Esto ya es una maldición

Por Pablo Aravena.

A esta altura, nada funciona. Nada.
El partido de la U contra O’Higgins es un fiel reflejo de un año oscuro. Porque no es normal que tus dos refuerzos estrellas del semestre terminen con lesiones musculares: Emmanuel Ojeda ni siquiera pudo jugar y Nery Domínguez estuvo treinta minutos hasta que sintió el pinchazo en la pierna derecha.

Y en la defensa acudes a un novel lateral derecho porque el titular (Yonathan Andía) estuvo involucrado en un tema judicial al ser sorprendido manejando en malas condiciones.

Subes a la zona media y ves que la apuesta corresponde a un extranjero que no asoma entre los titulares (Álvaro Brun), el otro mediocampista defensivo de emergencia es un volante externo (Israel Poblete) y de ahí en más rezas a la inventiva de una dupla de adolescentes que tiene un futuro esplendoroso (Lucas Assadi y Darío Osorio).

Todo eso adornado con este período de incertidumbre donde el entrenador Diego López llega con un cartel matizado por éxitos y fracasos.
Ese era el panorama.

Israel Poblete capitaneó al equipo en Rancagua en la derrota de la U ante O'Higgins (Mirko Penha)

Pero lo peor es que, después de todo eso, estabas obteniendo un punto en Rancagua. Pero una serie de desaciertos (pase ajustado de Poblete, error de Brun y posterior tarjeta roja, tiro libre y gol rival) te deja con las manos vacías, con la sensación de impotencia mezclada con temor por un futuro que no se ve promisorio.
Ese es el conflicto.

Cuando parecía que el envión anímico del arranque de la segunda rueda se hacía real, el gol tardío de Antofagasta (1-1) y las caídas por la mínima ante Ñublense y O’Higgins vuelven a someter al equipo y a los hinchas a un estrés que, lamentablemente, empieza a ser costumbre.

Porque los fanáticos ya empiezan a revisar el fixture, consultar los resultados de los colistas y a realizar los cálculos que permiten la salvación. Y eso no es una buena costumbre. Porque los milagros no son para siempre.

Ya te salvaste porque ocurrió un hecho inolvidable cuando el tirazo de Jimmy Martínez se desvió en Mauricio Zenteno y entró al arco de Deportes Iquique en 2019. Luchaste hasta la última fecha en 2020 por la terrible tabla de promedio. Y evitaste el descenso por la mágica remontada ante Unión La Calera en 2021.

Pero no puedes esperar que las hazañas toquen tu puerta cada vez que hagas mal las cosas.
Algún día esa suerte se acabará, y la B podría ser una realidad. No por una situación coyuntural, una campaña puntual, una lesión terrible o un arbitraje horroroso sino porque durante años cavaste un foso para hundir tus miserias y malas decisiones.