A final de cuentas, las diferencias se quedan en el futbol. Van esfumándose los corajes y las molestias conforme transcurre el tiempo, todo se queda en simples memorias deportivas. Pero esos instantes de enojo fueron relevantes, tan importantes que orillaron a considerarse cuestión de orgullo patriótico. Y los enfrentamientos México-Estados Unidos tuvieron personajes que formaron parte de ese sentimiento.

Claudio Reyna

Desde que apareció en la media cancha de Estados Unidos a mediados de los noventa, la selección norteamericana empezó a ser indigesta para México. Ese equipo se volvió ordenado y dejó de ser un adversario cómodo para poner en aprietos al Tri en cualquier torneo; Copa USA, Copa Oro, Copa América y Copa del Mundo cimentaron con seriedad la rivalidad. Algo que le caía mal a la afición mexicana de este jugador es que militaba en equipos europeos, es decir, se veía con envidia que “un gringo” jugara en Europa.

Brian McBride

Este futbolista no necesita mayor presentación. Hasta la fecha causa dolores de cabeza en quienes recuerdan aquel fatídico partido de Octavos de final en Corea-Japón 2002. Resulta imposible olvidar que fue el autor del primer gol en la victoria estadounidense que dejó a México con el trago amargo de no llegar al quinto partido en un Mundial fuera del país. Esa Copa del Mundo era la idónea para avanzar a Cuartos, pero…

Cobi Jones

La patada con codazo que le propinó Rafael Márquez en 2002 fue la metáfora de lo que significó este delantero para la defensa mexicana a lo largo de una década. Su presencia en los partidos entre Estados Unidos y el Tri irrumpió con sorpresa para la afición nacional de aquel entonces porque no estaba acostumbrada a ver un jugador norteamericano que pusiera en aprietos a la defensa de México.

Landon Donovan

Hizo todo lo posible para hacer enojar a la afición mexicana. Incluso su propia naturaleza era motivo de fastidio. El punto álgido de la mutua animadversión entre ambas partes fue Corea-Japón 2002 con su gol, una anotación que lapidó el sueño tricolor de llegar al mentado quinto partido.

Michael Bradley

No se guardaba nada en cada partido contra México. Si tenía que meter la pierna, lo hacía sin titubear. Si le ganaba el temperamento, no tenía reparo en obsequiar recordatorios familiares a los jugadores del Tri. Fue líder de una generación que se enseñó a ver a México como el adversario incómodo en la disputa por el trono de la Concacaf.