Dicen que los clásicos hay que vivirlos como una final. Y si no lo creen, pregúntenle a Oribe Peralta.
El delantero terminó con la cabeza vendada producto de todas las acciones de juego que tuvo con los defensores rivales.
Ya con todas estas heridas, rescatóuna pelota que casi se iba al lateral, y que finalmente terminó con el gol del América.
Gigante lo del surgido en Monarcas.