River y Vélez es uno de los duelos más especiales que tiene la Ciudad de Buenos Aires. Son más de 200 partidos jugados a partir del combo amateurismo + profesionalismo + competencias internacionales por estos equipos cuyos estadios están separados por solamente 17 kilómetros.

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El epicentro temporal de estos enfrentamientos lo podemos situar en los 90, cuando se disputaban el mote de “equipo de la década”. Pero acá repasaremos cinco hitos históricos de Núñez a Liniers, hasta en Japón.

1) POR LO MENOS, ASÍ NO LO VIO ÉL

Nos situamos en el Nacional de 1968. Un año antes, Estudiantes había logrado cortar con la hegemonía de River-Boca-San Lorenzo-Racing-Independiente en el profesionalismo. El Fortín no tenía en ese momento títulos de Primera División. El Millonario atravesaba su peor racha desde 1931 con once años sin ser campeón.

El torneo lo jugaron 16 equipos, una rueda, todos contra todos. El que más puntos sacaba se coronaba. La última fecha encontró a River y a Racing líderes, igualados con 21 puntos y teniendo que enfrentarse en el Cilindro, mientras que Vélez llegaba con 20 unidades y recibía a Huracán. Como se entregaban dos puntos en caso de victoria, el empate 1-1 en Avellaneda y el triunfo 2-0 en Liniers implicó que los tres equipos quedaran en la primera posición. ¿Cómo se definió todo? Con un triangular.

El escenario elegido fue el Gasómetro de Avenida La Plata. La fecha, los últimos días del años. En el primer partido, River derrotó 2-0 a Racing y debía medirse contra Vélez en el segundo, el 22 de diciembre. Un triunfo lo consagraba campeón. José Luis Luna (V) y Daniel Onega (R) habían dejado el resultado empatado en 1, hasta que se produce la jugada que quedó inmortalizada: cabecea Jorge Recio, el volante central millonario, la pelota supera al arquero Marín, pero Luis Gallo se tira hacia su izquierda y desvía el remate con la mano. ¿Penal? No para el árbitro, el recordado “shic-shic” Guillermo Nimo, quien cobró una falta que nadie entendió de quién fue y, según cuentan las crónicas de la época, terminó el partido antes de tiempo.

Foto: riverplatehistoricos

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En elúltimo juego, Vélez derrotó 4-2 a Racing y se consagró campeón por haber tenido más goles a favor en la fase regular. Fue la primera vuelta olímpica para el Fortín, mientras que River debió esperar siete años más para volver a conquistar un título.

2) LA ÚLTIMA VOLADA DEL PATO

Exactamente 32 años después de la mano de Gallo, los caprichos del fútbol volvían a poner a River en la antesala de una vuelta olímpica con la necesidad de vencer a Vélez. Otro 22 de diciembre que terminará en frustración para el Millonario.

Se disputaba el Apertura de 1990, con varios equipos en la lucha. El Fortín había caído sorpresivamente en Liniers en la penúltima fecha contra Chaco For Ever y ya no tenía chances de ser campeón. En esa derrota fue muy cuestionado su arquero, un tal Ubaldo Matildo Fillol, quien anunció que el siguiente sería su último partido como profesional. La despedida no podía ser más simbólica: diría adiós enfrentando a River en el Monumental.

El Pato está, sin dudas, entre los jugadores más icónicos que vistieron ambas camisetas. Otros dos campeones del mundo que pasaron por las dos instituciones fueron Norberto Alonso y Oscar Ruggeri. El Cabezón también estaba en ese Vélez que iba a Núñez en el cierre del campeonato para aguarle la fiesta al equipo de Daniel Passarella. Eran muchas las figuras que se cruzaban en esa tarde.

River necesitaba un triunfo y que no ganara Newell’s contra San Lorenzo. Un Monumental repleto estalló en aplausos y reconocimiento para Fillol en la previa del partido. Y el gran artista del arco dio una maravillosa función final: sacó prácticamente todo lo que le tiraron, incluido un penal a Rubén Da Silva que lo convirtió en récord (26 atajados en su carrera). Los goles de Tigre Gareca y Esteban González le dieron la victoria 1-2 a Vélez, que de esa manera le sirvió el campeonato a la Lepra de Marcelo Bielsa. Ese sería el único triunfo del Fortín en ese estadio en toda la prolífica década de los 90.

3) 60 METROS Y REVANCHA EN DOS VUELTAS

Era marzo de 1996 y Carlos Bianchi ya había dejado su huella para siempre en la historia de Vélez. Ramón Díaz empezaba a escribir la suya en River. Unos meses después, se consagraría campeón de América. Fueron los únicos dos equipos argentinos en conseguirlo en esa década, que coronaría a las tríadas Bianchi-Piazza-Bielsa por un lado y Passarella-Gallego-Díaz por el otro.

José Luis Félix Chilavert era amo y señor de la escena futbolística en la Argentina por esos años, al punto de plantarse mano a mano con Diego Maradona o Enzo Francescoli. Chila había estado muy cerca de ser refuerzo de River e incluso hay sesiones fotográficas suyas en el Monumental, pero una lesión de Goyco truncó ese pase y cambió la historia para siempre. Esa noche de marzo en Liniers se acercó hasta la mitad de la cancha y, cuando nadie más estaba atento a la jugada, le pegó al arco desde 60 metros. La pelota dibujó una parábola perfecta y se coló detrás de un Burgos que no supo cómo reaccionar.

