Con la ausencia de México en la Copa del Mundo de Italia ‘90 por el escándalo de ‘los Cachirules’, el fervor deportivo de lo colectivo se canalizó hacia la lucha libre, un deporte-espectáculo en auge gracias al impacto de la televisión. Después de que el célebre escritor Luis Spota falleciera en 1985, el pancracio volvió a transmitirse. Y es que bajo su gestión como presidente de la Comisión de Box y Lucha, se negó a que las luchas tuvieran cabida en la pantalla.

La nueva presidencia accedió a que las funciones fueran televisadas. A través de pago por evento, repeticiones u horarios retrasados fue aproximándose la lucha libre a los hogares. El propósito era que la gente no dejara de ir a las arenas. Sin embargo, el efecto fue todavía más favorable porque los televidentes se sintieron atraídos por el espectáculo deportivo.

Entre lo atractivo se encontraba un luchador, Octagón, llamado ‘el amo de los ocho ángulos’. Era el furor para los aficionados del bando técnico. Les gustaba su estilo luchístico que combinaba llaveo tradicional con artes marciales. Causaba impacto su atuendo, así como su máscara, una de las más icónicas que han existido.

También destacaba por su rivalidad con Fuerza Guerrera, un rudo que venía en ascenso y era del agrado popular. Este gladiador generaba todo tipo de reacciones por el nivel de enfrentamientos que sostenía con Octagón, a quien solía maltratar atando la cinta roja de su careta a las cuerdas.

La animadversión entre ambos llegó a un triangular de máscaras donde se involucró Huracán Ramírez. Se llenó la Arena México para esa función. Muchas personas se quedaron fuera del inmueble porque no cabía nadie más en el interior. La expectativa por conocer el rostro de Octagón o Fuerza Guerrera fue demasiada. Al final, el perdedor fue Huracán Ramírez.

Desde entonces, el público se ha dedicado a anhelar y pedir un enfrentamiento de máscara contra máscara entre Octagón y Fuerza Guerrera, dos gladiadores que han trasladado su rivalidad hasta la actualidad, época donde los años encima obligan a pensar distinto. Sin embargo, el técnico está consciente de que esa lucha se la deben a la gente desde hace más de tres décadas. Y los dos se encuentran en óptimas condiciones para que así suceda en caso de que se animen.

Entrevista con Octagón

Algo inevitable en un luchador es el retiro. ¿Cómo lo está manejando Octagón? ¿En qué fase de esa decisión está?

Todos tenemos un principio y un fin. Pero hay que prepararse para el retiro. No se trata solamente de decir “ya me voy”. Nos tenemos que preparar porque estamos acostumbrados a un ritmo de vida en el que luchas en una arena, después en otra, viajas todos los días, desayunas en una ciudad, cenas en otra. Es un ritmo de vida muy agitado.

Se tiene que valorar cómo irse retirando, examinar todo lo que se tiene que hacer antes y que el retiro no te afecte. Cumplí 61 años de edad y 40 como luchador profesional. Tengo la fortuna de luchar junto con mi hijo, de entrenar con él, de viajar con él. Creo que es una satisfacción muy grande que el público que me ha apoyado a mí durante todos estos años, ahora esté apoyando a mi hijo. Quiero ayudarle a corregir sus defectos y errores para que no sea tan difícil que él escriba su propia historia con esta máscara.

En estos últimos dos años han fallecido grandes luchadores a una corta edad, es decir, en un promedio de entre 50 y 60 años. Hay casos donde esos gladiadores sufrieron repercusiones de salud ligadas a la lucha libre. ¿En qué plano se encuentra Octagón en ese sentido?

Yo me siento muy bien ahorita. Afortunadamente sigo activo. Todavía puedo subir al ring y dar un buen espectáculo. Quiero que la gente me recuerde como me ve ahorita, entero. No quiero que me recuerde como un luchador que nomás se sube al cuadrilátero y no puede hacer las cosas.

Mientras pueda subir a un ring, me sienta bien y haga las cosas que he hecho en toda mi carrera, puedo continuar luchando por un tiempo más, no sé cuánto. Cuando mi cuerpo me pida que me retire, lo voy a hacer. Vamos a seguir unos años más, siempre y cuando todo camine como está caminando por el momento.

¿Tiene pensado retirarse con su incógnita o plantea jugarse la máscara sabiendo que existe la posibilidad de perderla?

Yo creo que no hay necesidad de exponerla a estas alturas, pero lo puedo pensar. Si hay algún rival que me interese, con mucho gusto la expongo. Tengo las puertas abiertas para cualquier reto. Mientras tanto, por ahora, no hay nada en puerta. Si sale un gallo que merezca esa lucha, lo pensaré.

¿Y si ese gallo fuera Fuerza Guerrera?

¡Qué mejor! Esa lucha ya se la debemos al público desde hace muchos años. Han sido varios años de rivalidad. Sería excelente que fuera contra Fuerza Guerrera. Sería excelente tanto para él como para mí y así terminar nuestras carreras. Claro, a mí me gustaría terminar mi carrera con un trofeo más en las vitrinas.