“Si tiene el bolso, que el pibe ya se queda”. El mensaje de Miguel Ángel Santoro fue contundente. No tenía dudas. Ninguna. Sabía que ese pibe de 13 años tenía todas las condiciones para convertirse en un gran arquero. Y si eso sucedía, si su ojo crítico lo avalaba, ese chico marplatense haría cosas grandes. Y como tantas veces, Pepé Santoro no se equivocó: tiempo después, Damián Emiliano Martínez (2 de septiembre de 1992) se convirtió en el mejor arquero del Mundial Qatar 2022.

De pibe, Dibu Martínez acuñó un sueño y fue por él. El camino no le resultó sencillo, sino todo lo contrario. Debió emigrar del país. Irse fue el único antídoto para tener una oportunidad. Creyó tanto que se animó a todo, incluso a emigrar a Europa.

Pero antes de ese viaje, Dibu Martínez debió resetearse y estar dispuesto a aprender, casi desde cero, todos los conceptos de un arquero. Robusto y algo tosco, el marplatense tenía por delante a Lucas Molina, Emiliano Molina, Oscar Ustari, Adrián Gabbarini, Fabián Assmann y Diego Rodríguez. De atrás, lo suyo siempre fue desde atrás (no pasó las pruebas ni en River ni en Boca).

Por eso, acaso, no fue una novedad que antes de apropiarse del arco de la Selección argentina, Martínez estuvo a las sombras de Franco Armani, por entonces el titular.

Y antes, con la paciencia y el trabajo como banderas, debió ganarse un lugar en Inglaterra, a donde viajó en 2017 acompañado por Santoro tras una destacada actuación en el Sudamericano Sub 17 de 2009. Un torneo fue suficiente para que el Arsenal inglés posara sus ojos en el joven arquero. Le ofreció una prueba y en 10 días en el viejo continente, Dibu Martínez fue comprado por los Gunners para que terminara su formación.

Una vez que saltó a Primera su situación se hizo precaria. Jugaba poco y nada, pero no lo dejaban ir. Así, durante 10 años, fue cedido a préstamo a media docena de equipos distintos y con Arsenal apenas disputó 14 partidos. En 2012 pasó por Oxford, en 2013/2014 por Sheffield Wednesday, en 2015 por Rotherham United, en 2015 por Wolverhampton, en 2017/18 por Getafe y en 2019 Reading.

Siempre volvió. Muy pocos partidos, apenas 64 encuentros pudo disputar. Sin embargo, Dibu siguió creyendo. Sabía que algún día iba a tocarle. Tanto que, a mediados de 2020, tras el receso por la pandemia de coronavirus, el arquero titular Bernd Leno se lesionó. Con el arquero titular fuera de las canchas por casi dos meses, el 1 argentino aprovechó la oportunidad que tanto había esperado. Con sus aportes claves, el equipo inglés obtuvo la FA Cup y la Community Shield. Suficientes motivos para que el Aston Vila pagara 21.500.000 euros por el arquero argentino.

Cambios deseados:

Su sueño siempre fue jugar un partido en la Selección mayor. Como si fuera un mantra, una y otra vez, de chico se repitió “necesito jugar en la mayor, un partido oficial”. Para Emiliano creer se convirtió en una marca indeleble a partir de la cual capeó las distintas vicisitudes por las que atravesó. Para un arquero, no jugar durante mucho tiempo es casi como una carta de defunción futbolera. Sin jugar, claro, no tenía manera de demostrar lo mucho (o poco) que podría dar.

Pero el paso al Aston Vila le abrió las puertas de la Selección argentina. Lionel Scaloni ya lo tenía en la lista de prioridades. Una vez que lo citó, el Dibu Martínez se ganó un espacio el grupo de jugadores que lidera Lionel Messi. Desde allí, supo hacerse importante para sumar y apuntalar a quienes les tocaba jugar. Volvió a creer y en la Copa América 2021, con Armani afuera por un positivo de Covid-19, se afianzó en el arco de la Selección nacional y nunca más salió.

Otra vez, Dibu imponía su personalidad y su espíritu combativo para ganarle a la adversidad. Durante la Copa América de Brasil 2021, el arquero argentino agigantó su imagen a fuerza de penales (sobre todo ante Colombia) y dejó en claro que la titularidad debía ser suya. Era su momento. Fue y es su momento. Luego vino la Finalissima ante Italia y ahora, con el Mundial de Qatar 2022, la gloria eterna.

Esa que tanto anheló y por la que luchó, fiel a sus convicciones y su manera de ser. En Rusia, como un hincha más, sufrió la dura eliminación ante Francia. Ese mismo día, aún dentro del estadio Kazán Arena, lo miró fijo a su hermano y le prometió: “El próximo Mundial el arquero de la Selección voy a ser yo”. No se equivocó. Pasaron poco más de cuatro años y Emiliano Martínez es uno de los 26 argentinos (junto con los jugadores de 1978 y 1986) que saben cuánto pesa la Copa del Mundo.