Hinchas de Deportivo Laferrere provocaron un caos en las inmediaciones del estadio en que los locales y Dock Sud se enfrentaron por la tercera fecha de la Primera C.
“El operativo fue bueno y exitoso”, dijo Alejandro Rodríguez, Secretario de Deportes de la Provincia de Buenos Aires, luego del enfrentamiento entre hinchas de Laferrere con la policía. Detrás de las palabras hay un barrio destrozado, autos calcinados, 14 oficiales heridos -uno de ellos con pronóstico reservado-, innumerables pérdidas materiales para los vecinos que tuvieron que ver como estallaban los vidrios de sus casas, se astillaban puertas, se apedreaban ventanas. Para cualquier funcionario que asuma su responsabilidad, el éxito es otra cosa.
Laferrere fue sancionado con la suspensión de su estadio hasta que finalice el torneo. Deberá jugar en una cancha neutral y a puertas cerradas.
En algún momento hubo fútbol, goles, festejos. Sin embargo, Juan Manuel Coassini y Alcides Miranda Moreira no estarán en ninguna de las líneas que hoy se escriban por su eficacia frente al arco. El alma bella y talentosa de Garrafa Sánchez lamentará que en la tribuna que lleva su nombre se haya desatado una batalla campal entre los hinchas del club de sus amores y la policía. En cualquier país serio, el éxito es otra cosa.
Iban 28 minutos del segundo tiempo del partido que Laferrere empataba 1 a 1 ante Dock Sud por la tercera fecha de la Primera C. En ese momento, alrededor de 2000 “hinchas” comenzaron su guerra por ingresar al estadio sin entradas, beneficio que consideran un derecho preestablecido por quién sabe qué mandato divino barrabrava. Fue entonces que la policía intentó bloquear el acceso, pero se vieron cercados por los violentos de afuera y los de adentro. No importaron chicos ni mujeres, entrar era el único objetivo, con o sin partido en juego. En cualquier ranking de valores, el éxito es otra cosa.
El gobernador Daniel Scioli manifestó que “fueron hechos lamentables por los que el club deberá repensar su futuro y la ubicación de su estadio”.
Incluso un jugador, uno de esos que debía ser protagonista de la humilde jornada, fue el encargado de contar en tiempo real y haciendo uso de su cuenta de Twitter que tanto él como los demás futbolistas de Dock Sud se encontraban atrincherados en el vestuario, deseando que todo acabara pronto. Para cualquier hombre cuerdo, el éxito es otra cosa.
“Si nos dan las camisetas, se pueden ir tranquilos”, dijo un barra de Laferrere a los jugadores del club que dice alentar cuando la violencia ya había terminado de consumar una nueva victoria sobre el fútbol. Vencedores y vencidos. Camisetas como banderas de rendición y botín de guerra. Para todos los que concurren a los estadios a disfrutar de un juego popular, el éxito es otra cosa.
+El saldo de la violencia
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