No es nada fácil para un futbolista llegar a competir al máximo nivel y cumplir el sueño que cultiva desde pequeño en la mayoría de los casos.

En algunas ocasiones, tener cerca el éxito genera vértigo, miedo. No es todo color de rosas. Y bien lo cuenta en primera persona Eder Álvarez Balanta.

El defensor que hoy milita en el Basel de Suiza escribió una carta para el sitio Humanizados contando su experiencia desde que arrancó a jugar a la pelota hasta hoy.

"Yo me exijo, me presiono, yo mismo me castigo cuando las cosas no salen bien. A veces hasta límites que me perjudican", comenzó relatando en un documento llamado “Cuando la autoexigencia te boicotea".

"Cuando comencé a jugar en Primera, que supuestamente el hincha y la opinión pública decían que todos los partidos jugaba bien y era una de las figuras, yo llegaba al vestuario o a mi casa y decía que no era así. Empezaba a contar los errores, pensaba: '¿De qué me sirvió lo bueno que dicen, si hice esto malo que terminó, capaz, generando una ocasión de gol en contra?´. He llorado en el vestuario luego de algún partido", recordó sobre sus épocas en River.

Para finalizar, confesó: “Cuando comencé a jugar no le daba tanta importancia a lo que podía llegar a pasar en el partido sino que disfrutaba. Ahí jugaba más suelto. Cuando se juega con más inconsciencia suele ser más fácil fluir. Pero cuando tomás consciencia de que existe cierta presión o de que uno tiene cierta obligación, termina influyendo, a veces para mal. En la época en que no estaba teniendo buen rendimiento me pasaba de pensar que nunca más iba a poder hacer las cosas bien".