A la Pulga le faltó carácter en los momentos claves, fue desequilibrante lejos del área, donde su juego fue cortado constantemente por los rivales. El planteo táctico lo dejó en soledad y no pateó al arco en todo el partido. La ejecución del penal. lo único rescatable de 10.
Se esperaba mucho más. Lionel Messi no tuvo el partido deslumbrante que todos esperaban. El crack del Barcelona, participativo en el primer tiempo, fue irregular en su rendimiento, sobre todo en el complemento, donde apareció poco, Imposible no ver repetida la final del último Mundial.
Erró 6 pases y cerró un 81% de efectividad, muy bajo para él
Cuando entró ritmo fue desequilibrante, aunque muy lejos del área. La Pulga se retrasó demasiado en busca de estar en contacto con la pelota y perdió profundidad. Es más, en los 120 minutos que duró el partido no pateó al arco en jugadas en movimiento.
Se destacó una gran asistencia entre líneas a Agüero en el primer tiempo, que el Kun no llegó a conectar. Las excesivas faltas de los mediocampistas y defensas chilenos cortó el circuito de Messi, que no jugó el partido que todos esperaban. Con el correr del partido se lo encontró cada vez más errático.
La falta de rebeldía, el gran déficit de la Pulga en la final
El planteo táctico que utilizó Argentina en la final le quitó la posibilidad a Messi de juntarse con Javier Pastore, uno de los mejores socios de la Pulga en la Copa América. Otro socio fue Ángel Dí María, que en el primer tiempo debió ser sustituido por un problema muscular.
Aún así, otra vez se pudo ver el Messi que nadie quiere ver, el que no logra vencer la adversidad, el que no consigue imponer el talento que todos conocemos. Cuanto más se complicaba el partido para Argentina, menos se desmarcó, menos se retrasó para colaborar en la gestación. Le faltó carácter, igual que al resto del equipo.
Un jugador distinto, el mejor de todos, que volvió a estar por debajo de su nivel en un partido decisivo y vuelve a meternos en un mar de dudas.
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