Lo peor para un antiamericanista es que se produzca una docuserie sobre el equipo que más detestan. Pero todavía hay algo más terrible para su causa: la necesidad de verla. Más allá de hacerlo por gusto, su morbo por corroborar y descubrir los motivos de su animadversión los llevará a alimentar todavía más su sentimiento de desprecio hacia los colores amarillo y azul.

La inquietud por confirmar que lo suyo es aborrecer al América es suficiente para que se introduzcan en un contenido que puede hacerlos enojar por el recordatorio de la grandeza en Coapa, específicamente desde que Emilio Azcárraga Milmo hizo del club una entidad que fue más allá de lo futbolístico. Sin embargo, tal como lo sugiere el título de la docuserie, también podrán sonreír con infortunios que ha padecido el equipo a lo largo de su historia.

Por si eso no bastara, su fiel líder del antiamericanismo aparece para dotar de equilibrio el anecdotario de lo que simbolizan ‘las Águilas’ en los planos deportivo, social, cultural y del entretenimiento. América sin José Ramón Fernández no sería América, y viceversa. Ambos se perciben como un extremo del mal innecesario pero importante para sus respectivos caminos en una misma pasión que es el futbol.

Además, para robustecer la aversión al Ame, viene bien refrescarse con episodios del pasado para contrastarlos con el presente y así generar una reinterpretación de lo que fastidia, irrita y enoja de la institución azulcrema. O en su defecto para alimentar las mofas. Cuestión de enfoques según cada espectador.

¿Más motivos? El momento en que llega a Netflix. América atraviesa una racha considerable de triunfos enmarcados por goleadas y golizas a rivales como Pumas y Cruz Azul, clubes con aficiones que por tradición desprecian al americanismo. Si las heridas del torneo reciente siguen sin sanar para felinos y celestes, un poco de masoquismo no cae mal antes de sanarlas. Vaya, hasta por el mero ocio futbolero de envidiar un poquito más al más grande, nada se pierde al ver América vs. América.