“No recuerdo un momento de mi vida en el que no estuviera jugando al tenis. Comencé el viaje hace 30 años cuando mi papá puso una raqueta en mis manos y me dijo que, si estaba dispuesto a trabajar duro, podría ser uno de los mejores jugadores del mundo”, escribió el hoy extenista sudafricano Kevin Anderson, doble finalista de Grand Slam y exnúmero 5 del mundo, para anunciar su retiro. Y añadió: “Desde entonces, el tenis me llevó mucho más allá de mis raíces en Johannesburgo, Sudáfrica, y realmente me dio el mundo. He experimentado tantos desafíos y emociones diferentes; este deporte puede ser estimulante y al mismo tiempo solitario”.

A los 35 años (18 de mayo de 1986) y con dos finales de Grand Slam en su haber, US Open en 2017 contra Rafa Nadal y en Wimbledon 2018 ante Novak Djokovic, Anderson nació en Johannesburgo y jamás se escondió ni omitió una palabra para referirse al racismo en su país y en el mundo. “Venir de Sudáfrica, donde el apartheid era un gran problema y había mucha desigualdad, me ha dado forma en cuanto a cómo veo ciertos problemas. Necesitas gente que hable”, esgrimió con crudeza en una entrevista que le concedió, antes de la pandemia por Covi-19, al diario inglés The Guardian.

Su compromiso fuera de las canchas y su entrega adentro le permitió ganarse el respeto de sus rivales. Confeso "feminista", tal como se define, se animó a poner negro sobre blanco para alzar la voz en favor de la comunidad LGBTQ. “En definitiva hay un estigma que se le atribuye. La sociedad históricamente no ha sido muy acogedora. Los tiempos están cambiando porque la gente está hablando, lo cual es genial, pero se necesitará a alguien para romper esa tendencia. No será fácil. Tomará mucho coraje (...) Una persona que lo haga podría abrir las puertas a otros. En los Estados Unidos, con los deportes de equipo, ha habido un par de jugadores que han salido a decirlo. Jason Collins, quien fue el primer jugador de la NBA en contarlo y una vez que lo hizo y sus compañeros lo apoyaron, ayudó a otros”, opinó el deportista de 2,03 metros de altura con llamativa contundencia para poner el ojo en una temática que aún encuentra resabios que se oponen a las libertades individuales.

En el circuito sólo había ganado un partido en 2022, ante el estadounidense Sam Querrey en Dallas. Se retira con siete títulos (Johannesburgo 2011, Delray Beach 2012, Winston Salem 2015, Nueva York 2018, Viena 2018, Pune 2019 y Newport 2021) y 13 finales, con 354 victorias y 253 derrotas. Hasta ahora era el 107º del mundo pero llegó al 5º lugar en 2018. “Este viaje me ha convertido en el hombre que soy”, destacó. Anderson jugó su último partido en la primera ronda del Masters 1000 de Miami, donde cayó derrotado por Juan Manuel Cerúndolo en primera ronda por 7-6 (7), 3-6 y 6-3. Fue el 25 de marzo pasado. Ahora, ya es un extenista.