La lucha libre se ha convertido en un obituario durante la pandemia. Ídolos como Brazo de Plata, Black Man y Super Muñeco fallecieron a lo largo de los últimos dos años como consecuencia de graves problemas en su salud. Muchos otros gladiadores de su generación murieron previamente y varios más viven en el retiro. Pero existen casos extraordinarios de luchadores veteranos o consagrados que siguen en activo. El maestro Solar es una de las leyendas vivientes que se mantienen arriba de los cuadriláteros.
Desde la década de los setenta hasta la fecha, Solar continúa brillando en el ring. Contrario a lo que se cree respecto a hombres de su edad, él se conserva en extraordinarias condiciones y tiene muy en claro que se retirará en el instante que su cuerpo se lo exija. Mientras tanto aprovecha una de las bondades que tiene la lucha libre: longevidad de carrera. Para y por eso es que se cuida en todos los aspectos.
Fuera de las arenas, sin renunciar al ambiente luchístico, posee una tienda que se ha transformado en un sitio consentido por los aficionados y de gran apoyo para gladiadores que salen del olvido para convivir con fans y ganar un dinero extra con la venta de artículos como máscaras.
Conversamos con él para saber cómo se siente, qué opina de la lucha actual y hacia dónde se encamina el legado de su nombre con relación al hombre que habita bajo la careta.
Entrevista con Solar, luchador profesional
¿Se puede saber qué edad tiene usted?
Yo tengo 66 años. A veces me preguntan cuántos años tengo y les digo que los que me calculen porque cuando vas a buscar trabajo y dices 40 o 50 te contestan que ya estás viejo. Por eso es que casi no me gusta decir mi edad. Pero quienes me conocen saben que tengo 66 años.
No es lo mismo ser un luchador en etapa adulta que tiene funciones toda la semana a un luchador en etapa adulta en vías de retiro. El cuerpo cambia, sufre estragos. ¿Usted cómo se siente en estos momentos? ¿Piensa en el retiro?
Me siento al cien por ciento, me siento bien. No me duele nada. Yo soy muy cobarde con las inyecciones, no quiero que me pongan una, por eso me cuido mucho. Puedo hacer todo en el ring luchando, incluso lo mismo que hacía cuando empecé mi carrera. Me aviento resortes de afuera hacia adentro, topes, de todo puedo hacer.
He estado lastimado, es verdad, sí lo he estado. Arriba de un ring o afuera de una arena, todos corremos peligro. Por ejemplo, tuve un accidente donde murió el Ángel Blanco cuando veníamos Monterrey a Laredo y quedé muy lastimado de la rodilla y la cara. En ese momento creí que ya no volvería a luchar, que no iba a volver a caminar, pero me compuse. Desde entonces aquí andamos.
Pienso que el día en que me falle algo del cuerpo, como una pierna, ahí estaré diciéndole adiós a la lucha libre, un deporte que me ha dado todo. Cuando no pueda levantarme diré “hasta aquí”.
Yo no sé si tenga que ver el estilo de lucha para extender o culminar la carrera de un luchador. Antes se procuraba la lucha a ras de lona y ahora es aérea. ¿Eso tiene que ver?
Siento que influye más el estilo de vida, el cómo vive un luchador. Cuando yo estaba como independiente en el Toreo de Cuatro Caminos luchábamos a diario. Terminaba la función y me iba a cenar para después dormir, descansar. Probablemente otros compañeros iban a echarse unas cervezas y de ahí se iban a luchar. Después de tres o cuatro años notabas si te dolía el cuerpo o no. El cuerpo no es de fierro o de madera y es cuando aparecen los achaques para avisarte cómo estás.
A veces te lastimas luchando. Entonces vas con el doctor y le dices que te duele la rodilla, pero quieres luchar. El doctor te dirá que no puedes, a lo que le respondes que te inyecte o medique para quitarte el dolor. Y ojo aquí: puede quitarte el dolor pero no curarte. Subes a luchar como si nada, sin embargo el dolor volverá y la lesión puede aumentar. Muchos luchadores no se curan. Todo depende de cómo se cuide también un luchador.
¿Cómo se ha acoplado usted a la lucha actual? Es más aérea, más de dar saltos y menos ras de lona. ¿Le ha tocado algún rival que no respete su jerarquía?
Cuando yo sienta que no pueda responder, me retiro. Por otra parte, la lucha aérea siempre ha existido. Super Astro y el Rayo de Jalisco lo hacían desde antes. Sobre la lucha a ras de lona, a mí me gusta mucho luchar en ese estilo. Por fortuna he luchado con jóvenes que se adaptan o con los que yo me adapto, no importa si es aéreo.
Yo les digo que no me tengan compasión. Arriba del ring somos parejos, no hay compasión. Arriba del ring gana el que esté mejor preparado. Por eso siempre el éxito es estar preparado. Tú puedes ser el mejor luchador en la vida, pero si no estás preparado y no tienes condición eres un cero a la izquierda porque hasta corriendo se gana. Si no tienes preparación estás acabado.
Estando bien física y mentalmente, además de estar entrenando y preparándose todos los días, vas a llegar lejos. Un joven podrá tener mucha fuerza y ya. En cambio muchos podemos tener fuerza, preparación y maña (repertorio de llaves) para alcanzar el éxito.
Sabemos que los luchadores pueden acabar su carrera por una lesión o porque pierden la máscara. ¿Cómo ha lidiado usted con ahorrar e invertir en algo que le brinde soporte económico fuera de la lucha?
