El Moncho Monzón te abrió las puertas de Chacarita. ¿Fue clave para vos?
-Fue el gran artífice de mi llegada y una referencia futbolística para mí. Me invitó a llevar mi juego a un nivel superior. Quería que yo, de central, se la diera a Coyette, que era el enganche. Yo le decía: “No entra”. Él me respondía: “Tenés que hacerla entrar. Mirá para la derecha, escondé el pase y mételo”. Si yo tenía 15 centímetros, tenía que meter la pelota. Me decía “te voy a dar conceptos de selección” y se reía. Yo lo tomé, se lo creí y al año y medio trabajando en la selección. Sigo teniendo muy buena relación con él.
–Nombraste a Alfaro, que hoy se destaca como seleccionador. ¿En ese momento imaginabas que iba a tener esta actualidad?
-Me imaginaba que le iba a llegar antes. Entiendo quelos logros del Arsenal de Grondona fueron menos destacados que otros, pero Gustavo se fue de Arsenal con cinco títulos. Cerrá los ojos, poné cualquier escudo y pensá a una misma persona con cinco títulos. Hoy, sin títulos, los técnicos se van a dirigir al extranjero, agarran selecciones y se van a Europa. La trascendencia que se le dio le costó más tiempo, tuvo que hacer una buena campaña en Huracán para que se abran las puertas de Boca.
–¿Es con el que mejor te llevaste?
-Es con quien yo me sentí más cómodo. Hasta en el léxico nos entendíamos. Podíamos dialogar y filosofar, no solamente de la vida, sino de todas las situaciones que nosotros habíamos vivido. Él es un tipo muy llegado y muy preparado. A mí esas personas siempre me cautivaron y con las que tuve mucha llegada. Sus charlas técnicas son alucinantes. Con Gustavo tuve mi feeling desde el primer segundo y es el día de hoy que con me sigo hablando con él.
–Hace poco te citó en una conferencia de prensa en Paraguay.
-Sí, tuve muchos llamados por esas palabras que él dijo y le mandé un mensaje recordándole en qué lugar y en qué momento se lo dije, porque yo también lo recordaba. Había sido un momento muy especial. Le mandé un mensaje y me respondió algo muy lindo, con palabras muy sentidas. Sé que siempre la relación nuestra es muy cercana.

–Tuviste a Caruso Lombardi también. ¿Cómo es él en la interna?
-Ricardo es muy particular, es una persona muy divertida. Cuando volví de Honduras fui a una de las tantas pruebas de él y no quedé. Un tiempo después, en un Tigre vs. Chacarita, yo jugando para Chacarita, ganamos 2-0 y yo hice los dos goles. A él le gustaba mucho el juego aéreo y me terminaron comprando. Cuando me llama para ir, le dije: “¿Vos que sos el que tiene tan buen ojo? Me tuviste gratis y no me llevaste. A mi no me vendas que sos bueno de ojo porque conmigo le pifeaste”. Con Ricardo siempre tuve muy buena onda y en Tigre también ha marcado una época.
–Arrancaste tu carrera como DT y Tigre te abrió las puertas. ¿Cómo se dio ese regreso?
-Yo me hablaba con Melaraña, que era el presidente de Tigre en su momento. Se había ido el Lobo Ledesma y en una charla le dije: “Si te tomaste 10 cafés, tómate 11. El equipo que más vi desde que me retiré es a Tigre”. Me fui a tomar ese café y a los 3 o 4 días estaba como técnico. Al equipo lo tenía muy estudiado, sabía lo que le podía aportar, entendiendo que estaban a 16 puntos del descenso. Para mí era empezar mi nueva relación laboral, con un grupo de trabajo muy fuerte, que es quizás lo que me ha caracterizado siempre en todos los clubes que dirigí.
–No se te dieron los resultados, pero tu equipo terminó el semestre campeón con Gorosito. ¿Lo tomaste como algo positivo?
-Para mí fue una satisfacción enorme. Primero, porque Tigre logró su primer título de la historia y también porque ese grupo, los refuerzos y la pretemporada habían sido gestión mía. Me quedaron muchas satisfacciones de proceso, más allá de que no lo pude terminar yo.
–¿Después te llamó Kudelka para que seas su ayudante?
-Con Darío pegamos relación, hablamos por teléfono y a los tres minutos me hizo salir para Buenos Aires. Mi elección era estar con técnico un técnico que tuviera una búsqueda ofensiva. Los dos teníamos romanticismo por el 4-3-3 en todas sus variantes.
–¿Ser ayudante era un desafío diferente?
