En Boca hay un jugador que tiene coronitacuando se sabe que tales beneficios no suelen ser nada favorables a mantener la armonía de aquellas plantillas donde los egos que conviven son grandes. Si hasta le costó más de una incomodidad a Juan Román Riquelme, ese ídolo que, sí pudieran concederse tratos especiales, los merecía más que cualquier otro.
Mauro Zárateno sabe de qué se trata ser suplente en Boca por partidos oficiales desde su arribo. Debutó en la goleada 6-0 ante Alvarado de Mar del Plata por Copa Argentina y no salió más, ni siquiera en los partidos en los que Guillermo Barros Schelottodecidió echar mano a las rotaciones.
Volvió a ser parte del once inicial en el partido de ida de octavos de final de la Copa Libertadores ante Libertad de Paraguay y arrancó en todos los partidos del inicio de la Superliga: ante Talleres, Estudiantes y Huracán.
Y no es que haya sido una gran producción lo que lo mantuvo en cancha, porque salvo el golazoante Libertad de Paraguay no parece haber hecho los méritos necesarios para ser indiscutible en una plantilla de tanta riqueza como la de Boca.
Esta noche, en Paraguay, volverá a saltar al terreno de juego después de dos muy pobres producciones en sus últimos partidos; prueba evidente de la promesa que le hizo Boca para convencerlo de que tenía que alejarse de Vélez, el que alguna vez fue el club de sus amores.