No cabe duda que la posición de arquera es la más ingrata en la cancha. ¿Acaso no es la portera aquella jugadora que tiene menos posibilidad de enmendar un error? A una delantera se le presentan más oportunidades de hacer olvidar una falla, no así la guardameta. Esa fatalidad acompañó a Natalia Acuña.
Inició como titular tras la ausencia de Renata Masciarelli, quien dio positivo a Covid-19. Lo que encontró en su primera intervención fue el infortunio para su causa; Boyi Iturbide le ganó un balón que se le resbaló de las manos después de tenerlo controlado. Un accidente de juego que puso al América Femenil abajo en el marcador a los siete minutos.
Pese a que las Aguilácticas intentaron sacudirse de ese yerro inesperado, la suerte se escondió de ellas. Por el contrario, todo se tornó más oscuro. De hecho, se generó una inverosímil cadena de errores que pareció creada por su peor enemigo.
Karen Luna se fue expulsada. Daniela Espinosa falló dos opciones más que claras frente al arco rojinegro. Janelly Farías voló el penalti que ejecutó a favor del Ame. Sarah Luebbert desperdició una de rutina. Por si fuera poco, la silbante se hizo de la vista gorda para no marcar una falta criminal en contra de Mayra Pelayo dentro del área alista.
En la tribuna, aficionadas y aficionados se resignaban a no olvidar la falla de Natalia Acuña. Con amargura y enojo querían desahogar su frustración concibiéndola como la responsable de la mala fortuna. Pero cayó el gol de Nati Mauleón al minuto 77 y el sentimiento fue otro. El lamento se transformó en ánimo. “¡Con una menos estamos sacando el partido!”, gritó una americanista entusiasmada por haber dejado atrás una serie de desaciertos que hizo sufrir a la tribuna.
Con más gritos de gol ahogados que con angustia, las y los americanistas que asistieron al Estadio Azteca se fueron satisfechos. Dejaron atrás los instantes de sufrimiento, así como las pifias registradas en el juego. “Digamos que fue una noche rara”, resumió un aficionado acompañado de su pequeña hija.