-Tenía que entender que iba de segundo y tenía que apoyar al líder, que era él. Ahí entendí el lugar que ocupan los ayudantes de campo en un grupo de trabajo y el valor que hay que darle. No solo llevan adelante muchos de los trabajos, sino que son el filtro que tienen los jugadores cuando tuvieron una mala mañana, cuando necesitan una palabra de apoyo o que se quede un rato más trabajando alguna cualidad técnica o táctica. Todo esto lo viví al lado de Darío.
El exitoso paso por Asia
Mientras estaba como ayudante en el Globo, al Flaco se le abrieron las puertas de Malasia para volver a ser cabeza de grupo. “Si el objetivo es ser campeón, me interesa“, fue la respuesta a la propuesta inicial. El proyecto futbolístico del club y una importante charla con Jorge Valdano fueron vitales para mudarse junto con su familia a Asia.
–¿Cómo apareció la oferta del Johor de Malasia?
-En el momento que estaba en Huracán, ya me estaban llamando. El director deportivo había visto un poco la vocación ofensiva y lo que había trabajado en Tigre. Hablé con Benjamín Mora, hoy técnico de Querétaro, que estaba ahí y fue uno de los grandes impulsores para que yo me vaya para allá. Y bueno, terminé yendo.
–¿Tu trayectoria como jugador influyó también?
-Allá me di cuenta lo que pesan los escudos de acá de Argentina. Cuando me presentan con el Príncipe, me anuncian como el que había jugado en Boca y en la Selección Argentina dirigida por Maradona. Esa era mi carta de presentación en Asia. Haber llegado a esos lugares fue muy difícil, pero en mi carrera fue donde menos tiempo estuve. En esos dos lugares jugué casi todo, pero estuve más en otros lugares y tengo más recorrido.
–¿Te costó tomar la decisión?
-En ese momento estaba haciendo un curso y estaba con Mati Zaldivia, Fede Freire y Jorge Valdano, en Madrid. Él había sido técnico de Real Madrid, director deportivo y estaba en su momento de periodista. En esas charlas que tuvimos con Jorge para mi fueron motivantes y enseguida me encendió la llama de volver a ser técnico.
–¿Y desde lo familiar?
-Nosotros teníamos el objetivo de estar un año juntos en un país con otro idioma y lo pudimos cumplir. La verdad que familiarmente fue un año fantástico. El primer año fueron a vivir conmigo y el segundo estuve solo.
–¿Cómo se llevaron con el cambio cultural?
-Ahí tenés millones de aristas para tratar como el tema de la religión. Si vos entendés que el extranjero sos vos, durás como duré yo. Ellos te dicen: Vos podés ser el mejor técnico de Sudamérica y nosotros no te vamos a llamar. Nosotros llamamos a la gente que estuvo en Asia y se acomodó a nuestra cultura“.
–¿El proyecto futbolístico te gustaba?
-El Johor es el equipo más importante del sudeste de Asia, que además me daba la oportunidad de completar el tiempo para homologar la licencia CONMEBOL Pro, que era lo que no me permitía dirigir en Sudamérica.Hoy está rankeado a nivel Asia séptimo, en la misma lista de Al Nassr, los equipos de Japón, Corea. Es un equipo enorme en lo que es el continente. Lo único que yo les planteé era que me interesaba solo si el objetivo era ir a salir campeón. Me dijeron: “Nosotros te vamos a ayudar para lograr la Liga Premier de Malasia, el único título que nos falta como club”.
–Y lo lograron…
-La verdad que me fue muy bien. Haber dirigido Johor de Malasia es muy valorado en Asia. Entre las tantas posibilidades que tuve el año pasado y hace una semana era Indonesia, Tailandia, todos los lugares del sudeste asiático. Es un mercado que a mí me da la tranquilidad de saber que, cuando levante la mano, tengo trabajo.

Echeverría se fue de Malasia con 26 victorias, 7 empates y 7 derrotas. Obtuvo el 78,83% de los puntos.
–¿Qué diferencias encontraste con el fútbol de Sudamérica?
-Allá hay problemas, pero son más futbolísticos. Acá, a veces te llaman y te dicen: “Pagamos entre tres y cuatro meses”. Antes de contratarme me decís que me vas a estar debiendo. A la hora de decidir y pensar netamente en lo laboral, vos te tenés que ir a un lugar donde el jugador esté al día, donde vos pidas y te puedan dar. En Malasia pude armar staff de nutrición. Todas esas cosas todavía estaban en proceso de desarrollo y acá quizás no, pero te encontrás con que a los jugadores no les pagan.
-¿Querés volver a dirigir?
–La idea es reinsertarme en la competitividad. Ahora a principio de año estuve dos cositas muy cercanas, una de América y otra de Asia.Entre las tantas posibilidades que tuve el año pasado y hace una semana era Indonesia, Tailandia, todos los lugares del sudeste asiático. Estoy a la espera y pronto volveré a dirigir.







