Sería fácil decir que Canelo Álvarez no se movió, que lució apagado (como la última vez ante William Scull en mayo), que no movió sus pies y cintura para imponer su ritmo. Sería sencillo contar que Terence Crawford se adaptó muy bien a las 168 libras y que lució ágil, rápido, preciso y concentrado en completar con éxito su plan. Pero eso lo vio la mayoría del mundo que observó la pelea y la intención tiene que ser ir un poco más allá, donde hace falta afinar la mira para encontrar detalles más ocultos que otros.
La victoria de Crawford y la derrota de Canelo, ambas sin plan B
En cuanto a la estrategia, a veces pareciera que no hay plan B. Ambos dejaron claras sus intenciones desde el inicio y así se mantuvieron hasta el final de la contienda, exceptuando algunos matices. La victoria de Crawford expuso dos cosas: la pérdida de potencia y jerarquía de Canelo y cómo el deporte está en presencia de una nueva leyenda que no era respetada de forma unánime hasta este momento.
La última derrota de Canelo había sido en 2022 ante Dmitry Bivol, en una presentación en la que dejó pasar la oportunidad de dar un salto de calidad, porque en las difíciles es donde más hay que demostrar. Luego de la caída ante el ruso, Saúl agrandó sus números con victorias sencillas que lo consolidaron como un gran campeón supermediano. Pues bien, a la hora de validar lo hecho con “alguien de su tamaño”, otra vez quedó en deuda.
Crawford subió 14 libras en relación a su última presentación y se mostró como un supermediano habitué, como si las 168 libras lo hubiesen estado esperando toda la vida. Por momentos, los abucheos del público jugaron su partido en el Allegiant Stadium de Las Vegas, porque Bud ya había hecho parte de su trabajo y dejó enfriar el combate, mirando el reloj, aprovechándose de la poca capacidad de respuesta del mexicano ante la adversidad.
En definitiva, la pelea la ganó Crawford con mucho orgullo, un nivel sobresaliente pocas veces visto y una demostración magnífica de boxeo. Sin embargo, también la perdió Canelo por esa pasividad, esa sensación de que el tanque ya no tiene tanto como en su momento o que, en todo caso, no cuenta con el suficiente combustible para estrellas que dan un plus. Las dos caras de la moneda son parte de un evento que marcó la historia del boxeo.