Esos son aspectos importantes que muchos luchadores no vemos. En mi caso, por ejemplo, mucho de lo que he hecho es porque lo he hecho sobre la marcha, no porque fuera precavido.
Antes luchábamos a diario, de domingo a domingo. Había viernes, sábados y domingos en que luchaba tres veces al día. Nunca me ponía a pensar en que la lucha se iba a acabar, por lo que creí que siempre iba a tener un ingreso como luchador. No me daba tiempo de pensar en un negocio o de visualizar que un día Solar se iba a acabar.
Te cuento una anécdota. Mi suegro vendía pollos y quería que yo me fuera con él a vender pollos en la Lagunilla junto a mi esposa desde las cuatro de la mañana. Mi suegro fue un productor de pollos grandísimo, vendía mucho. Entonces me iba con mi esposa a vender pollos, estábamos recién casados.
Mi suegro quería que me dedicara a vender pollos, a que hiciera algo que no fuera ser luchador. Pero pasó que yo llegaba de luchar a las cinco de la mañana porque recién volvía de Puebla o Guadalajara, lugares donde había funciones. No acababa de llegar y me iba a vender pollos a las seis de la mañana. Así duré un mes.
Me puse bien flaco. Fue cuando mi suegro habló con mi esposa para que me dijera que ya no fuera a vender pollo porque eso me iba a enfermar. Dejé de ir a vender pollos. Con el tiempo me di cuenta que esa lección de mi suegro era para que yo tuviera un negocio propio para prevenir el futuro, sin embargo eso a mí no me pasaba por la cabeza, mucho menos porque creí que las luchas jamás iban a terminarse.
De repente un día nos fuimos para abajo (porque no había funciones). Uno de mis hijos me acompañaba a las que yo estaba programado y empezamos a vender fotos para generar ingresos. Allí fue que se me ocurrió la idea de hacer un lugar donde mis compañeros luchadores y yo pudiéramos tomarnos fotos con la gente a cambio de una cantidad. Fue así que abrimos la tienda de Solar. Sobre la marcha implementé la idea de vender artículos originales, especialmente máscaras porque es algo que le gusta comprar a los aficionados. Pero no lo quise hacer sólo para mí. Había compañeros que la pasaban mal y necesitaban ingresos, así que venían a la tienda a vender sus productos. Fue así que organizamos las sesiones de firma de autógrafos, toma de fotos y venta de máscaras con distintos luchadores y luchadoras. Ya vamos para 11 años con la tienda.
Usted se mantiene en óptimas condiciones y no piensa en el retiro. Mirando hacia atrás, ¿qué sensación le causa saber que amigos y compañeros que crecieron junto a Solar ya fallecieron? Uno de ellos fue el Perro Aguayo.
Siento mucha tristeza. Los extraño. Con el Perro Aguayo conviví… ¡Olvídate! Cuando yo empezaba a entrenar, él ya era figura en Guadalajara. Recuerdo que un día me mandó a la zapatería Canadá para comprarle unos zapatos a su esposa y se los llevara a ella. Así era como me tocaba entrenarme.
Después con el tiempo, ya que me convertí en profesional, tuvimos varias giras como compañeros. Una de ellas fue en Japón. Luego, toda vez que vinimos a vivir al Distrito Federal (CDMX), yo pasaba por él cuando teníamos funciones en Puebla, Pachuca o el Toreo de Cuatro Caminos. Llegaba a su casa y le gustaba estar en familia, cargaba mucho a Pedrito (el Hijo del Perro Aguayo).
Recuerdo cuando fui su second en el Toreo de Cuatro Caminos en una lucha de campeonato contra Villano III. Resulta que se aventó al ángulo contra Villano III y él se quitó, estrellándose directo con el poste. ¡Se le hizo de inmediato un hoyo en la cabeza! Comenzó a sangrar, salía el chorro hacia arriba. Estaba completamente bañado en rojo. Decidí aventar la toalla para parar la lucha.
Lo llevamos rápido al vestidor y luego luego al hospital. El doctor nos dijo que si se tardaba más en llegar, se hubiera desangrado. Llegó amarillo al hospital, no se le podía parar la sangre. Total, le pararon la hemorragia, lo atendieron y lo llevé a su casa como a las dos de la mañana.
Haber pasado tantas cosas de todo tipo es algo que me trae bastantes recuerdos porque dimensiono lo que conviví con él.
Si usted me permite la pregunta y usted gusta responder, ¿cómo se procesa la muerte de un compañero en un accidente como lo fue con el Ángel Blanco?
Lo vivo como si fuera ayer. Lo vivo como si acabara de pasar. Todos los detalles sobre lo que ocurrió los tengo bien grabados. Tengo muy presente cómo pasé de estar platicando en un segundo a voltear y ver que se murió un compañero.
Cuando platicaba con algunas personas, alguien dijo que ese accidente ya había pasado hace mucho tiempo, que ya era para haberlo olvidado. ¡No! A mí no se me ha olvidado, ni se me olvidará. Son situaciones muy duras. A mí me sigue doliendo.
En un determinado caso que tome la decisión de retirarse y lo haga enmascarado, ¿quiere llevarse el misterio con usted o contempla mostrar su identidad?
Evidentemente el retiro está más cerca, no lo puedo negar. Tampoco tengo contemplado apostar mi máscara, a menos que surja una rivalidad que lo amerite. Para ser sincero, todavía no sé qué hacer con mi identidad. Me tomaré el tiempo de pensarlo, será algo nuevo para mí. Soy Solar y también soy un hombre que ha vivido muchos años con una máscara. No sé qué será llegar a ese momento.