Es más que común y habitual ver como los padres deciden ponerle a sus hijos nombres de personajes que marcaron su vida. Claro, hasta es moneda corriente que muchas personas que llegan al mundo lo hagan con la misma denominación que su progenitor, pero esta vez la historia fue mucho más allá y en Camerún le pusieron Bocas Junior Njike a un boxeador. Actualmente tiene 24 años y su máximo anhelo era estar presente en los Juegos Olímpicos, algo que finalmente no cumplirá.
Pese a que en algún momento trascendió que Bocas iba a estar presente en las olimpiadas, lo cierto es que no consiguió el vuelo para París, pero lo particular de este deportista, más allá del éxito deportivo que en esta oportunidad no pudo conseguir, es la forma en la que llegó a estar cerca de representar a su país ante los ojos del mundo.
Cuando era apenas un niño decidió, con el apoyo de su familia, dejar África para trasladarse hasta España, lugar del que le habían hablado muy bien debido a que presentaba una vida totalmente distinta a la que tenía siendo una criatura. Eso sí, lo que no sabía era que la travesía de pasar de un país al otro le iba a demorar cinco años.
De esta manera, junto con un amigo, Junior recorrió varios países hasta poder ingresar a suelo europeo, del cual no se fue más. Allí encontró su lugar en el mundo y su gran amor por el deporte, que fue lo que lo salvó y le dio un rumbo en su vida.
El camerunés se quedó sin la posibilidad de estar presente en la olimpiadas, pero su historia se llevó todo el protagonismo. (Instagram Junior_b_o_c_a_s)
“No fui a la escuela, pero aprendí el oficio de soldador y con 10 años tenía trabajo. Un amigo me empezó a hablar de la vida en España y decidí irme con él. No sabía ni que era un país en el que vivía gente blanca”, empezó contando Bocas.
Y además, agregó: “En Ceuta logré cruzar la valla en mi primer intento. Tuve suerte, pero el camino fue muy duro. No sabía ni siquiera lo que me esperaba. Mi madre me pudo ayudar en todo mi camino dándome algún dinero, pero mi amigo no tenía esa suerte y teníamos que ir trabajando en los países que cruzábamos para poder costearnos todo. No podía avanzar sin él. Eso hizo que tardase tanto”.
La máxima curiosidad surge en torno a los motivos de su nombre, el cual no deja de ser una rareza para propios extraños. Pero como bien explica el protagonista, no hay nada más allá de lo que se nota a simple vista, que se trataba de un padre enamorado de Boca Juniors.
“Mi padre veía mucho los partidos de Boca Juniors, por eso me llamó así. De niño jugaba al fútbol en la calle, pero nunca pensé en más. No hacía deporte, pero todo cambió en el centro en el que estuve los primeros seis meses en Ceuta. Allí nos daban de comer y cama, pero necesitaba hacer algo más. Por ello empecé a correr para poder hacer maratones”.