Manolas se interpone en el camino del balón y lo desvía. La pelota entra y desata una locura descontrolada en todo elEstadio Olímpico de Roma. Los jugadores del equipo italiano siguen al héroe de la noche. Los del Barcelona, por su parte, se miran entre ellos buscando una explicación a lo que estaba sucediendo.

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Nélson Semedo, tomándose la cabeza de rodillas al piso, no se permite aceptar que el autor del tanto se le haya escapado de su marca. Sergio Busquetsy Luis Suárez miran al portugués con cierta impotencia.

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Los segundos pasan como días en la cabeza de los jugadores del Barcelona. El uruguayo sigue exigiendo una justificaciónal lateral mientras el español se da por vencido. A las mirada del Pistolerose suma la deSergi Roberto, quien rápidamente comprende quien fue el jugador con el que se había desatado la tragedia.

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