Ese hito merecía ser mencionado, pero no es el central de este apartado. Después de ganar la Copa Libertadores, el River de Ramón debió reformularse por la venta de algunas de sus figuras como Hernán Crespo o Matías Almeyda. La nueva versión fue incluso superior a la anterior. Llegaron Berizzo, Salas, Cruz, Berti, Monserrat, entre otros. Ese equipo se consagraría tricampeón del fútbol argentino con un fútbol espectacular. Las dos primeras vueltas olímpicas las dio, precisamente, frente a Vélez.

La noche de la consagración del Apertura 96 peleaba el campeonato contra Independiente. Con el triunfo se aseguraba la vuelta olímpica número 25 en el profesionalismo. Lo que destrabó el partido fue un hecho desafortunado: Enzo Francescoli sufrió una lesión. ¿Quién entró en su lugar? El chileno Marcelo Salas, figura excluyente con dos goles. Diablo Monserrat puso el 3-0 definitivo.

El uruguayo tuvo su revancha en el Clausura 97. Se respetaba el mismo fixture, pero se invertía la localía. Nuevamente en la fecha 18 se volvían a ver las caras. Fue un festival de Enzo, quien a los 12 minutos conectó un centro que tiró desde la derecha un tal Marcelo Gallardo. En el complemento liquidó el asunto con una gran jugada desde la izquierda hacia el centro, en la que quedó graficada la impotencia de Sotomayor para frenarlo.

4) DE ACÁ A JAPÓN

¿Un River-Vélez oficial en Japón? Sí, sucedió. Disputaron la Recopa Sudamericana en Kobe en 1997, tras haberse consagrado ambos en Libertadores y Supercopa, respectivamente. En poco tiempo se fueron hilvanando un montón de historias a partir de duelos de los dos equipos más ganadores de la década.

En abril la Confederación Sudamericana de Fútbol llevó este duelo a Asia. Chilavert abrió el partido de penal en el primer tiempo y Francescoli empató por la misma vía cerca del final. El campeón se definió desde los doce pasos y el Fortín dio la vuelta por 4-2. El arquero paraguayo falló el suyo, pero después les detuvo sus remates a Gallardo y Roberto Trotta, un nombre que será vital en el próximo apartado.

Así formaron en la tarde japonesa:

River: Bonano/Trotta-Ayala-Berizzo-Sorín/Monserrat-Astrada-Maisterra-Berti/Francescoli-Cruz. DT Ramón Díaz. Entraron Burgos-Gallardo-Villalba.

Vélez: Chilavert/Zandoná-Sotomayor-Pellegrino-Cardozo/Morigi-Gómez-Husaín-Bassedas/Posse-Camps. DT. Piazza. Entraron Herrera-Pandolfi.

5) ENEMIGOS ÍNTIMOS

“Tengo miedo de decirlo, pero el gol que más disfruté fue la picada mía a Chilavert. Solo había dos formas de hacerle un gol a él: fuerte, como pateé el primero de ese partido, o picándola, porque nadie la había hecho” (TyC Sports).

Roberto Trotta fue el capitán de Vélez campeón del mundo en 1994. De hecho, es quien abre el partido contra Milan, de penal. Tan central era como pilar de la defensa que Carlos Bianchi se lo lleva a Roma en 1996. Pero antes de irse, soltó una frase bastante peculiar: “Nuestros hinchas son amargos”. El idilio con la gente empezaba a romperse.

En 1997 llegó a River y no tardó en mostrar su temperamento: se peleó con Ramón Díaz, quien lo relegó al banco de suplentes. A veces, ni siquiera concentraba. Pero el DT, con el equipo diezmado, tuvo que mandarlo a la cancha y respondió con un gol de chilena que dejaba a River muy cerca del título. ¿A quién se lo dedicó? Al entrenador riojano. Después, claro, lo sacaron del club.

Pero en 2000 volvió a Núñez, con el alto perfil que lo caracterizaba. Sacó del medio a Tolo Gallego en la pelea con Chilavert y eligió a su ex compañero como enemigo. Se tiraron bastante en la previa del partido por el Clausura. La noche no empezó de la mejor manera para el central: gol en contra en el cierre del primer tiempo. A los 23 del segundo tuvo su revancha con un penal que el árbitro Baldassi ordenó repetir por invasión de área. Y ahí, Trotta se la picó al arquero y salió festejando de cara a la gente de Vélez, que lo insultó y hasta lo escupió. “Se olvidan pronto de todo lo que hice por este club”, dijo mientras se subía al micro.

BONUS TRACK: VENCEDORES VENCIDOS

El género arquero-goleador en la Argentina lleva el nombre de José Luis Felix Chilavert. Pero en ese 2000, en la Mercosur que se jugó en el segundo semestre, fue otro el apellido que se coló: Bonano. River y Vélez debutaban en el certamen en el Monumental. El paraguayo había puesto el empate parcial de penal y se lo había gritado al arquero rival. En el complemento, Tito se hizo cargo por primera y única vez en su historia de una pena máxima y le dio la victoria 2-1 a River.

“Tiene que aprender mucho de Chilavert, porque le pega con un diario. Que se haya animado a patear un penal me pone contento porque significa que aprendió de mí”, dijo el propio Chila, con el recurso de la tercera persona tan característico en él. “Era el suplemento del domingo, porque estaba bastante gordito y entró”, le contestó Bonano.