Estudiantes y Gimnasia protagonizaron un clásico platense vergonzoso. Ganaba 1-0 el Pincha y se suspendió por una bataola generalizada.
Basta. En Argentina, al menos, no se pueden jugar más torneos amistosos. O al menos que se llamen de otra forma, sino estaremos viviendo en un oxímoron patético.
Estudiantes y Gimnasia cerraron el verano de la forma más disgustante posible. El partido de por sí fue caliente, el arbitraje fue flojísimo y el comportamiento de gran parte del público también fue lamentable.
El partido se suspendió, lo ganaba 1-0 Estudiantes con gol de Auzqui
El segundo tiempo tardó en comenzar por la presencia de banderas de Estudiantes del lado de Gimansia. Una actitud mendieval de creer que robarle banderas al rival es algún tipo trofeo. Una mentalidad realmente preocupante. ¿Qué le sigue? ¿Mostrar la pierna de un rival despedazado? Promediando el complemento, Trucco tuvo que volver a parar el partido por lo mismo.
Y los jugadores no se quedaron atrás. El partido se vivió con una intensidad tal que a nadie sorprendió la tangana del final. Mismo por los últimos duelos entre River y Boca, donde hubo expulsados y chispazos.
Dentro de la cancha, y en el contexto general del fútbol argentino, estaba todo dado para que esto suceda.
Gimnasia perdía 1-0 y sufrió la expulsión de su arquero (Bologna) injustamente. En el contragolpe, el juvenil Ascacibar cometió un fuerte de atrás. Algo que puede pasar. Pero antes de que lo puedan expulsar, los futbolistas ya estaban haciendo justicia por mano propia. Otra razón para recordar el Medio Evo.
Piñas de atrás, patadas a jugadores en el piso. Una locura. Un enfrentamiento entre colegas que pareció a un duelo de pandillas que se disputan un territorio.
Y para finalizar, como su fuera poco, protagonistas, como Licht o Troglio, que ante la pregunta del micrófono acusaron al árbitro. ¿Hay más? Sí. Los jugadores de Estudiantes volvieron al campo de juego a festejar. ¿Qué festejaron? Ridículo todo.